La ternura de una historieta
Mi amigo Javier prefiere llamarlas “historietas” y no “comic”. Esta mañana, mientras amanecía, he ido leyendo en el tren una de ellas: el segundo volumen de Persépolis, una crónica autobiográfica de Marjane Satrapi en la que relata su infancia y adolescencia en el Irán de comienzos de los ochenta del siglo pasado. La intransigencia religiosa del islamismo más fundamentalista iraní en plena guerra con Irak. Me dicen que ya la han convertido en película.
Casi al final del cuaderno me topo con una viñeta que me conmueve. La joven Marjane observa a su abuela mientras ésta se desnuda y advierte que le caen jazmines de los pechos.
Casi al final del cuaderno me topo con una viñeta que me conmueve. La joven Marjane observa a su abuela mientras ésta se desnuda y advierte que le caen jazmines de los pechos.
1 comentario:
En Martos, a comienzos de los setenta del siglo pasado, también mi abuela despedía aroma de jazmines. Prendía las flores en el alfiler de su moño hasta que al anochecer se abrían en su cabeza. Nunca se han cerrado. Mi abuela Caridad, coqueta y contenida como la de Marjane, vive en la memoria del jazmín.
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