miércoles, 5 de julio de 2006

El fuego secreto de los filósofos


Ayer comí en Mérida con Isidoro Reguera, catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Extremadura. En la conversación nos comentó su último encuentro con Jacobo Siruela y con su mujer, Inka Martí, retirados en Mas Pou, una casona en la localidad gerundense de Vilaür, de 115 habitantes. El conde de Siruela editó hace tres años el libro de Reguera sobre Jacob Böhme, el poco conocido filósofo alemán del siglo XVI, y supongo que de ahí se conocen.

Desde el Ampurdán, Jacobo Fitzjames-Stuart Martínez de Irujo —tras vender la magnífica Ediciones Siruela— gestiona su nueva aventura editorial: Atalanta, que está poniendo en el mercado algunos libros “raros” y refinados, tan del gusto de su dueño y de quienes le seguimos. Le he leído al editor que su intención es buscar modelos, que está harto —editorialmente hablando— de la enfermiza celebración del presente y que los mejores anclajes para el porvenir son la memoria y la imaginación.

A cuento de Siruela y de Atalanta, Isidoro Reguera y yo descubrimos que leemos —y ambos con pasión— el mismo libro: El fuego secreto de los filósofos, de Patrick Harpur, primer título publicado por la nueva editorial dentro de la colección “Imaginatio Vera”.

Hace unos días me referí aquí a él. El subtítulo es Una historia de la imaginación, y de eso trata. Harpur recorre arquetipos, sucesos, leyendas, autores y obras —sobre todo del mundo anglosajón— que han ido jalonando un discurso distinto al de la ortodoxia racionalista. Es un libro de filosofía, de mitología, de literatura, de historia... que muestra formas distintas de ver el mundo. El hilo argumental de este ensayo salta del ya citado Böhme —Boehme prefiere el traductor— y su distinción entre fantasía e imaginación a los mitos griegos, de Newton y Einstein a los gnomos de las fábulas del bosque, de Petrarca al Santo Grial. Si intentara contar el contenido de esta obra sentiría casi similar impotencia a la manifestada por el personaje de El Aleph: lo que vieron mis ojos fue simultáneo; lo que transcribiré, sucesivo... Porque Patrick Harpur ha querido construir su libro no con el canon apolíneo de la ortodoxia que critica sino con el desorden dionisiaco de la heterodoxia que propone. Y ha escrito un libro sin orden, o mejor, con otro orden. Una reflexión sucede a otra por analogía, evitando toda jerarquía e hilvanando así un discurso coherente, en la forma, con su propio contenido. Al decir del autor, el libro está hecho como piensan los nativos: superando las contradicciones mediante metáforas y evitando dar un valor simbólico absoluto a cada cosa.
El fuego secreto de los filósofos es una lectura que merece la pena. Ofrece belleza y conocimiento desde la originalidad. Es un libro inteligente, que ayuda a desbrozar la inteligencia de lo que ha ocurrido y ocurre. Y en la portada, Arcimboldo, Agua, 1566.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde que salio Pilo de su blog esto va, cuesta bajo y sin frenos

saludos y ánimo.

Anónimo dijo...

Sí, menos mal, porque han estado a punto de echarlo a perder. De nada sirven tantos comentarios de gente si hablan a gritos. Más vale calidad que cantidad.

Anónimo dijo...

Pos mu bien. Lo leeremos; o veremos de leer. Aunque del "genio" anglosajón no esperemos milagros. Bárbaros del norte, al fin y a la postre. El tal conde de Siruela tira para su parentela. Y es que estoy de una cruzada antialbiónica (de Perfida Albión). Porque si eso lo escribiera alguien de aquí -y hablo de Extremadura- enseguida se le motejaría de lío, malo, etc. Pero si lo hace un "guiri" pos es lo mejón (sic). Que no lo pongo en duda y tal vez sea eso, que no eres capaz de exponer su intensidad de tan interesante. Lo quedo ahí y lo anoto pa hacerme de él. Gracias.

El Aviador Capotado dijo...

No entiendo la crítica que hace el último anónimo respecto a la introducción que hace usted sobre El fuego secreto de los filósofos. Probablemente este señor ha digerido mal El mediterraneo y los bárbaros del norte.
A la Ediorial Siruela, le debemos mágnificos libros editados exquisitamente por Jacobo Fitzjames, que ya me gustaría que hubiera más condes como este.
El anónimo olvida o desconoce, que gracias a Siruela, hemos gozado de una de las mejores revistas, me refiero Al Paseante. Hemos podído leer a Gershom Scholem, Ibn Arabi, Henry Corbin y otros, amen de la preciosa tradución y encuadernación de la Vida Nueva. Ediciones de alto riesgo ecónomico, que solo un editor con vocación asume.

Por favor ponga su nombre, no tiene nada de malo y mucho de respeto.

Enhorabuena por la introducción al libro.

Saludos

Johnny Lingam dijo...

He empezado hace poco a leer el libro de Harpur y es un antídoto perfecto, tanto para el racionalismo cientifista como para la charlatanería al estilo Iker Jiménez. Es una pena que este tipo de propuestas fronterizas estén condenadas por su propia naturaleza a ser disfrutadas por unos pocos.