sábado, 31 de marzo de 2007

Crónica del meme 139

Será vocación de cronista o ganas de perder el tiempo (que de vez en cuando tampoco es malo) pero no me resisto a hacer una práctica genealógica con la experiencia del meme literario. Veamos cómo ha evolucionado la especie en quince días, qué lecturas y qué blogs nos ofrece.

El meme lo inició en Badajoz Quettaheru el 15 de marzo de 2007 con un fragmento de Retorno de las estrellas de Stanislaw Lem, e invitó a Katmio, Oruga Azul y Jose Tato. En ese momento la especie tenía abierta una tríada de posibilidades de superviviencia, pero a la postre sólo una de las tres fructificó. Todo muy natural. Y es que a Katmio, que prosiguió el meme con Sobre la inteligencia, de Jeff Hawkins y Sandra Blakeslee, se le olvidó invitar a otros tres, por lo que esa rama de la familia murió con él. Oruga Azul siguió con Filosofía en el Tocador del Marqués de Sade, pero tampoco invitó a nadie, aunque se coló un anónimo que citó a Siddhartha de Hermann Hesse sin más progenie. Sólo el último reguero de pólvora consiguió prender y el escritor y músico José Tato convocó al Isaac Rosa de Otra maldita novela sobre la guerra civil, implicando a Portorosa, Miguel Ángel Lama y José Manuel Díez. Al meme original por fin le había salido un hijo procreador, aunque el juego seguía en Badajoz.

El primer nieto, y gallego, fue el Señor de Portorosa, que citó Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel García Morente, y propuso el juego a otros tres. La primera, Miranda (Una breve historia de casi todo, de Bill Bryson), le pasó el testigo a Manolotel, que no respondió, y a Cád (Antología poética, de Antonio Machado), que lo entregó -sin respuesta por ahora- a Pedro Santana y Marideliwes. El segundo, Gregorio Luri, trastocó las reglas iniciales y en vez de transcribir párrafos de la página 139 de un libro, enumeró los títulos de los que tenía más a mano. La heterodoxia siguió con una de sus invitadas, la italiana Batsceba, y no ha obtenido respuesta ni con Dadanoias ni con Júlia. Por fin, el tercer bisnieto, Conde-duque (Personas y lugares. Fragmentos de autobiografía de George Santayana), animó a Desconvencida (Retrato del artista adolescente de James Joyce), que rompió la cadena; Mabalot , que no contestó, y a Manuel Jabois (Memorias de Ravachol, de Alberto Fortes), único tataranieto cabal de esta rama, que ha lanzado el guante a Rabudo (Historias del Savoy de José Luis Alvite), Brétemas y Lara Moreno (Jane Bowles de Millicent Dillon), con desigual fortuna pero sin descendencia.

Mi hermano Miguel Ángel fue otro de los convocados por José Tato, pero el asunto le pasó desapercibido, aunque después le llegara la invitación por otro lado y acabara participando.

José Manuel Diez, que leía El cuenco de la mano, de Basilio Sánchez, fue el tercero de la tercera rama. Nos invitó a Daniel Casado, Hilario Jiménez y a mí. Daniel, que escogió como lectura Libro del desasosiego de Fernando Pesoa, propuso el asunto a Jesús García Calderón, Sara Roma y Gatito Viejo, que aún están callados. Hilario Jiménez leyó El corazón helado de Almudena Grandes e involucró a Luís Leal (Os Herdeiros do Vento, de Joaquim Pessoa), a Álvaro Valverde, que en esa ocasión hizo mutis, y a Sara Alcázar, que ofreció un párrafo de Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz, y cortó la cadena. El menda propuso Los peces de la amargura de Fernando Aramburu y lo pasó a José Manuel Sánchez Paulete, José María Núñez y Santos Domínguez. Los dos primeros no han seguido el hilo, pero Santos respondió pronto con El niño pan, de Agustín Gómez Arcos, y metió en el tema a Álvaro Valverde de nuevo, a Gonzalo Hidalgo Bayal y, también de nuevo, a Miguel Ángel Lama.

Álvaro, invocando las Prosas Apátridas de Ribeyro, procreó a Jordi Doce (en silencio aún), Álex Chico (El Palacio de los Sueños, de Ismaíl Kadaré) y Enrique Baltanás. Chico se lo dijo a David Vegue (Ochenta y seis cuentos, de Quim Monzó), Sergio Sastre (sin respuesta) y Antonio García (citó La literatura nazi en América de Roberto Bolaño y no hubo más). Vegué invitó ayer a Óscar Borona, Noé Ortega y Vicente Gutierrez. Sin tiempo apenas, sólo éste último ha contestado, con El hombre: lo real y lo irreal, de Xavier Zubiri, y sigue la cadena en Javier Menendez, Luna Miguel y Guillermo Lopez, que aún no se habrán enterado. Por su parte, Baltanás transcribió unas palabras de Sexteto de Madrid y otros cuentos de José Manuel Benitez Ariza, y pretendió continuar con Joaquín, Beades y Córina Dávalos. El primero de ellos ofreció La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Kuhn, pero se le olvidó pasar la vez. Jesús Beades, mostró El Señor de los Anillos, de Tolkien, e idem. Y Córina aún calla.

Gonzalo leía Viaje de Londres a Génova a través de Inglaterra, Portugal, España y Francia, de Giuseppe Baretti, y dijo sigan, pues, si les place y les complace, cual estribillo de zéjel, Ismael, Julio y Miguel. Ismael Rozalén, con El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, entre las manos, siguió el juego y metió en él a Daniel Casado, que ya había jugado, Puerto Blázquez (Diarios completos. Monarquía, república y guerra civil, de Manuel Azaña) y al gijonés autor de Diarios de Rayuela (Segundo abecedario, de José Jiménez Lozano). De Puerto ha pasado el meme a Carmen Rodríguez Puras, Marta Arnés y Telémaco (Elogio de la Ociosidad, de Bertrand Russell). Sólo este último ha contestado por ahora y ha cambiado de tercio, metiendo en el juego a blogs de ciencias y tecnologías: Tochismochis (chitón), Muxfin (Palabras de Opotón el Viejo. Crónica del siglo XVI de la expedición azteca a España) y Eduardo Punset. Otro del estribillo del zéjel, Julio Pérez lee Puerta a la cuarta dimensión y otros cuentos de mente y le pasó el testigo, sin suerte, a Beatriz Pérez, Antonio Tejero y Miguel Pedrero, éste último el mismo al que había pretendido involucrar en el meme Gonzalo y con la misma escasa fortuna.

Miguel Ángel cogió el El libro de la fiebre de Carmen Martín Gaite, tiró de agenda e hizo el envite al I.E.S. "Santiago Apóstol", que no picó, a Jesús García Calderón, tocado por segunda vez y por segunda vez callado, y a Daniel Casado, la tercera, que ya había respondido. Por cierto que Daniel es el autor de un soneto con estrambote dedicado a este meme del 139 que en quince días nos ha liado a 61 blogueros y ha abierto las páginas de 35 libros.

Meme s´il vous plait
Que otro asuma el testigo del improbable azar,
a ser posible un novato del meme s´il vous´t plait literario,
y juegue a desprenderse de un párrafo arbitrario
mas luego brinde, repentina, la savia del manjar.
La página, se ha dicho, ha de ser ciento treinta y nueve,
del libro que se quiera del ancho estravagario,
y así resulta que en mitad del lúcido inventario
torpes quiebros han querido que el mío fuera breve.
¿Qué hacer? ¿Cómo arreglarlo? ¿Qué gato dar por liebre?
Los hados han dictado pasar de la poesía
¡que en libros de poemas cien son ya descortesía!
No escurro, empero, el bulto, y aún espero se celebre
esta estrofa de un tal Borges que ya daba por perdía
"En qué reino, en qué siglo (...) en qué secreto día..."
(mas guárdenme el secreto: es la ciento... ¡treinta y siete!)


Nido de víboras, de Antonio Gómez

Juan Gila y el tiempo


La imagen es de La visión del tiempo, una obra de Juan Gila Boraita (Zafra, 1964), profesor de escultura de la Escuela de Arte "Rodrigo Alemán" de Plasencia. Es un trabajo con arcillas refractarias y se ha exhibido en la exposición Arte Zafra.
Agradezco a Víctor Pavón la fotografía

martes, 27 de marzo de 2007

Meme


Uno de los aspectos más apasionantes de la internet y la blogosfera es la generación continua de neologismos. Hoy he sabido de uno que desconocía: meme. Resulta que el poeta José Manuel Díez me invita a participar en un "meme literario", esto es, en una especie de juego consistente en la transmisión entre internautas de una píldora literaria elegida al azar. Me pide que abra el libro que tenga más a mano por la página 139 y que transcriba en mi blog las cinco primeras oraciones del segundo párrafo. Y que invite a otros tres blogeros a continuar el juego haciendo lo mismo con otro libro. A José Manuel le había invitado José Tato González, y a éste Quettaheru, que fue quien lo comenzó.

He abierto la página 139 de la novela Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu, pero no tiene ningún punto y aparte, así que transcribo a partir de la primera oración del segundo renglón:

Ni siquiera entonces se le quebró la voz. "¿Qué hiciste mientras tu padre recibía los disparos?" Al preguntárselo me mordí el labio para no dejarme arrastrar por la emoción. "Puf, ver a a mi padre caído fue un golpe duro para mí. Cuando, además, me di cuenta de que echaba sangre ya no lo pude aguantar y clavé la mirada ahí enfrente, en la pared del Victoria Eugenia.

Y siguiendo las normas del juego invito a José Manuel Sánchez Paulete, José María Núñez y Santos Domínguez a que lo prosigan.
La ilustración es la primera que me he encontrado al buscar "meme" en Google Imágenes

domingo, 25 de marzo de 2007

Cubiletes reales


José Ramón Alonso de la Torre cuenta en la última de sus magníficas historias fronterizas de la contraportada de Hoy que este año las monjas de Santa Clara de Zafra no han hecho "cubiletes reales". Creía yo que la consternación no había trascendido más allá de Churretilandia, pero ya veo que poco a poco se extiende por todo el mundo civilizado.
Cada 19 de marzo, sólo un día al año, las monjas de este convento incluyen en su oferta repostera un dulce hecho con una soberbia mezcla de almendras, miel y canela al que llaman así, "cubilete real", para destacar el rango de la pieza, sin duda la mejor de su obrador. Sólo se puede comprar por encargo y, aunque se paga bien, lo merece. Desde antes de Navidad estoy pensando en el puñetero dulce. Y no tanto por golosonería -que también- como para procurárselo a unos compañeros de trabajo a quienes se lo tengo ofrecido.
Parece ser que un predicador ha hurtado a las monjitas el tiempo preciso para ponerse a la faena. Ellas habrán ganado en espiritualidad, pero nos han dejado con las ganas. Eso no se hace. Por menos se han perdido algunas almas.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Honorio y la historia de las tabernas


A partir de hoy y hasta el próximo 24 de marzo se celebra en Carmona el I Congreso Nacional sobre “El mundo tabernario” organizado por el Ayuntamiento de esa ciudad y la Universidad “Pablo de Olavide” de Sevilla. La primera ponencia del congreso la ha leído Honorio Blasco. El texto, documentado y prolijo, es "Una posible historia de la taberna": la taberna –se llame como se llame en cada época de la historia- es el origen de todos los espacios relacionales y de hospitalidad, desde el origen de nuestra cultura hasta nuestros días.
Honorio, extremeño de Tamurejo, ya publicó en 1993 en la colección La Centena de la Editora Regional de Extremadura una incursión en el mismo tema: Tabernas for ever. Poco después fue nombrado Director General de Promoción Cultural de la Junta de Extremadura y estuvo por aquí varios años, para acabar volviendo a Hospitalet de Llobregat hace poco más de un lustro.
La afición de Honorio por las tabernas no es sólo teórica. Algunas hemos visitado juntos, porque -como él mismo dice- carne de audiencia no somos siempre, transeúntes mucho, tabernarios todos.

Difunde que algo queda


En la polémica sobre los catálogos de fotografías de JAM Montoya editados con el sello de la Editora Regional de Extremadura se mezclan al menos tres asuntos distintos. El primero atañe a la libertad de expresión, y hace referencia al derecho del fotógrafo a concebir las obras que le plazca, aunque en este caso sean premeditadamente ofensivas para mucha gente. El segundo tiene que ver con la política, y se refiere a la conveniencia o no de que una editora pública preste su sello a un catálogo con ese contenido. Sobre estos dos aspectos, si bien me parece evidente el derecho de cada cual a crear lo que le venga en gana, puede cuestionarse la pertinencia de que una institución difunda todo tipo de creación. Pero hay un tercer asunto que considero el más relevante -aunque algunos pretendan que pase inadvertido- y ante el que se me diluyen todas las dudas: si lo que se critica es la difusión de las imágenes, ¿cómo es posible que quienes más las critiquen sean quienes las difundan?

Es incalificable el comportamiento de los dirigentes del Partido Popular en Extremadura difundiendo con fines electoralistas estos catálogos de hace varios años (que ellos mismos reconocen que hoy son inencontrables) para escandalizarse después por ellos. Si ya no es posible encontrar las trescientas copias editadas, poco escándalo público pueden generar salvo que vuelvan a difundirse, como han hecho ellos.

Y lo de la jerarquía católica, criticando la edición de hace unos años y olvidando la difusión de hace unos días, también tiene bemoles. En fin, siguen haciendo de comparsas unos de otros.


Sueño de la mentira y de la inconstancia, Francisco de Goya.

sábado, 10 de marzo de 2007

Aquí paz y después gloria



En este blog hemos asistido durante las últimas semanas a una controversia pública entre la editorial Los libros del Oeste y Francisco Espinosa sobre la edición del libro El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española (Badajoz, 2005). Ya he señalado en alguna ocasión mi incomodidad por esta trifulca, ya que tengo amigos en ambos lados. Entre los editores, conozco a Manuel Vicente González, me ha impreso uno de mis libros Pedro Almoril y soy amigo del poeta y traductor Ángel Campos. Como lo soy del historiador Paco Espinosa.

No he querido pronunciarme públicamente sobre la polémica y a ambas partes he ofrecido mi mediación. Haciendo uso de este ofrecimiento, Espinosa me remite para su publicación un texto con el que pretende cerrar el asunto y copia del documento de finiquito que finalmente no ha sido firmado. El texto lo incluyo a continuación y el documento, debido a su extensión, en el primero de los comentarios.

La editorial Los libros del Oeste tiene también abierto este blog para publicar lo que considere oportuno.





Recapitulación final
Llegados a este punto y sabido ya que la parte no-contratante no piensa firmar nada, conviene recapitular. Todo parte de un malentendido: suponer que Ediciones del Oeste funcionaba como una editorial. Reconozco mi error: lo di por supuesto. Se publica el libro (febrero 2005) y nadie dice nada del contrato. Tras mucha insistencia me envían un contrato absurdo que reconocen que es la primera vez que usan. Les propongo que usemos los que habitualmente utilizan las editoriales. Ya no responden. Tras varios meses de mensajes sin respuesta lo que recibo son seiscientos euros (junio 2005). Debieron pensar que así me callaría (con ello pagaban lo que me correspondía de los 1.500 ejemplares adquiridos por la Junta). Persisto en la firma del contrato sin obtener respuesta alguna. Hablo con un abogado (enero 2006) y, mediante una demanda, obtengo datos de venta del libro hasta febrero de 2006. Los intentos de acuerdo no llegan a nada. Como el texto es mío y no he firmado contrato alguno con Ediciones del Oeste, que está comerciando con mi trabajo ilegalmente, lo incluyo en el libro que verá la luz en Crítica en septiembre de 2006 bajo el título Contra el olvido.
Todo sigue igual hasta que con motivo de la presentación del libro en Cáceres y Badajoz (mediados de enero de 2007) explico la razón por la que el texto sobre el revisionismo ha sido incluido en el libro. La denuncia pública desata la inmediata reacción de la editorial, reacción nunca guiada por el deseo de llegar a un acuerdo, como se ha comprobado, sino por la simple y pura amenaza. Entra en acción el blog de José María Lama, que, tras dar noticia de la presentación del libro, se convierte en el lugar donde se comenta la situación planteada por la denuncia. Por conversación telefónica llegamos a un acuerdo: pagarán una cantidad, firmaremos un documento de finiquito y enviaré un comunicado al blog dando cuenta del desenlace (mediados de febrero de 2007). Deciden pagar 990 euros más (de los 1.019 ejemplares que, tras la demanda, admitieron haber vendido entre febrero de 2005 y febrero de 2006). Pese a las evidencias (datos de librerías) no reconocen venta alguna entre febrero de 2006 y febrero de 2007. También se niegan a pagar lo que les corresponde de los gastos judiciales y el 5% de los intereses por los 990 euros que debieron pagar un año antes. Pero el acuerdo se paraliza. Por motivos que no explican, el documento de finiquito, enviado a la editorial en febrero, nunca llega a firmarse. La actividad continua de la entrada del blog de José María Lama a lo largo de mes y medio convierte lo que fue un asunto privado en un debate público que obliga finalmente a la editorial, entre lamentos y amenazas, a pedir que todo se acabe (viernes 9 de marzo 2007) a cambio de nada: siguen sin querer firmar.
Por mi parte aquí acaba esta historia. Quiero dar las gracias a quienes han colaborado en mantener viva esta entrada, que en bastantes ocasiones ha brillado por la claridad de las ideas expuestas y por el humor y la imaginación de sus propuestas. Mi agradecimiento debe ir especialmente para José María Lama, que desde enero ha tenido abierta esta puerta en un ejercicio de libertad y también en un equilibrio, más que difícil, imposible. Estoy convencido de que este pequeño y breve combate por la dignidad y los derechos del autor no ha sido en vano. Saludos para todos.

Francisco Espinosa, 10 de marzo de 2007

viernes, 9 de marzo de 2007

La principal razón para no estar a favor del Partido Popular


Tengo varias razones para no estar a favor del Partido Popular.

La primera es que soy una persona de izquierdas y el PP es de derechas. Aunque algunos digan ―casi siempre desde posiciones retrógradas― que las ideologías languidecen, a mí eso me suena siempre a El crepúsculo de las ideologías, el famoso libro de Gonzalo Fernández de la Mora, ministro de Franco.

La segunda es que no olvido la mentira que intentó perpetrar el PP con el 11-M, ni los pies en la mesa de Aznar al lado de Bush, ni la manipulación permanente a cuento del diálogo con ETA, ni la demagogia con los inmigrantes, ni el desprecio a los derechos de los homosexuales, ni la mofa de la memoria histórica, ni el rechazo de los mandamases de ese partido a todo aquello que suene a diversidad.

Pero la tercera razón es que si estuviera a favor del Partido Popular y éste ganara las elecciones quedaría instituida durante años en España una forma de hacer oposición mezquina, irresponsable e insolente. Una forma de hacer oposición que se demostraría eficaz si ganara el PP y que, por tanto, imitarían todos a partir de ese momento.

Tengo varias razones para no estar a favor del Partido Popular. Pero la principal no es ser de izquierdas o asquearme muchas de las actitudes y declaraciones de los dirigentes de ese partido, tanto en el poder como fuera de él. La razón principal para oponerme al PP es que no quiero que cuando gobierne ―espero que más tarde que pronto― tenga una oposición igual de mezquina, irresponsable e insolente como la que ahora ejerce.


Sí, yo también estoy indignado.

domingo, 4 de marzo de 2007

Insultos o censura


Otra vez se ha formado una buena por ahí abajo. Y, como casi siempre que se lía, el personal tira de pistola y aprovecha para poner a parir al prójimo. Es parecida a la típica tangana futbolera. Ves a dos pegándose y te metes a arrearle a uno o a otro. No es raro que los más lenguaraces sean los anónimos. La desmesura y el insulto no se suelen firmar.


Como un día sí y otro también me obligan a evitar -no siempre con éxito- que el improperio llegue a su destinatario, quien lo profiere (casi siempre anónimo) se cabrea y me acusa de censor. O sea que ni siquiera en casa uno puede mandar callar a otro. En fin. La respuesta me la da Mauro Entrialgo, que me llega gracias a Nacho Escolar.

sábado, 3 de marzo de 2007

Blogs de mujeres


No conozco demasiado a Rosa Regás. La he saludado con ocasión de algún acto literario, hemos compartido codo con codo una comida, un intenso debate en el Felipe Trigo de hace un par de años e intercambiado unos libros. El otro día me mandó un correo recriminándome amablemente que no incluyera ningún blog escrito por mujeres en las sugerencias que hago aquí, en el lado izquierdo.

Tiene razón. No es la primera vez que me lo dicen. Un amigo, Guillermo Varela, me lo ha señalado también. Quizá resulte socorrido decir ahora que no soy ningún misógino o que casi ninguno de los blogs literarios que enlazo citan bitácoras de mujeres, pero no tengo excusa: la inmensa mayoría de los blogs que leo están escritos por hombres y esos son los que acabo recomendando. Prometo corregirme. Hoy ya he incluido el primero de mujer, el de mi sobrina Julia, que con quince años ha abierto el suyo.

Mujer leyendo, Botero, 1996

miércoles, 28 de febrero de 2007

Solidaridad con Dionisio Pereira


Dionisio Pereira es un historiador de Cerdedo (Pontevedra). El año pasado publicó un libro en el que relataba algunos casos de la represión franquista en esa localidad. En uno de los párrafos aludía a varios individuos ya fallecidos del municipio y decía que eran personas señaladas por su presunta participación en diversas manifestaciones de represión. La familia de uno de los citados ha presentado hace unos días una demanda en el Juzgado de Cerdedo, pero el historiador no ha accedido a retirar lo que considera que es una evidencia corroborada por numerosos testimonios orales.

No es la primera vez en España que ocurre algo parecido. El caso más señalado fue el de Fernando Ruiz Vergara, autor del documental Rocío, de finales de los años 70, en el que se relacionaba a una persona con algunos asesinatos franquistas durante la guerra civil en Almonte (Huelva). La película fue censurada, el autor condenado a dos años y medio de prisión y a pagar a la familia del aludido diez millones de pesetas de entonces.

En Europa los problemas de los historiadores son de otra índole. El revisionista David Irving fue condenado el año pasado en Austria a tres años de prisión por negar el holocausto judío.

Hay quien dice que la diferencia es que en Europa los partidarios del fascismo perdieron la guerra, y en España no. Puede ser.

No es una viñeta, es un emblema

domingo, 25 de febrero de 2007

Im presionante, en dos palabras

viernes, 23 de febrero de 2007

RTVE, "políticamente correcta"


La decisión de la dirección de TVE de no emitir íntegra la entrevista de Jesús Quintero con José María García es una censura, sí, pero un poco rara.

En primer lugar porque la ejerce el propio editor, y no el poder político externo, como suele ocurrir en las censuras más convencionales. Un editor que ya no es elegido por el gobierno, sino consensuado en el Parlamento entre los principales partidos, progubernamentales y de oposición. Podría pensarse, por tanto, que es una muestra del lógico derecho de cada medio de publicar lo que le venga en gana. Pero aunque la censura no provenga de fuera, desde el punto de vista de Jesús Quintero ―el responsable del programa― sí lo es, porque se ha aplicado frente a su criterio. En este sentido, sería ―o no sería― la misma censura que aplica el director de un periódico al suprimir el artículo de uno de sus periodistas.

Es posible que algunos no crean -como segunda posibilidad- en la independencia del presidente de RTVE, el editor, con respecto al gobierno, pero aun en ese caso también es rara la censura. Tras ver la entrevista es evidente que los agraviados por las declaraciones de García son José María Aznar, Mariano Rajoy, el Partido Popular, Federico Jiménez Losantos, Ernesto Sáenz de Buroaga, Florentino Pérez… y no el PSOE ni el gobierno de Zapatero, por lo que parece romperse de esta forma un principio básico de la censura convencional: que obedezca al deseo de favorecer a quien la comete o de evitarle un perjuicio.

Por todo lo anterior llego a la conclusión que el presidente de RTVE Luís Fernández ha decidido no emitirla para no incomodar, sobre todo, al Partido Popular. Sus declaraciones al asumir el cargo, destacando el consenso como principal filosofía de su gestión explican que haya evitado publicar en el medio que preside (¿desde dónde, por cierto, se ha filtrado la grabación que publica elmundo.es?) una entrevista en la que se vierten duras descalificaciones contra el principal partido de la oposición.


Es rara pero es censura, porque al fin y al cabo se hace para no perjudicar a esa parte del poder político que es la oposición. Hoy en RTVE el director ya no sólo se debe al gobierno, sino también al Partido Popular, y eso obliga a tener a ambos contentos, a hacer equilibrios y a practicar lo “políticamente correcto”.

sábado, 17 de febrero de 2007

Católicos antifranquistas


En el soberbio libro La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española (1936-1939) el monje benedictino e historiador Hilari Raguer cita a unos pocos renombrados católicos que durante la contienda se mantuvieron fieles a la República (García Bacca, Semprún, Ossorio y Gallardo, Bergamín…) y entre ellos menciona a José Manuel Gallegos Rocafull (1895-1965), canónigo lectoral de la catedral de Córdoba.

De este sacerdote y filósofo acaba de publicar Ediciones Península La pequeña grey. Testimonio religioso sobre la Guerra Civil española, unas memorias que ya habían sido editadas en México por la editorial Jus hace dos años pero que ahora lo son por primera vez en España.

Gallegos Rocafull fue sacerdote y filósofo. Tras la sublevación se mantuvo en territorio republicano y llevó a cabo una intensa labor de crítica a la idea de guerra santa que propagaron los sublevados y la mayoría de la Iglesia católica española. Hasta 1939 realizó varios viajes a Francia y Bélgica donde visitó a personalidades católicas contrarias a Franco. En 1937, con la excusa de sus palabras en contra de la tesis eclesiástica oficial, fue suspedido a divinis por el obispo de Córdoba. Exiliado en México, no recobró sus licencias ministeriales hasta 1950. Escribió unos 20 libros de filosofía entre los que destacan El hombre y el mundo de los teólogos españoles de los siglos de oro, El pensamiento mexicano en los siglos XVI y XVII, Personas y masas. La crisis de occidente o La visión cristiana del mundo económico.

La pequeña grey son unas memorias intelectuales, teológicas, de gran interés para saber más allá del evidente apoyo eclesial a Franco. Echo en falta en ellas más referencias de índole política y personal, que sitúen la peripecia humana de Gallego Rocafull durante la guerra y no sólo sus ideas. Y el texto pide una introducción que explique su significado, así como notas informativas sobre personajes y hechos. La ausencia de estos apoyos hacen que la lectura sea a veces sólo para iniciados, especialistas en la Guerra Civil o expertos en matices teológicos. Y debería ser un libro con más lectores, porque ayuda a erradicar una simplificación: el unánime apoyo católico a Franco durante la guerra.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Alejandro Finisterre, recién conocido


La muerte es paradójica. Cuando comienza ese silencio, esa oscuridad extrema, provoca casi siempre un destello, un estampido de último cohete.

Hasta ayer desconocía la existencia de Alejandro Finisterre, aunque al parecer no era ningún desconocido. Nunca supe que, realmente, se llamaba Alejandro Campos Ramírez y que había nacido en Finisterra el 6 de mayo de 1919. No sabía que durante la República había pertenecido a la Asociación de Idealistas Prácticos (¡qué nombre!), ni que la Guerra Civil le había convertido en un joven de 17 años herido bajo las bombas nazis. Al parecer lo sacaron de los escombros en Madrid y lo llevaron al Hospital de Sangre de la Colonia de Puig, cerca de Montserrat, donde convaleció de sus heridas. Por lo visto allí inventó el futbolín, que patentó en enero de 1937, para que otros niños y jóvenes como él olvidaran un poco lo que ocurría afuera. Ignoraba que, cuando atravesó los Pirineos, entre sus escasas pertenencias llevara el papel de la patente de su invento y que lo perdiera, convertido por la lluvia en un amasijo grumoso.

Leo que fue poeta y que escribió Cantos quintos, Cantos Esclavos. Versos de buen y mal humor y, entre otras obras, la antología Cantos Rodados, y que inventó más cosas (el primer pasahojas de partituras accionado con el pie). Dicen que vivió exiliado en Francia, en Ecuador, en Guatemala, en México…, que editó la revista de poesía Ecuador 0º 0’ 0’’ y fundó la Editora Finisterre Impresora desde la que publicó obras de escritores trasterrados como Juan Larrea o León Felipe. De este último, según me cuentan, fue albacea, litigando con el ayuntamiento zamorano de Tábara por su legado documental. Tampoco sabía que el grupo gallego Os Diplomáticos de Monte Alto interpretó una canción dedicada al futbolín en la que aparece citado: Ano 37 guerra civil / Alexandre de Fisterra inventa o futbolin.

No sabía que estuviera casado con la cantante lírica María Herrero y que viviera en Aranda de Duero mientras yo paseaba tantas veces por sus calles. Ayer me enteré que murió en Zamora el 9 de febrero de 2007. Sólo la muerte me lo ha mostrado.

Una lectura sobre Alejandro Finisterre: Los peligros, de Manuel Ruiz Torres

domingo, 11 de febrero de 2007

Don Manuel


Hoy hace cuatro años que murió, a los 86 de edad, Manuel Peláez Castuera, coronel del Ejército y ex combatiente en las tropas de Franco. Fue uno de mis mejores informantes sobre la Guerra Civil en Zafra y un buen amigo, con el que disfrutaba hablando y comentando chascarrillos de la época. Y eso a pesar de nuestras diferencias ideológicas que, como ya he dicho en otra ocasión, eran absolutamente prescindibles frente a nuestras afinidades personales.

Casi siempre hablábamos en el campo, en la finca Las Golondrinas, de Burguillos del Cerro, rodeados de niños y amigos, acostumbrados ya a nuestras peroratas.

La amargura de la memoria es, en buena parte, obra suya y de decenas de hombres y mujeres que, como él, me legaron su memoria para rehacer yo la mía.

viernes, 9 de febrero de 2007

Un sindicalista histórico


Conozco a Cecilio Gordillo Giraldo desde hace poco más de seis años. Exactamente desde el 14 de septiembre de 2001. Él antes solía pasar unos días del verano en el balneario de El Raposo. Y una tarde quedamos en Zafra, en un velador del Salón Romero, para tomar un café. Sé qué día era porque lo apunté en las primeras páginas de un libro que me entregó en esa ocasión: un ejemplar de Mis memorias del médico libertario Pedro Vallina (Guadalcanal, 1879-1970), uno de los libros de historia más interesantes que he leído.

Anarquista como el doctor Vallina, Cecilio Gordillo es extremeño, de Medina de las Torres, aunque desde pequeño vive en Andalucía. Militó en JOC, CCOO y CNT-AIT y abandonó el sindicato anarquista en el famoso V Congreso celebrado en la Casa de Campo de Madrid. Se mantuvo en una escisión (la llamada CNT Congreso de Valencia o CNT renovada) durante diez años, hasta que en 1989 una decisión judicial les obligó a cambiar el nombre por el de Confederación General del Trabajo (CGT).

Su labor como dirigente sindical se transformó a partir de finales de los años 90 en una preocupación por la historia inusitada en un sindicalista. Creó el grupo “Recuperando la memoria de la Historia Social de Andalucía” y desde él ha emprendido numerosas actividades para recobrar la historia oculta de anarquistas señalados (Pedro Valllina, José Sánchez Rosa), de conquistas sociales (el convenio de las 36 horas en la Sevilla del año 1936) y de la lucha social y la represión durante el franquismo. Su penúltimo empeño ha consistido en sacar a la luz los veinte años de trabajos forzados a los que se vieron sometidos millares de represaliados políticos en el Canal del Bajo Guadalquivir. La investigación de esos hechos, que él coordinó, culminó en un libro editado por la Editorial Crítica en 2004: El canal de los presos (1940-1962). Trabajos forzados: de la represión política a la explotación económica.

Ahora está inmerso en otro proyecto, colosal y benéfico como todo lo que hace: TODOS LOS NOMBRES, una iniciativa para la recuperación de la memoria histórica que pretende construir una base de datos de represaliados por el franquismo para su consulta por Internet. Ya van por 20.000 fichas, 6.000 de ellas de Badajoz.

Por su ascendencia entre los anarcosindicalistas y trabajadores andaluces y por su preocupación por la memoria Cecilio es un sindicalista "histórico", y una de esas personas excepcionales que ojalá no fueran una excepción.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Prem vuelve a Malasia


Prem, el chico malayo que ha vivido con nosotros dos meses, vuelve a Malasia. Esta mañana lo hemos despedido en la estación de autobuses de Zafra, camino de Madrid, donde tomará un avión que le llevará a Kuala Lumpur.
Dos meses de convivencia muy satisfactoria, practicando -tanto él como nosotros- el humanísimo ejercicio de acostumbrarnos a lo extraño.

martes, 6 de febrero de 2007

Pasó San Blas


El otro día fue San Blas. Nunca lo olvido, porque cierra cuatro hitos destacadísimos del santoral de Zafra. Le preceden San Ciro (31 de enero), Santa Brígida (1 de febrero) y La Candelaria (2 de febrero). Si Brígida es la patrona de la localidad y La Candelaria la advocación de la principal parroquia, a Ciro está dedicado el retablo central de ese templo, donde se supone que están sus reliquias.

No, no sufro ningún ataque de beatitud. El caso me interesa porque, a partir de la labor evangelizadora de santa Brígida en Irlanda, y de otras concomitancias con el resto de los santos citados, Fernando Serrano Mangas (Salvaleón, 1954) considera que esos cuatro días son el reducto de la relación entre hibernios y zafrenses, entre Irlanda y Zafra; el escondite de siglos para la Zafra prerromana de la Beturia Céltica.

Lo contaba ―y lo cuenta― un libro sorprendente que leí en su momento y que fue publicado por ese profesor de la Universidad de Extremadura hace unos años: La segura travesía del Agnus Dei. Ignorancia y malevolencia en torno a la figura de Benito Arias Montano “El Menor” (Badajoz, Diputación-Editora Regional de Extremadura,1999). Aunque algo confuso y a veces disparatado, el libro de Fernando Serrano es una lectura sugerente, de innegable desparpajo intelectual, y que deja estupefacto con ideas como que Zafra y la casa de Feria sean algunos de los principales leitmotiv de la obra poética de ¡¡Francisco de Quevedo!!

El libro fue además motivo de polémica con el profesor de Latín Juan García Gutiérrez (Aceuchal, 1936), porque el de Salvaleón refutaba alguna de las tesis del latinista sobre la Asafrae Descriptio de Enrique Cock.

El caso es que yo me acuerdo de san Blas gracias a mi amigo Juan García, a Fernando Serrano y a don Francisco de Quevedo:

A que me tocase fui,
como si fuera instrumento,
y fue para mi garganta
San Blas, con sus cinco dedos.

domingo, 28 de enero de 2007

No hubo luna en agosto del 36


Justo Vila es uno de los intelectuales imprescindibles de Extremadura. Aúna la pasión del militante y la reflexión del hombre de cultura (o al revés, porque no hay meditación mayor que la del obrero). Él y yo nos hemos encontrado muchas veces en la vida y siempre yo de aprendiz: en el sindicato, en la política, en la educación, en la historia, en la literatura... Por eso puedo decir, con algo de guasa, parafraseando a Dalí sobre Picasso y sin que haga falta salvar distancias evidentes, que:
Justo es extremeño, yo también;
historiador, yo también;
de Comisiones Obreras, yo también;
fue del PCE y de IU , yo también;
es del PSOE, yo tampoco.

Reabrió la brecha de la Trinidad ―pero hacia el otro lado― cuando nos aproximó a lo que también pasó en estas tierras durante la guerra (más allá de héroes legionarios) con su Extremadura: la guerra civil, de 1983, pionera para todos los que después hemos llegado. Y aunque en los últimos lustros ha oficiado más en el altar de la imaginación que en el de la historia, sus novelas tienen la marca del cronista: La agonía del búho chico, La memoria del gallo e, incluso, Siempre algún día.

Por eso Justo Vila estaba casi predestinado a escribir una novela como ésta. Era evidente que su pasión por lo ocurrido en Badajoz en 1936 y su pericia como escritor acabarían coincidiendo alrededor de un texto.

A mi abuelo lo mataron en la plaza de toros de Badajoz. Así comienza esta novela, en boca del nieto de Rafael Alcántara, un maestro de escuela fusilado en agosto de 1936. Y en los siguientes párrafos nos relata toda la historia. Según la teoría de la novelística, a partir de ahí se habría acabado el misterio. Pero perdida la intriga, el autor somete a su novela a un reto importante: sostenerse viva no por lo que esconde sino por lo que cuenta. Las palabras de ese nieto constituyen uno de los ejes narrativos de la obra, junto a los recuerdos de Marcelo Rojas, un miliciano sobreviviente de la masacre de la plaza, y el diario del falangista Benito Albarrán. Esos tres narradores (y un omnisciente que a veces sobrevuela la trama) van enhebrando la novela, que arranca realmente con la toma de tierras por los campesinos en la madrugada del 25 de marzo de 1936 y finaliza tras la sangre de agosto del 36 vertida en y por esa misma tierra.

Quizás no sea yo la persona más idónea para hablar de esta novela. Aunque siempre poco, algo sé de lo ocurrido entonces y soy incapaz de imaginarme historias paralelas a la historia crucial de aquellos días. Creo que este libro le va a gustar sobre todo a los que no saben qué ocurrió durante la Guerra Civil en Badajoz. Y esto que digo no es demérito para la obra. Acerca de los hechos, la historia casi siempre necesita de lupas y la literatura de catalejos. Para quien conoce la textura de los árboles de poco vale mirar el bosque de lejos; en cambio, a uno le gustaría meter el ojo dentro de la lente para ver mejor aquello que nunca ha visto.

Lunas de agosto está magníficamente escrita (Justo escribe muy bien) y tiene muchos pasajes brillantes y de intensa emoción. He disfrutado leyéndola. Dice en su publicidad la editorial Del Oeste Ediciones que Lunas de Agosto es “la novela de la Guerra Civil en Badajoz”. Sin duda lo es. Y aunque tengo dudas sobre algún aspecto de la novela, se las contaré a solas al autor, porque para eso es mi amigo.


Por cierto, no hubo lunas a mediados de agosto del 36. Justo lo sabe. Si las hubiera habido todo se habría sabido y no harían falta novelas como ésta.


Lunas de Agosto se presenta el próximo jueves, 1 de febrero de 2007,
a las 19.30 horas, en el Palacio de Congresos de Badajoz.
La presentación la hará Juan Carlos Rodríguez Ibarra.

Diarios de la guerra


Ha empezado a publicarse una selección de periódicos de la Guerra Civil. Con el nombre de Diarios de la Guerra, la editorial inglesa Albertas Limited ofrece semanalmente (y durante 52 semanas) entregas de dos o tres facsímiles de diarios españoles completos de 1936 a 1939. La primera la forman el suplemento extraordinario de ABC de Sevilla del 20 de julio de 1936 y un ejemplar del diario madrileño Claridad del 18 de julio. Los periódicos van acompañados de artículos que contextualizan los hechos narrados. En el primer número los firman Julio Aróstegui, Xavier Casals y Justino Sinova.
En una de las próximas entregas colaboro con un artículo, titulado "¿Objetivo Madrid?", sobre el avance de las tropas sublevadas desde Sevilla a Talavera de la Reina.

jueves, 25 de enero de 2007

Antropología del ayuno


Leo a Sándor Márai. Y esta mañana, a las siete menos cinco, me ha dado la clave de un ayuno mediático:
-¿Qué quiere decir -pregunté con profunda sorpresa-. ¿Qué significa eso de ayunar por él?
- En el pueblo lo hacían antiguamente -dijo bajando la mirada, como si no fuese del todo apropiado revelar a un extraño los secretos tribales -. Uno deja de hablar y de comer hasta que la otra persona lo hace.
- ¿Hace el qué?
-Lo que uno quiere.
-¿Y funciona?
Se encogió de hombros.
-Sí, funciona. Pero es pecado.
A él no le está funcionando, pero a "nosotros" tampoco. Lo suyo son los asesinatos y lo de otros, la venganza. Todo muy humano.

domingo, 21 de enero de 2007

Historiadores de la sospecha


Francisco Espinosa es un historiador y en su caso esa palabra expresa una dedicación intelectual, iluminadora, y una forma de compromiso, de lucha, de combate de las ideas. Para Espinosa el historiador es quien descubre debajo de la apariencia de los hechos, quien no se conforma con la explicación primera que ofrece la crónica. A veces se ha utilizado la expresión filósofos de la sospecha para agrupar y denominar a tres pensadores capitales en la historia contemporánea: Karl Marx, Friedrich Nietzche y Sigmund Freud, que se rebelaron contra las apariencias en sus interpretaciones sociales, culturales o psicológicas. Pues bien, tal como hubo filósofos de la sospecha podría hablarse en España de historiadores de la sospecha. Son aquellos que han desconfiado de la versión que dieron de la historia los vencedores de la contienda o los espectadores compasivos de ésta y han hurgado en los archivos hasta encontrar los suficientes trozos de la realidad como para reconstruir lo que realmente ocurrió. Fue un historiador de la sospecha Herbert Southworth, lo es Hilari Raguer y Francisco Moreno Gómez y Alberto Reig Tapia y Paul Preston. Y lo es también Francisco Espinosa. Uno de esos investigadores que ―en su análisis de la guerra y de la dictadura― se niegan a aceptar la engañosa evidencia que tejió durante décadas en la memoria de la gente la ideología y la propaganda del franquismo.
(...)
Contra el olvido. Así ha titulado Francisco Espinosa su último libro. Pero este enunciado no es sólo el título de una obra sino el resumen de la actitud vital e intelectual del autor ante su oficio. Si Lucien Febrve, el gran historiador francés fundador de la escuela de Annales, justificó su Combates por la historia como un título que recordara lo que siempre hubo de militante en su vida, este otro título, Contra el olvido ―aunque dista de ser una despedida historiográfica para un Espinosa en plena cúspide― se me antoja cercano al de Febrve. Debe ser cierto si tenemos en cuenta que el título del francés lo utiliza Francisco Espinosa para nombrar uno de los capítulos de este libro, pero además es que en ambos hay algo de lucha, y algo de concepción de la historia como lo que es: una extrema clarividencia


El jueves pasado no pude asistir en Zafra a la entrega del premio Dulce Chacón de novela a Ignacio Martínez de Pisón. Estuve en Badajoz presentando en el MEIAC el último libro de Paco Espinosa, Contra el olvido. Por cierto, mañana lee en la Universidad de Sevilla su tesis doctoral sobre la Reforma Agraria durante la II República en la provincia de Badajoz. Se la ha dirigido Antonio Miguel Bernal y el tribunal lo preside el maestro Josep Fontana. Tres lujos.

Un libro que no saldrá en Babelia


Un español en Francia, Luis Negró Acedo, profesor de Literatura de la Universidad de Caen, acaba de publicar un estudio sobre el tratamiento de la cultura en el diario El País durante la transición: El diario El País y la cultura de las elites durante la Transición (Foca, Madrid, 2006). En él analiza el discurso cultural de la sección Opinión, la sección Cultura del periódico y los suplementos sobre libros y literatura desde 1976 a 1982. Para Negró El País, periódico de la burguesía liberal española, desarrolló un discurso cultural acorde con su programa político:

En las páginas culturales de El País la idea de consenso que (...) partía del principio de evitar la ruptura, y más aún la puesta en cuestión del franquismo, se tradujo en una forma cierta de continuidad cultural , impuesta a su vez por el hecho de que entre sus accionistas y dirigentes había nombres que procedían del mundo cultural de la dictadura, aunque ello no impidiera que la continuidad fuera puesta en tela de juicio en la misma página en la que se alababa a algunas de sus figuras.

Luis Negró repasa críticamente las firmas del periódico y desmenuza la contribución a la estrategia cultural del periódico de escritores como Julián Marías, José Luis López Aranguren, Fernando Savater, Juan Goytisolo o Julio Caro Baroja, pero también de los que llama “antiguos fascistas”: Antonio Tovar, Pedro Laín Entralgo, José María Alfaro, José María de Areilza, Emilio Romero o Dionisio Ridruejo.

Es un libro que no creo que salga en Babelia.

miércoles, 10 de enero de 2007

Pancarta blanca


Lo he escuchado hoy en la radio. Se refería a la manifestación convocada este sábado en Madrid por la asociación de ecuatorianos FENADEE y los sindicatos UGT y CCOO. Alguien ha preguntado qué ocurriría si no hubiera ninguna pancarta, ningún lema. ¿Acudiría a ella la AVT? ¿Dejaría de dudar el PP?
Me temo que no.
¿Y si fueran españolas las víctimas? ¿Se atrevería la AVT a despreciar a los convocantes? ¿Seguiría dudando el PP?
Me temo que no.
En fin, "por la paz y contra el terrorismo".

lunes, 1 de enero de 2007

El cuentahílos


He vuelto a leer la palabra en unos versos de Adolfo García Ortega:

Pasaba horas con un cuentahílos recorriendo las fronteras de África
en
los mapas de los atlas. Viajaba con los nombres. Era feliz.

Pertenece al poemario Te adoro Kafka, recién publicado por Pre-Textos (Valencia, 2006). Mi cuentahílos no es para ver mapas, sino fotografías antiguas, pero el viaje es similar. Hace tiempo se lo encargué a un relo
jero de Monesterio y me lo trajo de Sevilla. Lo guardo en una bolsita de piel y lo saco ante alguna imagen de años para escrutar rostros y escudriñar intenciones y gestos en sepia. La pequeña lupa me aproxima el pasado.

De incursiones en el tiempo y de viajeros y de viajes van los poemas de este libro de García Ortega. Poesía discursiva, narrativa ―como la de su admirado Joseph Brodsky― e intensa. Casi todos los motivos del poemario están en el largo y bello poema que abre el volumen. Un relato de la historia de amor de Frank Kafka en Riva, en septiembre de 1913. El raro episodio con la suiza, como le llamó Max Brod: una chica de dieciocho años, G.W., que conoció entre Felice y Felice.

En ese poema pórtico está todo el libro: los viajes (los viajes le obsesionan porque lo prometen todo), los hoteles que guardan para el viajero un lugar detenido entre tanto
tráfago (como nos dimos todo / sin cesar / en ese cuarto de hotel / de Paris / que yo conozco), el amor (tu mano en mi muslo a veces / roza mi sexo levemente), la profusión de lugares y nombres de un texto teñido de culturalismo…

Y la anécdota, que el poeta convierte en espuela del poema, en excusa y conclusión de cada verso:

Dicen que salió a fumar y ver las estrellas como nunca,
pero no se había quitado el uniforme. Eso le mató, dicen.

La anécdota pasa a ser la principal mirada sobre la realidad que ofrece el libro, ese detalle de los hechos y los sitios que muestra la pequeña lupa del cuentahílos.

sábado, 30 de diciembre de 2006

Un nombre y un anónimo


Hace un par de años, cerré el texto de La amargura de la memoria con estas palabras:

Cuando aún queda en pie alguno de los símbolos de la barbarie, nos falta en cambio dignificar siquiera los de la humanidad y el sufrimiento. En el cementerio de Zafra, dentro del tercer patio, nos sorprenden dos jarrones colocados al pie de uno de los cipreses que en hilera guarecen la tapia izquierda del recinto. El árbol tiene atado con cables una especie de farol de chapa y cristal lleno de flores de plástico y con la fotografía enmarcada de una mujer joven. No hay ninguna inscripción, ningún nombre. En el suelo, entre las raíces del ciprés, se aprecian los restos de una tumba oculta por el acerado sólo abierto en los alcorques de cada árbol. Ahí, debajo del cemento y el olvido, yacen los restos de una mujer, Nieves González Gomato, asesinada el 20 de agosto de 1936 por los franquistas. Su humildísima tumba, sin nombre, sin fecha, sin lápida, negada en la última urbanización del recinto, es un símbolo de nuestra memoria de la guerra a la que durante casi setenta años también le han faltado los nombres, las fechas y el mármol perdurable.

El 16 de diciembre pasado nos reunimos en el cementerio de Zafra para reparar esa injusticia, esa injusticia tan simbólica de negar el nombre en una sepultura, la única sepultura sin nombre ni fecha de ese cementerio. La violonchelista extremeña Carmen Benito interpretó El Cant dels Ocells de Pau Casals y Libertad González, presidenta de la Asociación de Recuperación de la Memoria “José González Barrero” de Zafra, descubrió una lápida:

Al pie de este árbol yace Nieves González Gomato asesinada el 20 de agosto de 1936 por defender la libertad. Esta tumba nunca tuvo identidad ni historia hasta hoy. Aquí está ya su nombre inscrito en el mármol perdurable. Descanse por fin en paz.

Un nombre recobrado.
Mientras tanto, Justo Calderón –hijo de Luis Calderón, concejal de Zafra asesinado en 1936- sigue recibiendo esquelas y anónimos. Me ha enseñado el último:

Dice usted que se llama Justo, pues será en lo único que conozca usted lo que es justo. Memoria histórica. Será su memoria histórica y no la verdadera. Le envío algunos recortes de asesinados sin juicio a traición, cxon nocturnidad, sacados y encarcelados por ir a misa, o no tener callos en las manos. Usted por ejemplo como no tiene callos hubiera sido asesinado. Y ustedes y sus medios de comunicación, diciendo verdades a medias. No hay duda la izquierda tiene bula para todo en este país.
Señor Justo, sea Justo y no levante heridas ya sanadas. Y si algún iluminado quiere recordar algún asesinato, recuerde también a los del otro bando. Si no sabe donde encontrarlos lea algunos libros sobre las checas de Madrid y otro muchos que se están publicando.

Unos recobramos los nombres; otros lo ocultan.

(Fotografía de Víctor Pavón)

Historia y memoria


Alfonso Pinilla García es un joven profesor de historia de la Universidad de Extremadura del que sólo conozco su tesis doctoral, Del atentado contra Carrero al golpe de Tejero. El acontecimiento histórico en los medios de comunicación, y con el que compartí hace unos meses un debate organizado en Mérida por la Fundación Alternativas. El 19 de diciembre publicó en El Periódico Extremadura un artículo, “¿Historia contra memoria?”, en el que se mostraba muy crítico con los que denominaba “memoriadores”, que contraponía a los verdaderos historiadores. Hoy le contesta en el mismo medio Francisco Espinosa con el artículo “Historia y memoria”, que suscribo íntegramente y que reproduzco a continuación:

Ya sabemos que una cosa es la Historia y otra la Memoria. La oposición entre ambas que planteaba hace unos días Alfonso Pinilla en un artículo titulado "¿Historia contra Memoria?" (19/12/2006) no existe como tal. Por otra parte no es cierto que "el memoriador inventa" y "el historiador conoce". La unión de las dos palabras, "memoria histórica", que tanto rechazo produce en algunos, quiere decir simplemente recuerdo de la historia que cada uno ha vivido o conoce de primera mano. El que Alfonso Pinilla llama el memoriador no inventa sino que recuerda. Para el que en vez de recordar inventa, existen otras palabras. El caso es que, por mucho que a algunos les fastidie, la gente tiene derecho a recordar. Resulta que tanto la historia como la memoria de los vencidos fueron prohibidas por la dictadura y que luego la transición, con su mensaje de fondo de que reconciliación equivalía a olvido y memoria a rencor, sofocó de nuevo la posibilidad de recordar y puso trabas de todo tipo a la investigación del golpe militar y de la represión, empezando por la destrucción de archivos. El autor hace suya la conocida opinión de Santos Juliá de que el modelo de transición no sólo no dio lugar a ignorancia alguna del pasado sino que todo se investigó hasta el fondo. Quizás por esto, y puesto que la Historia se supone que ha ido viento en popa desde la transición, no se explica Alfonso Pinilla la algarabía creada por la irrupción de la Memoria.
XEL DISCURSOx del profesor de la Uex alberga un visible, aunque no manifiesto, deseo de que la Historia no salga de la Academia (o quizás más bien de que vuelva a ella). Pero yo siento decirle, y hablo pensando en el país en general, que si tal cosa ha ocurrido ha sido en parte porque la Academia olvidó su función social. No son "las nuevas condiciones políticas del presente las que han vuelto a anteponer la Memoria a la Historia". Los movimientos en pro de la Memoria Histórica comenzaron hace diez años, bastante antes de que los partidos políticos se implicaran en el asunto a favor o en contra. Tampoco existe una "vergonzosa guerra de esquelas", lo que sí existe son unos sectores alentados desde la extrema derecha política y mediática que no admiten que los vencidos recuerden públicamente y por una vez a sus muertos. Sabiendo todo lo que el franquismo hizo durante décadas por sus caídos, esta cruzada contra la memoria de los vencidos resulta escandalosa. Pero cumple su objetivo: impone el concepto de que existe una guerra de esquelas . Dos bandos.
Para Alfonso Pinilla no resulta sorprendente que "ante la memoria de los vencidos resurja la de los vencedores". En realidad la memoria de los vencedores nunca ha dejado de estar ahí y de hecho es la memoria predominante en nuestro país, un país cuajado de lugares de memoria franquistas y que, para colmo, tiene que sobrellevar a una Iglesia que, pasada la transición, no ha dejado de recordar año a año a sus mártires. En España hay lugar, mucho lugar, para la memoria de los vencedores pero muy poco para la memoria de los vencidos. Y respecto a la conocida máxima de Orwell que se cita resulta evidente que está fuera de sitio. El pasado aquí todavía tiene dueño y el problema es precisamente que hay quienes, controle quien controle el presente, no están dispuestos a perderlo. Quizás lo que perturbe a la poderosa derecha española es el horror vivido que transmite la memoria histórica de las víctimas del fascismo. La derecha preferiría el silencio absoluto sobre el pasado, silencio al que llama "espíritu de la transición".
Nosotros, los historiadores, que sabemos que casi todo lo que queda en los archivos es memoria de los vencedores, tenemos el deber de recoger con especial cuidado la memoria de los vencidos, de los nadie, cuya voz no suele aparecer en la historia. Los tiempos en que la Academia controlaba la Historia ya han acabado. Ahora la cosa se ha complicado un poco y para investigar la historia del golpe militar, de la guerra y del fascismo no basta con acudir al archivo, sino que, mientras podamos, hay que recoger la memoria viva del fascismo de labios de quienes lo padecieron. Es necesario insistir en que, aunque la base sean los documentos, hay hechos, aspectos y matices del pasado a los que sólo podemos acceder por la Memoria, especialmente cuando lo que nos ha llegado de los vencidos ha sido filtrado por los vencedores. Lo que hemos aprendido, después de tantos años, los investigadores de nuestro pasado reciente es que la Historia y la Memoria se necesitan mutuamente y se complementan.
En última instancia, el problema no es entre Historia y Memoria sino entre Historia y Propaganda. Pero en esta lucha, al menos hasta el momento y salvo honrosas excepciones, la Academia se mantiene al margen.

(Mano en la cueva del Castillo, Cantabria)

jueves, 21 de diciembre de 2006

Los reformistas de Franco


Los politicos moderados que formaban parte del régimen de Franco entre los años sesenta y setenta y que apoyaban la reforma política del sistema fueron un factor esencial para el éxito de la transición democrática en España. Esa es, en palabras de la propia autora, la principal conclusión de este libro.

Así planteada, la tesis no es excesivamente sorprendente. Más allá de grados, hay cierto acuerdo al considerar la transición política en España fruto de un pacto entre dos posibilismos: el de los franquistas que apostaban por la reforma y el de los antifranquistas que preconizaban la ruptura. Lo que salta a los ojos es arrancar el proceso en fecha tan insólita para la historia democrática española como 1964 y convertir a Manuel Fraga -y no a Suárez o al propio rey- en el principal representante del reformismo franquista. Aunque es indudable el papel de Fraga en los últimos tres lustros de la dictadura, pocos -salvo los afines- le habían reconocido el protagonismo que le otorga Cristina Palomares. Además, la autora de Sobrevivir después de Franco, doctora de Historia en la London School donde también ejerce Paul Preston (que le prologa el libro), coloca a los partidos de izquierda en el patio de butacas, asistiendo a un espectáculo en el que actúan de comparsas.

Quizás ambas conclusiones sean lógicas en un estudio que acaba cuando empieza la actividad legal de los partidos políticos de izquierda, hasta entonces sometidos a la clandestinidad, y que además se limita a estudiar la evolución dentro -y no fuera- del régimen franquista. En cualquier caso, conviene contrastar la lectura de este libro de Palomares con ensayos radicalmente opuestos -como La sombra de Franco en la transición, de Alfredo Grimaldos-, moderadamente contrarios -como El triunfo de la democracia en España, de Paul Preston- o complementarios -como La oposición democrática al franquismo, de Javier Tusell.

Más allá de sus discutibles planteamientos de fondo, el libro es un buen trabajo, está bien escrito, y se apoya en un importante esfuerzo documental. Una obra importante para el estudio del tardofranquismo.

El foie-gras extremeño


Según leo en la prensa (hace tres días lo publicó Le Monde, ayer El Pais y hoy ha salido en el Telediario), el Comité Interprofesional de Palmípedos de Foie-Gras, que agrupa a los productores franceses, ha puesto el grito en el cielo porque un empresario extremeño del paté llame foie-gras a su producto, cuando para obtenerlo no maltrata a los patos cebándolos a la fuerza, que parece ser el distintivo de esa delicatessen. Supongo que a los franceses les importaría un pito el asunto si el foie-gras extremeño no hubiera ganado un premio “Coup de Coeur” a la innovación en el Salón Internacional de la Alimentación de París (SIAL).

El empresario es Eduardo Sousa Holms, dueño de La Patería de Sousa, una fábrica de paté de Fuente de Cantos. Lo conozco desde que montó la empresa, a finales de los noventa, porque el suyo es un proyecto de desarrollo rural, que inicialmente fue financiado con fondos de la iniciativa comunitaria Leader II desde el Centro de Desarrollo Comarcal de Tentudía, que dirigí desde 1996 a 2003.

La capacidad comercial de Sousa es sorprendente. Baste decir que a pesar del poco más de un lustro de actividad de la empresa, la publicidad con que se anuncia asegura que son “artesanos del paté desde 1812”. Y es que Sousa trabaja con recetarios familiares que se remontan a esa fecha, cuando —según una tradición de cierto tufillo francófobo— las tropas de Napoleón saquearon la biblioteca del convento de Alcántara y uno de los libros de recetas de los frailes acabó en manos de la duquesa de Abrantes, mujer del general Junot, que las difundió entre sus amistades de Paris. Aunque desconozco la conexión entre la familia danesa de Eduardo y Laura Junot, la pasión que pone Sousa en la historia disculparía su veracidad, pues si non e vera e ben trovata.

Conozco a pocos pequeños empresarios extremeños que hayan apostado tanto por la comunicación y el marketing para situar sus productos. Pero la eficacísima campaña de comunicación de Sousa no es engañosa, pues se basa en productos de calidad contrastada. Lo único que hace es reforzar esa excelencia con declaraciones apetecibles para la prensa (como solicitar la denominación de origen para el paté de pato extremeño) o alianzas de atractivo mediático (ya se coló en “El Club Gourmet” de El Corte Inglés y últimamente lo ha hecho en los almacenes "Harrods" de Londres). Y ahora esta polémica en el mismísimo Paris. Lo dicho: un buen producto y un tipo listo.