sábado, 11 de octubre de 2008

Encuentre las diferencias



















"Se prohíbe la utilización de personas como soporte publicitario" dice la ordenanza del Ayuntamiento de Madrid que Alberto Ruíz Gallardón y Ana Botella han presentado hace unos días. Hablan de vejación y de falta de estética. Digo yo que será según cuánto cobren y quiénes sean los hombres anuncios.

6 comentarios:

Pantagruel dijo...

Quizás me resultara apropiado el comentario si no fuera porque le oí decir lo mismo a Don Jiménez Losantos en su La mañana. Vade retro.

Pepe Santana dijo...

Pues la diferencia está clara: 1.- El primer hombre anuncio seguro que gana poco más de algunos euros al día, por eso, vejado, su dignidad está a la altura del peluquín y para que la su dignidad sea restituida ha de prohibírsele que siga vendiendo su cuerpo por tan poco dinero; evidentemente el izquierdoso del PP y la señora del fornido dirigente neocon, han pensado que es mejor plato vacío con dignidad que plato medio lleno sin dignidad; ello les ha llevado a actuar en conciencia y con el único fin de restituir la dignidad de estos ya extrabajadores. 2.- El segundo hombre anuncio es un señor cuya dignidad no sufre porque seguro que saca un montón de millones de euritos al año por pasearse de esa guisa por los circuitos del mundo; por tanto si la su dignidad no está en entredicho no hay por qué prohibirle que siga portando su indumentaria. Con respecto a la falta de estética, no hay punto de comparación, ¿no?

Alicia Vernok dijo...

Yo también pensé en Fernando Alonso cuando escuché la noticia.

El Mundo trae (no recuerdo si hoy o fue ayer, me come el alzehimer!!) el mismo juego en su portada.

Pantagruel, no te de miedo coincidir de vez en cuando con los que piensan diferente.

Pantagruel dijo...

No, si no me da miedo, coincidir con ese tío solo me da terror. No se trata simplemente de pensar diferente.

Antonio Parra dijo...

Lo de Madrid es patetismo puro y duro. Esta noticia que ya salió en distintos medios de comunicación con los mismos personajes es una anecdota ante el esperpento, al más puro estilo Valle Inclan, de la "movida madrileña" en la sanidad "pública" y el acoso a los sindicatos.
Decía un amigo mío de la blogosfera al respecto:

"Lo confieso. Soy un sindicalista de Comisiones Obreras.

Espero que el haber confesado voluntariamente me sirva de atenuante, y no acabe en los calabozos de la Puerta del Sol, o en la cárcel de Carabanchel. Que no me torture Melitón Manzanas, ni el comisario Conesa, ni Ignacio González. Que no acabe procesado por el Tribunal de Orden Público. Que los servicios de propaganda de Esperanza Aguirre no me saquen en Telemadrid, con una flecha roja apuntando a mi cabeza. Que mi nombre no sea pisoteado, ni que el Güemes me llamen vividor, vago, alborotador a sueldo.

Prometo, a cambio, renunciar a mis ideas, a la defensa de los servicios públicos. Renunciar a considerar que la educación, la sanidad, y el transporte también, son servicios de todos y para todos. Renunciar a sentirme orgulloso de pertenecer a una organización de trabajadores que no necesita apuntarse a última hora a condenar el fascismo de Franco y de su régimen, como hace ahora el PP gallego, porque desde su nacimiento la lucha contra ese régimen fue su primera tarea. Prometo luchar por reformar esa constitución que sinvergüenzas como Esperanza Aguirre dicen defender, sin creer en una sola de las libertades que consagra, y que tiene presente a los sindicatos desde su artículo 7."

P.D: el Martes pasado murió mi padre.
Un abrazo-

Anónimo dijo...

Se han olvidado de los jugadores de fútbol, que llevan publicidad en las camisetas.

Y a veces en el trasero de los pantalones.