martes, 30 de octubre de 2007

Sobre la autenticidad de la carta acerca del asesinato de Lorca



A comienzos del mes pasado hice referencia aquí a la infame carta de Manuel Luna a Melchor Fernández Almagro dando cuenta del asesinato de Lorca. Mi artículo, titulado "Carta sobre el asesinato de Lorca", seguido unos días después de otro en el que transcribía el de Fernandez Almagro, "Genealogía de los rojos", generó algunos comentarios que dudaban de la autenticidad de la carta. Me escribe ahora Víctor Fernández, investigador que la sacó a la luz y me cuenta lo siguiente, que publico con su permiso:

Soy Víctor Fernández, el autor del artículo en el diario "La Razón" donde se daba a conocer la carta del asesino de Lorca por primera vez. He encontrado navegando por la red su blog en el que reproduce la misiva y he visto algunos de los comentarios que ésta ha generado, especialmente el del profesor Francisco Espinosa. Permítame un par de apuntes puesto que he visto que se pone en duda la autenticidad del documento.
Ante todo, la carta es real. Tengo una fotocopia de la misma y un fragmento de ella se expuso por primera vez en 1998, en la exposición que se dedicó en Granada a Lorca con motivo de su centenario. Creo que los datos del enfermo Manuel Luna son reales. Existe el artículo de "Genealogía de los rojos", existió un Manuel Luna en Granada y existieron los nombres que da de asesinados. La carta sí está fechada, concretamente el 9 de mayo de 1939, detalle que reproduzco en mi texto. Por eso me sorprenden las dudas del profesor Espinosa, al que por cierto admiro por sus trabajos sobre la represión de Queipo.
Cuando uno encuentra un material de estas características, piensa que lo mejor es difundirlo, que todos sepan de su existencia. Por eso en su momento entregué fotocopias del manuscrito a la Fundación García Lorca, en Madrid, y a Ian Gibson, gran historiador y buen amigo, que la incluye en su nuevo libro sobre la muerte del poeta.
Mis dudas están en saber más de ese episodio. ¿Llegaron a verse Luna y Fernández Almagro? ¿Qué amistad tenía Luna con Ramón Ruiz Alonso? ¿Qué sabía Marañón del asesinato de Lorca? Demasiadas preguntas por responder aún.

lunes, 29 de octubre de 2007

El campo de concentración de Castuera



Tras años de investigación, Antonio D. López Rodríguez, licenciado en Historia por la Universidad de Extremadura, ha publicado Cruz, bandera y caudillo. El campo de concentración de Castuera (CEDER La Serena, Badajoz, 2006), un estudio sobre la corta pero nociva existencia de este campo que algunos no han dudado en calificar "de exterminio".
Con prólogo del historiador Javier Rodrigo, experto en temas carcelarios, el libro relata los pormenores y la historia de un espacio de infamia cuyo dudoso honor es haberse convertido en uno de los símbolos de la guerra civil en Extremadura.
El libro se presenta el martes próximo, 30 de octubre, a las 20.30 horas, en el salón de actos del MEAIC (C/Virgen de Guadalupe, 7) de Badajoz. El acto lo organiza el Grupo de Estudios de Historia Contemporánea de Extremadura.

domingo, 28 de octubre de 2007

Fernando Aramburu premiado con el "Dulce Chacón" de narrativa española


El escritor vasco Fernando Aramburu ha ganado el IV Premio Dulce Chacón de narrativa española con su obra Los peces de la amargura editada por Tusquet. El jurado se reunió en Zafra el viernes pasado presidido por Rosa Regás e integrado por Ignacio Martínez de Pisón, Félix Grande, Luis García Jambrina, Soledad Puértolas, Isabel María Pérez, María del Carmen Rodríguez y Luciano Feria. Los otros finalistas han sido El abrecartas (Anagrama), de Vicente Molina Foix; La piedra en el corazón (Círculo de Lectores), de Luis Mateo Díez; Llámame Brooklyn (Destino), de Eduardo Lago y Ninguna necesidad (Mondadori), de Julián Rodríguez, aunque parece que el asunto se dilucidó finalmente entre Aramburu y Molina Foix, reproduciendo así, pero con resultado inverso, el debate final de hace diez días en el jurado del Premio Nacional de Narrativa que acabó ganando el escritor catalán.

Los peces de Aramburu se unen a El comprador de aniversarios de Adolfo García Ortega (Ollero y Ramos), Invasor de Fernando Marías (Destino) y Enterrar a los muertos de Ignacio Martínez de Pisón (Seis Barral) en el cuadro de honor de este premio, creado en 2004 como homenaje a la escritora zafrense.

Ya elogié aquí hace unos meses los relatos de
Los peces de la amargura, por eso más que hablar ahora del galardonado me gustaría hacerlo sobre el galardón. Porque el premio "Dulce Chacón" es uno de los más singulares y honestos de los que se otorgan en España.

El proceso del premio arrancó este año con la selección de los libros finalistas a partir de listas de tres títulos propuestas por dieciséis personas: los siete miembros del jurado con voto y nueve críticos literarios (Ernesto Ayala-Dip, Francisca Flores, Antonia Sande, Javier Goñi, Antonio Iturbe, Juan Ángel Juristo, José María Pozuelo, Carmen Rodríguez Santos y Fernando Valls). Según dicen las actas de selección de las obras finalistas, recogidas todas las candidaturas, se obtuvo una lista de 25 libros, sobre los que cada miembro del jurado eligió 6, adjudicándoles distintas puntuaciones según el orden de preferencia: 10, 8, 6, 5, 4, 3 puntos, de primero a sexto, respectivamente. De ahí surgieron los cinco finalistas entre los que el jurado ha elegido al premiado. Pero además, y para incrementar el perfil participativo del premio, el voto de la concejala de cultura es sugerido por una comisión popular de lectores que presenta sus resultados en un acto público (ver cartel anunciador).

En fin, un premio transparente y hasta participativo detrás del cual está la abnegación y el buen hacer del poeta Luciano Feria, que ejerce de secretario ―sin voto― del jurado.

sábado, 27 de octubre de 2007

Asociaciones


Hay quienes ni pertenecen ni han pertenecido nunca a una asociación. Van por libre. A veces por autosuficiencia, a veces por individualismo o por la socorrida falta de tiempo. Pero el número de cuotas de asociaciones que nos pasan al año por el banco supone un índice de nuestra, llamémosle, “vitalidad social”. Lo de no existes sin los otros ya lo coloqué en un poema hace veinte años, aunque en mi caso más que un verso es una declaración vital. No existes sin la familia, sin los amigos… pero creo que también se pierde una parte importante de sí al no pertenecer a alguna peña, grupo o asociación.

Yo estoy cumplido. Además de a Comisiones Obreras, a algún partido político de arte y ensayo y a la comunidad de vecinos, ahora pertenezco a cinco asociaciones más: la de Escritores de Extremadura, la de Bibliófilos extremeños, el Grupo de Estudios de Historia Contemporánea de Extremadura, el Centro de Iniciativas Turísticas de Zafra y la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero”.

Precisamente de esta última tuvimos ayer, la junta directiva, reunión. Hablamos ―como en toda asociación― de hacer cosas juntos, de construir sociedad colectivamente, de ser con los otros.



En la foto y de izquierda a derecha, Justo Calderón, Teodomiro Trujillo, Lorenzo Suárez, Libertad González, Juan García Gutiérrez y Tomás Rayego, parte de la junta directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero”

domingo, 21 de octubre de 2007

La última librería en español de NY




El viaje a Nueva York me ha sugerido muchos apuntes y notas. Uno de ellos, que recupero ahora, casi dos semanas ya desde el regreso, hace referencia al cierre de Lectorum, la mejor librería de las dedicadas a libros en español de toda la ciudad. A pesar del enorme número de hispanohablantes, la oferta de libros en español de NY no es muy amplia (alguien lo ha señalado: no hay libros en español en países anglosajones). Desaparecido el inmenso almacén en el Bronx de Eliseo Torres ―cuyos fondos adquirió Abelardo Linares, de la librería sevillana Renacimiento― sólo quedan libros de este tipo en los Strand Bookstore y en Lectorum.

Pasé primero por el Strand Bookstore de Broadway esquina con la calle 12. Muchísimos libros en la que está considerada la mayor librería de viejo del mundo pero una pobre estantería de español donde no había nada estimable. Después nos encaminamos a Lectorum, en la calle 14, entre las avenidas sexta y séptima. El sitio me lo había recomendado José Miguel Martínez Torrejón, un zafrense que ejerce de profesor de español en el Queens College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Me decía que estaban cerrándola. Y, en efecto, cuando llego está cerrada desde hace un par de días aunque por los cristales se ve a varias personas cogiendo libros de los inmensos estantes y apilándolos en el suelo. Llamo y un hombre me abre. Tiene acento hispanoamericano. Le hablo de mi interés por echar un vistazo. Y, como sugiriéndome la única contraseña que puede franquearme la entrada, me pregunta si soy profesor. Le digo que sí sin dudarlo. Me dice que espere en la puerta. Vuelve a entrar y cierra tras de sí. Al momento aparece otro hombre, que parece el jefe, y también me interroga. Por fin me deja entrar.

Cerraron el día 29 de septiembre y ya están clasificando los libros para llevárselos. Eva y yo echamos un vistazo a lo que nos dejan ver: literatura. Mucho Losada y muchos escritores hispanoamericanos. Miro por el rabillo del ojo el resto de los estantes que me están vedados. Me incomoda pensar que estoy molestando. Compro algunos libros al 20% de descuento y nos vamos. Son los últimos que pueden adquirirse directamente en la mejor librería en español de NY y que
trabaja ya sólo por internet.

Como dice
Javier Rioyo a cuenta del cierre de Lectorum, ahora es cuando más español se habla en Estados Unidos, pensaba que era cuando más de leía. No debe ser así. O no leen, o lo que leen lo encuentran en otras superficies.

sábado, 20 de octubre de 2007

Barrancos y la otra "columna de los ocho mil"



Barrancos es una localidad singular. Situada a tiro de piedra de Encinasola, casi en el límite entre Extremadura y Andalucia por Huelva, es de las poblaciones portuguesas más españolas. Sus habitantes dicen con cierta guasa que hablan el barranqueño, un portugués con tantas herencias castellanas que el resto de los portugueses casi no lo identifica con su lengua.

Estuve el pasado sábado por allí. Se presentaba el libro de la antropóloga Maria Dulce Antunes Simões Barrancos na encruzilhada da Guerra Civil de Espanha donde se narran los hechos protagonizados por mil extremeños ―de Fregenal, de Oliva, de Jerez…― que en septiembre de 1936 salieron de España buscando refugio en Portugal. En Barrancos fueron protegidos por el teniente de carabineros Antonio Augusto de Seixas que, tras mantenerlos varias semanas en dos campos de concentración improvisados, logró embarcarlos en el buque Niassa rumbo a Tarragona. Este éxodo de los extremeños hacia Barrancos es ―aunque menos numeroso― el complemento de otro, el de los ocho mil que por las mismas fechas acabaron diezmados en dirección contraria, cerca de Fuente del Arco.

El libro arranca con las memorias de un hijo de Seixas, Gentil de Valladares, que narra cómo vivió los hechos desde sus veintitantos años. Además, Francisco Espinosa nos ofrece un estudio histórico con la peripecia de los refugiados. La otra mitad del libro la ocupa un texto antropológico de Dulce Simões, titulado “Relaciones sociales, poderes y resistencias”, donde se analiza la singularidad de Barrancos como pueblo de frontera y sus principales rasgos durante esos años.

El acto, en el patio del museo de la localidad, a las 4 de la tarde y bajo un sol de justicia, resultó entrañable. Varios ancianos de uno y otro lado de la raya asistieron emocionados en primera fila. Y, además de Paco Espinosa desde la tribuna, estuvieron presentes amigos y conocidos como el periodista Alonso de la Torre, el abogado José Manuel Corbacho y los “morrimer” Ángel Hernández y Fernando Ramos. Fue un encuentro en la frontera de alentejanos y extremeños a propósito de una memoria compartida.

viernes, 19 de octubre de 2007

Manolo Peláez corrige a Millás a propósito de Servet

Incorrección histórica.


El 12 de octubre del presente, don Juan José Millás escribe una columna en la última página de su diario titulada Cine 'gore'. Suscribo el sentido e incluso la letra del texto. Sin embargo, en el mismo se desliza un error, propio de la ligereza con que a veces se abordan las citas históricas. Millás escribe: "Torquemada pronunciaba una jaculatoria cada vez que apretaba la tuerca del potro en el que agonizaba un pobre infeliz partidario de la doble circulación de la sangre...".
Con seguridad el señor Millás desconoce que el inquisidor general fray Tomás de Torquemada (1420-1498) fue designado para tal cargo en 1483 en los territorios de la Corona de Castilla, mientras que Miguel Servet (1511-1553), médico y teólogo al que se refiere de manera indirecta aludiendo a uno de sus partidarios al final de la cita, descubrió y describió en su Christianisimi Restitutio la circulación menor o pulmonar de la sangre y el paso de ésta del ventrículo derecho al izquierdo del corazón después de pasar por los pulmones poco antes de 1538, en que abandona su estancia en París huyendo de la Inquisición española. Se deduce de lo anterior que Torquemada había muerto más de 30 años antes de los logros de Servet y, por tanto, difícilmente pudo apretar tuerca de potro alguno contra los seguidores del insigne científico aragonés, que murió quemado en la hoguera en 1553.


(Manuel J. Peláez García. Zafra. Publicado en la sección "Cartas al Director" de El País, 19/10/2007)

lunes, 15 de octubre de 2007

El error de ETA

ETA va a acabar matando a alguien. En las últimas ocasiones ha fallado, pero no descansará hasta acabar con la vida de algún inocente. Hubo una época en que hasta los fallos de ETA eran triunfos para ella. Creíamos que eran asesinos infalibles y que sus errores eran amagos tácticos, fallas estratégicas.

No sé si realmente alguna vez fue así, pero ahora sus errores sólo son las torpezas de un animal que se sabe viejo en su maldad. Y es patético que estos últimos coletazos los estén protagonizando jóvenes, sangre fresca que busca sangre, cuya destreza ―que habría que suponer propia de la edad― se anula por el temblor senil de la banda que les amamanta.

ETA va a acabar matando a alguien. Y ese, como siempre, será su gran error.

domingo, 14 de octubre de 2007

Nunca hubo un 14 de octubre de 1582


Los historiadores trabajamos con fechas y pensar que algún día no haya existido nos desasosiega. Es una paradoja historiográfica imposible. Ese desajuste entre la convención del calendario y la pura realidad del tiempo fluyendo es un asunto difícil de admitir para quienes fechamos el pasado.

Pero el caso es que nunca hubo un 14 de octubre de 1582. Ni un 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12 o 13 de octubre de 1582. Diez días inexistentes para ajustar el antiguo calendario juliano hasta entonces vigente con el que desde esa fecha se llama gregoriano. Desde que Julio César instituyó en el año 46 a. C. el calendario solar de su nombre se venía produciendo una diferencia de 11 minutos y 14 segundos cada doce meses entre el año juliano y el año trópico, de tal forma que en 1582 el adelanto del calendario era ya de 10 días sobre la sucesión de las estaciones. Por eso se decidió ajustar el calendario, aunque sólo Italia, Portugal, España y Polonia lo hicieron ese año, incorporándose el resto de los países años y hasta siglos después.

La decisión provocó confusiones y situaciones insólitas. Las más conocidas están relacionadas con la muerte de Teresa de Jesús (murió el día 4 de octubre y fue enterrada el día 15, esto es, al día siguiente) y con la supuesta coincidencia en la fecha de la muerte de Cervantes y Shakespeare, el 23 de abril de 1616. El escritor español no murió el 23 sino el 22 (el 23 se enterró), pero es que además ―como en Inglaterra seguía en vigor el calendario juliano― el 23 de abril de 1616 inglés fue diez días después que el español.

Se me va la cabeza figurándome los desvaríos cotidianos que produjo la desaparición de esos días. La verdad es que estamos acostumbrados anualmente a otras minúsculas pérdidas de calendario. Con lo del adelanto de la hora se volatilizan 60 minutos cada año que después se recuperan, pero de ahí a diez días hay un trecho.

El fin, llevamos diez días sin poder conmemorar el 425 aniversario de nada ni de nadie.

viernes, 12 de octubre de 2007

Dos cartas sobre memoria histórica


Dos cartas en la sección de opinión de dos diarios son de lo mejor que se publica en la prensa de hoy sobre memoria histórica. Ambas tratan de Extremadura.



Memoria histórica
«¿Quién es?». «¿La Benemérita!», se escuchó al otro lado. Con el cuerpo agarrotado por el miedo abrió la puerta. «¿Venimos a por Andrés!». «¿A dónde lo llevan?». «¿A dar un paseo!». «Pero... ¿por qué? ¿Él no ha hecho nada!». Andrés bajó la cabeza resignado, se quitó la boina y la colgó de la alcayata de detrás de la puerta con cuidado, como si pensara recogerla más tarde.
«¿Él no ha hecho nada! ¿Por qué se lo llevan?», preguntó de nuevo Juana, su mujer. Un portazo fue la respuesta. Todos sabían que el 'paseo' acababa junto a la pared de detrás del cementerio, cubierta de hiedra y rosales silvestres, ideal para ocultar las atrocidades y miserias que es capaz de cometer el ser vivo que se autoproclama 'humano'.
Pero no, no termina la historia como podría temerse. Andrés pudo recoger la boina de la alcayata. No, no fue porque le encontraran inocente en un juicio que nunca pensaron hacerle, fue por lo único por lo que se podían salvar: por la suerte. Sí, la suerte de cruzarse durante el 'paseo' con el terrateniente para el que trabajaba en su gran finca. Su amo lo reconoció y paró a los dos guardias. «¿Dónde lo llevan?». «A la pared, señor». «No, esto debe ser un error, lo necesito en mi cortijo. Suéltenlo o hablaré con sus superiores».
Así, gracias a un tipo de 'juicio' bastante peculiar le fue conmutada la pena y pudo volver a casa, formar una familia, nacer mi padre y estar yo contándoles esto mientras observo a mi hijo de 5 meses... y esto ocurría un tiempo después de acabada la guerra.
Por favor, los que digan que hubo muertes en los dos lados y que esta ley sólo viene a remover fantasmas del pasado, piensen esto: las víctimas del lado vencedor tuvieron 40 años para ser homenajeados, beatificados y encumbrados como héroes, los del lado perdedor siguieron cayendo después de terminada la contienda y sólo tuvieron un hoyo junto a una cuneta o al lado de la pared del cementerio... y algunos ni eso.


Miguel Romano Romero, Puebla de la Calzada, (Publicada en HOY, 12-10-07)



España, 1936-2007
Es Jerez de los Caballeros una hermosa población de la provincia de Badajoz. Allí nació mi abuela y murió mi abuelo. El 21 de septiembre de 1936 no hubo guerra, sólo una rueda interminable de fusilamientos. Y cabezas de mujeres rapadas. Y expolio de propiedades de los vencidos. Y miedo, mucho miedo. Ningún jerezano de derechas fue asesinado antes de la conquista. Fueron encarcelados por la autoridad republicana y eso les salvó.
El 21 de septiembre de 2006 era yo quien entraba en Jerez de los Caballeros. Acudí al homenaje de los republicanos fusilados. Y a buscar a mi abuelo. Oí historias inimaginables. Hice amigos. Entre éstos, una mujer a quien la violencia le había arrebatado dos hermanos, José y Francisco. A Francisco le enterró en el pueblo tras recoger su cuerpo del cementerio de Bermeo (Vizcaya), donde fue cristianamente sepultado tras morir en el País Vasco, combatiendo en las filas del ejército de Franco. Era católico. Como la madre de mi amiga, ferviente, celosa cumplidora de sus deberes para con su Iglesia. Tan devota que hizo prometer a su hija antes de morir que en cuanto "se pudiera" enterraría a su otro hijo, José, como a un auténtico cristiano. José fue fusilado por falangistas el 3 de octubre de 1936, contra las paredes del cementerio. La única acusación que conocieron fue, años después, bajo secreto de confesión, que había reído ante el paso de los presos de derechas cuando eran llevados a trabajar. Tenía 23 años. Lo enterraron en una fosa común exhumada en el cementerio de Jerez de los Caballeros en 1981. Mi amiga decidió que no podía dejar allí a sus otros conciudadanos. En ese momento, 65. Hay en el cementerio de Jerez de los Caballeros un mausoleo en cuya lápida blanca grabaron: "Holocausto. 1936-1939". Y la paloma de la paz de Picasso. Mi amiga me contó que no se atrevieron a poner los nombres de los republicanos por "no abrir viejas heridas".
Años más tarde, antes de fallecer la madre de mi amiga, recibieron una sorprendente visita. Eran dos sacerdotes que venían a ofrecer la posibilidad de emprender el proceso para proclamar mártir a su hijo Francisco, caído por Dios y por España en el frente del País Vasco. Me cuenta mi amiga que su madre les dijo a los ministros de su amada Iglesia católica que ella conocía mejor que nadie a Francisco. Y a su otro hijo José. Y que si bien ambos eran muchachos de buen corazón y mejores actos, si por su forma de actuar en la vida alguno podía ser denominado santo, ése era su hijo José. Cuenta mi amiga que tras insistir brevemente, los sacerdotes salieron de su casa. Ni el próximo 28 de octubre, ni ningún otro día, los nombres de Francisco y de José serán mencionados en la plaza de San Pedro de Roma.


Pedro Delgado Sánchez, Madrid (Publicada en El País, 12-10-07)

domingo, 7 de octubre de 2007

Hispanic Society


No podía venir a Nueva York y dejar sin visitar la Hispanic Society: Lo primero que sorprende es su ubicación, en pleno Harlem. En la 155 con Broadway me encuentro un edificio neoclásico, levantado a comienzos de siglo por Archer Milton Huntington (1870-1955), un poeta y bibliófilo multimillonario que heredó la fortuna de su padre ―dueño de unos ferrocarriles― y con ella creó esta sociedad dedicada a lo hispánico.

Ayer, cuando visitaba el MOMA, tenía la fantasía de poder recorrer algún día un museo completamente solo, sin los centenares de personas que se cruzan cuando miras un cuadro. Hoy he podido cumplir ese sueño. En la Hispanic Society no hay nadie cuando entro en la sala principal. Enfrente está la duquesa de Alba de Goya vestida de maja y cerca cuadros de Zurbarán, El Greco, Murillo, Velázquez… Hay un aire de decadencia y un silencio que estremece. Me demoro en los anaqueles que exhiben piezas prehistóricas y me sorprende algún lienzo, como el de Marcos Correa y un trompe l’oeil del siglo XVII. Sólo faltan los famosos cuadros con escenas provincianas de Sorolla, que han viajado a España para una exposición en Valencia.

Después pregunto por la biblioteca. No hay nadie. Me atiende un joven hispano amabilísimo. Otra vez esa sensación de entrar en un santuario. En las paredes, una galería de retratos de escritores e intelectuales del primer tercio del siglo XX. No me puedo ir sin pedir un libro. Reclamo algunos ejemplares del Semanario patriótico de 1808. Durante unos minutos hojeo ese periódico de la resistencia española frente a Napoleón y tengo la sensación de hacerlo desde un bastión que también ejerce cierto tipo de resistencia, que no es tanto la del español frente al inglés como la de la cultura frente a la incuria, la de aquí y la de España.

sábado, 6 de octubre de 2007

Paseos por Manhattan

Nueva York es un animal ruidoso. Ruge y serpentea por las calles durante la noche. Vela nuestro sueño acostado sobre el asfalto. Cuando bajamos, recién abierto el día, ya ha desaparecido. Pero siguen sus bramidos ―sirenas, claxones―, sus quejas de bestia humanísima.

Esta ciudad es para andar sobre sus lomos. Hemos recorrido decenas de kilómetros y aunque este es un viaje variopinto en medios de transporte ―avión, bus, ferry, teleférico, taxi―, la mayoría de las distancias las hemos agotado a pie.

Desde Battery Park recorremos los primeros tramos de Broadway. Es la zona donde estaban las torres gemelas, y el centro financiero de la ciudad. Ejecutivos con carteras hormiguean rumiando perritos calientes y donuts. Más arriba, en Lafayette, unas orientales nos piden que las sigamos por una escalera mugrienta. Nos dejamos llevar, advertidos previamente del juego: enseñarnos un cuchitril atestado de bolsos. Para llegar a él debemos subir una escalera larguísima y atravesar varias salas inhóspitas. Cierran detrás de nosotros, quizás para evitar una policía inexistente. Cuando nos cansamos del juego, la mujer nos deja salir de mala gana. Comprar es una de las principales actividades de quienes visitan Nueva York. Y Chinatown es el lugar del comercio antiguo, con regateo y marcas trucadas (los trolex llaman a estos relojes). Es la ciudad que menos me interesa.

Little Italy es un trozo europeo en el corazón de Manhattan. Las casas son de pocos pisos y la gente se mueve por las calles con un desparpajo burgués semejante al de cualquier otra ciudad de la vieja Europa. Igual que en Greenwich Village, aunque aquí el ambiente es más canalla, con numerosas banderas del arco iris y tiendas de ropaje porno para gays. Este barrio, literario y bohemio, es el centro de los homosexuales y lesbianas de Nueva York. Como el Soho, entre Little Italy y el Village, es el barrio de los artistas. Son zonas que crean un cinturón urbano más amable entre los cíclopes del sur y del norte de la península.

Nuestro hotel está en pleno Midtown, en la calle 50 esquina con la Tercera Avenida. Los alrededores son parte de la Nueva York con arquitectura más reconocible. Inmensos edificios que compiten en altura e ingenio. Algunos tienen pequeñas plazas o lugares públicos en la planta baja, supongo que como compensación a la ciudad por la irregularidad urbanistica que tales alturas suponen. La Quinta Avenida, que arranca en el Village, en Washington Square Park, la hemos recorrido casi entera. Y también hemos llegado a ese centro simbólico del capitalismo comercial del mundo que es Time Square, donde se bifurcan Broadway y la Séptima, un despropósito de anuncios luminosos y paneles publicitarios.


Paseos por Manhattan. Recorremos la ciudad o la ciudad nos recorre, porque somos parte de este monstruo bellísimo que brama y serpentea sin descanso.

jueves, 4 de octubre de 2007

En memoria de Pablo Palazuelo (1915-2007)


No estabas tú, estaban tus despojos.

Luego y después de tanto
Morir no estaba el cuerpo
De la muerte.

Morir
No tiene cuerpo.
Estaba
Traslúcido el lugar
Donde tu cuerpo estuvo.

La piedra había sido removida.

No estabas tú, tu cuerpo, estaba
Sobrevivida al fin la transparencia.


(José Ángel Valente, Mandorla)

miércoles, 3 de octubre de 2007

A ras de suelo en Nueva York


Asesinado por el cielo. El verso de inicio de Poeta en Nueva York ―más allá de premoniciones― expresa esa sensación de inseguridad que provoca en el peatón andar entre tanto gigante de metal, hormigón y cristal.

Eva y yo estamos en Nueva York desde el domingo por la noche. Los dos primeros días los hemos dedicado a rutas de reconocimiento: ya hemos paseado por la Gran Manzana, cruzado Harlem, husmeado en Chinatown y asomado al Bronx; hemos subido al ferry de Staten Island, cruzado a la isla Roosevelt en el teleférico y subido al Empire State. El cupo turístico está medio hecho. Ahora nos moveremos buscando sitios. Hoy, por la milla de los museos.

Estoy impresionado. Algunos conocidos me decían que iba a visitar la capital del imperio, pero es un error y una injusticia hablar así; criminalizar a las ciudades por culpa de sus gobernantes. Nueva York es la ciudad, así, por antonomasia. Fascinante, bellísima, compleja. Un lugar contemporáneo, hecho en las ultimas décadas, cuyos vestigios más antiguos van poco más allá de comienzos del XX. Esa carencia de historia general hace ―como en todos los Estados Unidos― que la historia cinematográfica se convierta en los anales de la ciudad. Cada sitio se recuerda por lo que pasó en él en la ficción: aquí se rodó El silencio de los corderos, a este edificio subió el gorila King Kong, estas son las calles de La jungla de cristal… La Zona Cero es de los pocos lugares que se conocen por lo que pasó en realidad.

Pero además de la ciudad de las alturas y de los edificios, de la ciudad del vuelo ―como decían antes en las dehesas―, está la ciudad del suelo: gente de todo el mundo comiendo por la calle, hablando, mirando, jugando; gente moviéndose de un lado para otro, como nosotros.