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jueves, 27 de agosto de 2020

"EL ECO DE ZAFRA"

 

“El Eco de Zafra” fue el nombre de una experiencia de prensa popular surgida de 1984 a 1986 en el seno de la Universidad Popular de Zafra, proyecto municipal de educación de adultos y animación sociocultural. 

Bajo la dirección de la UPZ -que ejercí en 1984 y 1985 y en la que me sustituyó José Francisco Gras-, un grupo de animosos veinteañeros nos empeñamos en promover un medio de comunicación local que diera cuenta de lo que ocurría en la ciudad y acompañara las iniciativas de dinamización cultural que aparecían por entonces. 

Los graves conflictos políticos de Zafra a mediados de la década de los ochenta del siglo XX condicionaron inevitablemente la vida de “El Eco”, cuyo primer número sufrió un fugaz secuestro por el alcalde y, a partir de ahí, amenazas, acosos e intentos de cierre. 

Al final, se editaron siete números, que salieron a la calle de octubre de 1984 a octubre de 1986. La jefatura del equipo de redacción fue rotatoria, aunque el periodista Ángel Barrena García, que la desempeñó en tres ocasiones, fue el principal impulsor del periódico.

Para algunos, “El Eco de Zafra” es parte de nuestra memoria personal, pero también es una pieza de la memoria colectiva, ya que sus páginas recogen trozos de la vida de una pequeña ciudad extremeña hace treinta y cinco años.

En el siguiente enlace pueden descargarse completos los siete números de “El Eco de Zafra” y sus suplementos (la descarga en la imagen falla;hay que descargarlos pulsando en "download")  

https://independent.academia.edu/Jos%C3%A9Mar%C3%ADaLama/Otra-documentaci%C3%B3n


miércoles, 17 de diciembre de 2008

Bisiesto


Me había prometido no volver a escribir en el blog durante este año. Intentaba que fuera una especie de castigo contra los años bisiestos. Mi padre abominaba de los años de este tipo. Era una vieja obsesión que justificaba aludiendo al 36 —el año de la guerra—, al 40 —el del hambre—, al 52 —cuando nació un hijo que acabaría perdiendo… Mi padre murió en 1992, año bisiesto.

Este 2008, también con 366 días, está siendo insoportable. Aunque ya le he dicho a Luciano Feria que nosotros los marxistas no debemos creer en estas cosas, hay que reconocer que el añito tiene miga. Además de miles de desconocidos, se me han muerto cinco amigos: Manolo Peláez, Luis Santos, Carmina Unamuno, Justo Calderón y Ángel Campos. Y cuando uno tiene un blog modesto, de pocos artículos, tantas muertes pueden convertirlo en una continua necrológica. Cuando murieron decidí no escribir nada sobre la vida de Justo ni sobre la de Ángel. A ambos me unió un afecto extremo, pero estaba asqueado de tanta muerte. Acompañé al primero en los últimos años de su vida alrededor de la memoria histórica y la reivindicación de las víctimas de la guerra civil. El segundo me acompañó casi en los primeros de la mía adolescente con ese otro afán de la poesía. Con estas dos pérdidas queda claro que ni la bondad —compartida por ambos—, ni el humor —propio de Justo—, ni la palabra —que Ángel dominaba— eximen de la muerte.

Había decidido no hablar más mientras este pendenciero 2008 estuviera presente, pero hasta el silencio acaba por volverse contra uno frente a tipos como éste. Y es que resulta que el año 2008 —ahora que se iba de una puñetera vez— se ha quedado con mi cara y me está mirando, desafiante, a los ojos. Y eso sí que no.

Aire y agua de Escher

domingo, 13 de julio de 2008

Carmina Unamuno y Luis Santos



¡Qué espanto! Estuvimos cenando con Carmina y Luis el viernes por la noche en la finca “Las Golondrinas” de Burguillos del Cerro (Badajoz). De allí salieron hoy por la mañana, y unas horas después nos hemos enfrentado a la noticia de su muerte en un accidente de tráfico. Somos sus amigos y amigas de Zafra. Con ellos hemos compartido amistad sobre todo por su hija Mercedes, y por su yerno Manolo Peláez, que murió tras una enfermedad —más lenta que este accidente pero igual de estúpida— hace 27 días.

Todo resulta demasiado sorprendente y cruel. Sobre todo para Mercedes, en medio de tanta muerte, pero también para el resto de los nueve hijos e hijas de Carmina y Luis, de sus nietos, de sus amigos. Sólo me gustaría que estas notas apresuradas trasladasen algo de nuestro sentimiento desde Zafra a estas dos personas insignes de Salamanca. A Carmina Unamuno, primogénita del primogénito del principal de la ciudad, y que supo convertir su vida en la historia propia de una señora culta, hermosa y entrañable para quienes fuimos sus amigos. Y al proteico Luis Santos, profesor de anatomía de la Universidad de Salamanca, escritor, creador de “bodrios”, de quien estimé por encima de todo su enorme capacidad para situarse frente a los convencionalismos, como demostró con sus artículos en El Adelanto.

Decía don Miguel que la vida es también la que dejamos en la memoria de aquellos que nos quisieron. Si es por eso, en nosotros la dejáis inagotable.


(Mañana saldrá este texto en El Adelanto de Salamanca. Lo publico en representación
-no otorgada, pero presentida- de todos las amigas y amigos de Zafra)

miércoles, 18 de junio de 2008

Ceremonia de despedida de Manolo


[Texto básico leído ayer en el patio del Ayuntamiento de Zafra en el entierro civil de Manuel Peláez]


Estamos aquí para despedir a Manolo Peláez. Y lo vamos a hacer como él expresamente había pedido, con una ceremonia en el patio del Ayuntamiento de Zafra, acompañando todos ─amigos, amigas, compañeros y vecinos─ a Mercedes, a sus hijas, a sus hermanos, a su familia.


Este patio es hoy un reflejo de lo que fue la vida de Manolo, porque en la memoria de cada uno de nosotros guardamos un trozo de ese camino que él recorrió. Tenía amigos y amigas de toda condición, de toda ideología, de toda creencia. Era una de esas personas que conoce a todo el mundo y a quien todo el mundo conoce. Y esa riqueza de sus afectos era el fruto de la tolerancia. La tolerancia consiste en querer al otro porque es distinto a nosotros. Hacerlo igual a nosotros para quererlo no es más que una variante del egoísmo. Esa tolerancia y el profundo respeto que Manolo profesó hacia quienes no eran iguales a él quizás sea el rasgo más relevante de su carácter y la principal lección que nos ofrece hoy a todos.


La personalidad más pública de Manolo Peláez, y en la que más pudo ejercer esa tolerancia, fue la de concejal. Aunque la política siempre le interesó, y vivió con intensidad los últimos años del franquismo y la transición, sólo en los últimos lustros se presentó a elecciones locales y acabó asumiendo responsabilidades institucionales. Concejal del Ayuntamiento de Zafra desde 1997, fue candidato a la alcaldía en 1999 y cuando hubo de retirarse debido a su enfermedad ─en marzo de 2004─ era primer teniente de alcalde de la Corporación. La vocación política de Manolo era la lógica consecuencia de su generosidad. Parecía como si ésta no estuviera completamente satisfecha si se reducía al círculo de sus afines, de amigos y familiares. Necesitaba centenares, miles de personas, los vecinos de una ciudad entera, para estar cumplida. De eso puede dar fe uno de sus amigos de la política, Manuel García Pizarro, alcalde de Zafra.


Si la política fue una de sus vocaciones, su profesión fue la docencia y la historia. Y, en ambas, sobresalió otra de sus virtudes principales, la responsabilidad, el rigor, la madurez de quien sabe que en el oficio se labran los caracteres de cada uno. Fue historiador y disfrutó investigando, siempre alrededor de la historia de Zafra y casi siempre a partir de las fuentes del Archivo Histórico Municipal. También se implicó en el fomento de la cultura de Zafra, como hizo desde la Asociación de Amigos del Museo y del Patrimonio, que presidió hasta ayer. Y sobre todo fue profesor. Ejerció la enseñanza desde el año 1978 y en los institutos de Azuaga, Barcarrota, Villafranca de los Barros, el “Zurbarán” de Badajoz, Fregenal de la Sierra y Zafra. El “Suárez de Figueroa” ─el mismo donde había estudiado─ fue su centro de trabajo durante más de veinte años. Allí le conocieron centenares de alumnos y profesores, que supieron -como Toni Amaya- de su buen hacer.


La tolerancia, la responsabilidad y la alegría. Porque Manolo era todo lo contrario a un cenizo, te alegraba la vida con sus bromas, vestido de otro en Carnavales –su disfraz de señorona era memorable– o llamándote por teléfono y pegándotela diciendo que era no sé quién. Estoy convencido que él quiere que le recordemos así, haciendo bromas y charlando, como charló con Reme durante las mañanas de los últimos años, o con Carmen Álvarez o con Luciano Feria. Un buen tipo que nos hizo a todos sus amigos y amigas ser un poco mejores por haberlo conocido.



Además hablaron Manuel García Pizarro, Toni Amaya,
Luciano Feria, Carmen Santos y Lupe García, pero aún no tengo sus textos completos.

Y Diana Vara tocó el violín.

Otros blogs con comentarios sobre la muerte de Manolo:
Pura tura y El Coro de los grillos.

lunes, 16 de junio de 2008

Manolo Peláez ha muerto


Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.

Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de algodón.

Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.

Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.

W.H. Auden

miércoles, 30 de abril de 2008

Las alas de la vida


Hace un año, el 17 de mayo de 2007, vi una película impresionante: Las alas de la vida. Un documental sobre la dignidad ante la muerte de un enfermo terminal, Carlos Cristos, aquejado de una dolencia incurable, atrofia sistémica múltiple, que recurre al cineasta Toni Canet para que haga una película sobre su acercamiento vital a la muerte. Fue un pase, digamos, privado. La película aún no se había estrenado, pero una de las guionistas, Carmen Santos Unamuno, es amiga y vimos la película en casa de otro amigo que está enfermo. Fue una tarde extraña. De una tristeza profunda pero también de una incomprensible alegría. Veíamos en la pantalla cómo alguien vivía con inédita naturalidad la fatalidad de su muerte.

Hace unas semanas volví a emocionarme viendo la misma película en el programa Versión Española de La 2. El protagonista, Carlos Cristos, murió el sábado pasado en su casa de Mallorca tras varios años de enfermedad. Sólo me sirve de consuelo algo que él dijo en el documental: que la vida sería un drama sin la muerte.

sábado, 23 de febrero de 2008

Jóvenes



Nos estamos haciendo viejos. Y más allá de innegables evidencias físicas, el paso del tiempo se advierte en nuestra afición a las conmemoraciones. Malo si empezamos a celebrar aniversarios de plata y similares. Hace unos meses nos juntamos en Cáceres cuarenta condiscípulos para festejar los veinticinco años de nuestra promoción universitaria de Geografía/Historia. Ya recogí aquí algún comentario sobre ese día. Y hace un mes, en Zafra, nos reunimos catorce amigos y amigas que hace treinta años formábamos la pandilla de adolescentes: Marisa, Anabel, Clara, Merche, Maricarmen, Manolo Barrena, Manolo Belmonte, Toni, Toñi, Jesús, Rufino, Gustavo, Agustín, Mariano… Más de la mitad ya no vive en Zafra (Sevilla, Badajoz, Mérida, Cáceres, Zaragoza…) Después de comer estuvimos riéndonos juntos viendo fotos antiguas.

Hay quien recela de este tipo de reuniones. El único crédito que tiene nuestra apariencia actual es que nadie la compare con la que teníamos. Y someterse hoy a las miradas de quienes recuerdan cómo éramos les resulta a algunos insorportable. Pero esa incomodidad desaparece por la dicha de mirar de nuevo a los ojos de aquellos y aquellas con quienes compartimos tantos afanes de juventud.

sábado, 27 de octubre de 2007

Asociaciones


Hay quienes ni pertenecen ni han pertenecido nunca a una asociación. Van por libre. A veces por autosuficiencia, a veces por individualismo o por la socorrida falta de tiempo. Pero el número de cuotas de asociaciones que nos pasan al año por el banco supone un índice de nuestra, llamémosle, “vitalidad social”. Lo de no existes sin los otros ya lo coloqué en un poema hace veinte años, aunque en mi caso más que un verso es una declaración vital. No existes sin la familia, sin los amigos… pero creo que también se pierde una parte importante de sí al no pertenecer a alguna peña, grupo o asociación.

Yo estoy cumplido. Además de a Comisiones Obreras, a algún partido político de arte y ensayo y a la comunidad de vecinos, ahora pertenezco a cinco asociaciones más: la de Escritores de Extremadura, la de Bibliófilos extremeños, el Grupo de Estudios de Historia Contemporánea de Extremadura, el Centro de Iniciativas Turísticas de Zafra y la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero”.

Precisamente de esta última tuvimos ayer, la junta directiva, reunión. Hablamos ―como en toda asociación― de hacer cosas juntos, de construir sociedad colectivamente, de ser con los otros.



En la foto y de izquierda a derecha, Justo Calderón, Teodomiro Trujillo, Lorenzo Suárez, Libertad González, Juan García Gutiérrez y Tomás Rayego, parte de la junta directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero”

domingo, 30 de septiembre de 2007

Isaac Díaz Pardo


Después del pregón de Zafra me fui a Santiago de Compostela. Han sido días de trabajo intenso pero sarna con gusto no pica. Allí, tras el curro, he tenido tiempo ―quitado del sueño― para estar con amigos y conocer a gente interesante.

Aunque ni siquiera hubo vista al Obradoiro, esta estancia en Santiago no la olvidaré en mi vida. Félix Lozano se había empeñado ―y se lo agradezco― en que conociera el Instituto Galego de Información (IGI), una de las entidades vinculadas al grupo Sargadelos. Ya he hablado aquí de mi admiración por Sardagelos y por su fundador y, hasta hace poco dueño, Isaac Díaz Pardo.

Y digo hasta hace poco dueño, porque tras años de esfuerzo y después de montar una de las iniciativas de cultura y empresa más interesantes que conozco, a Díaz Pardo lo están echando de las empresas que creó. Una panda de contables ―para quienes la única variable posible para una empresa es la de la rentabilidad económica― lo han sacado fuera de la dirección de dos de las compañías que hoy forman Sargadelos (Cerámicas de Sargadelos y Cerámicas do Castro) y se ha refugiado en el Instituto Galego de Información, ubicado en un edificio que él diseñó en el Monte do Gozo de Santiago. Allí está la sede de Ediciós do Castro, los talleres de diseño y de exposiciones para las galerías Sargadelos, la secretaría del Novo Seminario de Estudos Galegos y los talleres de carpintería y mecánica necesarios para otros proyectos.

Xose Ramón Fandiño, Morris, es la mano derecha de Isaac y nos enseña el edificio donde siguen resistiendo once incondicionales del fundador. En la entrada, un cartel recuerda que llevan cuatro meses sin cobrar, maltratados por los nuevos administradores del grupo en su lucha contra Díaz Pardo. El edificio ―de diez mil metros cuadrados― da cuenta hoy sólo de un esplendor antiguo, pero sigue siendo una especie de trinchera en una lucha contra la mediocridad.

Alguna limpiadora, algún obrero con mono, varios investigadores… Entre las estancias destaca el impresionante auditorio, subterráneo y circular, donde las sillas ―diseñadas por el propio Isaac― se disponen alrededor de un escenario iluminado por un óculo central. Es el Panteón de Agripa de la cultura gallega.

Tras deambular por dependencias casi vacías llegamos a una sala con varias puertas, todas ellas abiertas. Sentado cerca de una mesa, entre libros y papeles, minúsculo, absorto en la escritura, está Isaac Díaz Pardo, 87 años, diseñador industrial, empresario, pintor, dibujante, ceramista, artista, escritor e intelectual. Lleva luchando y creando desde que le mataron al padre en el año 36. Junto a Castelao, es el hombre más relevante de la historia de Galicia. Cuando me lo presentan, le agarro la mano con las dos mías y me mira a los ojos. Nunca había tenido tan viva la sensación de estar ante alguien realmente importante.

lunes, 27 de agosto de 2007

Abel Manuel


Cada vez que firmo las notas de mi hijo lo hago desde cierta insuficiencia moral. Las mías fueron malísimas durante todo el bachillerato. Hice Ciencias a pesar de que lo mío eran las Letras, así que para septiembre siempre tenía que recuperar Matematicas y Física. Sólo saqué cabeza mediada ya la carrera. Pero mi condición de mal estudiante en el instituto no iba acompañada de desinterés hacia los profesores. A algunos de ellos los recuerdo con viva admiración y en algún caso dejaron en mí una huella, además de académica, personal.

Cuando Abel Manuel García Gutiérrez me dio clases de Filosofía en 6º de Bachillerato yo tenía entre catorce y quince años. Era la primera vez en mi vida que me hablaban en clase de Platón o de Aristóteles. Abel era un hombre joven, de poco más de treinta años, con una poblada barba que mantuvo toda su vida y un notable talante progresista. Aunque era leonés, le decíamos “el ruso” porque un día se presentó con un gorro de cosaco tras un viaje que hizo a Moscú. Pero su apodo también tenía algo que ver con su ideología, pues en aquellos primeros meses tras la muerte de Franco se decía ―y era cierto― que era comunista. Forofo del Atlético de Madrid, fue el único profesor que venía a jugar al fútbol con nosotros.

De Zafra se fue a Villalón de Campos y de allí a Valladolid, donde durante 18 años fue director del Instituto “Emilio Ferrari”. A mediados de los noventa se presentó como candidato a la presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla y León por Izquierda Unida y no obtuvo escaño. Después dejó la política y se enfrascó en la escritura de un libro sobre la historia de la técnica. Dejó alguno otro publicado, como Ciencia, Tecnología y Sociedad, pensado para los alumnos de educación secundaria.

Hace poco me llegó -con mucho retraso- la noticia de su muerte. Uno de sus amigos, Juan José Abad Pascual, a quien conozco de Aranda de Duero, me dijo que murió en noviembre de 2005, a los 62 años, al poco de empezar a disfrutar su jubilación anticipada. Abad me ha enviado recortes de El Mundo y El Norte de Castilla que recogen la información de la muerte y varios obituarios sobre él.

Quiero dejar aquí constancia de mi gratitud hacia Abel Manuel. Aunque nunca volví a hablar con él después de 1976, siempre lo admiré. Era uno de esos maestros a los que ―como ha dicho Paul Claval― sus alumnos debemos más de lo que creemos. Nos enseñó a ver y a sentir, nos dio lo esencial de su filosofía y guardamos a menudo muchas actitudes debidas a su trato que parecen tan naturales que no se nota de donde vienen.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Camilo Mortágua y Santa Liberdade


Camilo Tavares Mortágua era gerente del grupo de desarrollo local Terras Dentro, que actuaba en el Alentejo central portugués. Como yo era su homónimo en el grupo de Tentudía tuvimos varios encuentros, tanto en Portugal como en España. Nos habíamos conocido en la localidad portuguesa de Cuba en 1994, en una muestra de programas comunitarios LEADER. Camilo era bastante mayor que el resto de los gerentes y tenía cierta aureola legendaria. Sobre él se oían historias de militancia revolucionaria, de agitador el 25 de abril como militante de LUAR (Liga de Acción y de Unión Revolucionaria) e incluso se decía que había llegado a secuestrar un barco como acto de propaganda contra la dictadura de Salazar.

Después me enteré mejor de su historia y el otro día ―aprovechando las santas vacaciones y gracias a mi amigo Jordi Pedrosa― puede por fin ver Santa Liberdade, de la Productora Cinematográfica Galega, una película documental estrenada en 2004 con dirección y guión de Margarita Ledo Andión. Según cuenta el filme, en la madrugada del 22 de enero de 1961 el trasatlántico Santa María, conocido como el galgo del mar, que hace la línea de La Guaira a Vigo, desaparece en aguas del Caribe con más de mil personas a bordo. El navío, asaltado por un comando del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación, DRIL, enarbola como bandera la oposición a las dictaduras de Franco y Salazar. Un triunvirato formado por los exiliados Pepe Velo, republicano gallegista, el capitán portugués Enrique Galvâo, y por Xosé Fernández, el comandante Soutomaior, es el responsable de este hecho político sin precedentes.


El documental se monta a partir de los testimonios ―entre otros― de tres de los 24 miembros del comando: Camilo Mortágua (que tenía 27 años entonces y era la mano derecha de Galvâo), Federico Fernández (hijo del comandante Soutomaior) y Victor Velo (hijo de Pepe Velo), que se reencuentran cuarentaytantos años después. La cinta se apoya en grabaciones realizadas en Brasil, Venezuela, Francia, Portugal y Galicia, y exhibe excepcionales imágenes tomadas por uno de los pasajeros a bordo del barco durante el secuestro. El relato es apasionante y está bien contado. El barco ―rebautizado como Santa Liberdade― partió de Venezuela, fue secuestrado en alta mar, y desviado hacia Recife, Brasil, donde el 3 de febrero de 1961 terminó la aventura con la concesión de asilo por las autoridades brasileñas.

Una hermandad revolucionaria ibérica entre antifascistas lusos y gallegos, en nombre del general portugués Humberto Delgado, puso en un brete publicitario a las dos dictaduras, sobre todo debido a la comprensión que hacia los hechos mostraron tanto el gobierno brasileño como el norteamericano del presidente Kennedy, a pesar de que en el asalto murió uno de los tripulantes y otro resultó herido.

El documental se ve con esa mueca de incredulidad que en la cara nos dibuja la ignorancia. Unos hechos relevantes pero olvidados de nuestra historia reciente (la prensa española minimizó la participación de españoles) y de los que yo sólo sabía en parte, aunque conociera a uno de sus protagonistas,
Camilo Mortágua.




Un complemento de la película es el libro, escrito en catalán,
de Xavier Montanyá, Pirates de la Llibertat (editorial Empuries, 2004)

domingo, 10 de junio de 2007

La Baquería

La idea se nos ocurrió hace once años tras una comida de amigos en mi casa y paladeando un ribera de Duero. Nos íbamos cargando de niños y ya no nos veíamos con la frecuencia de antes. Siempre hemos sido una gente muy unida. No sólo nos hemos divertido juntos, sino que juntos hemos hecho política y hemos impulsado proyectos culturales. Se trataba de reunirnos cada cierto tiempo para comer y beber vino. Esa misma tarde le pusimos nombre a la idea: La Baquería, Cantineros de Cubas. Con b de Baco. Desde entonces organizamos seis o siete cenas al año. Ponemos un dinero para ir comprando el vino y nos lo bebemos en cenas organizadas de manera rotativa en cada casa. Dos o tres parejas le dan de comer al resto y la comida se paga a escote. Lo que empezó como una oportunidad para degustar vinos se ha convertido en una cita gastronómica.

Ayer la Baquería fue en mi casa y Eva y yo ―junto a otros cuatro amigos― les dimos de comer a treinta personas. Hacía una noche estupenda y cenamos en la terraza. Empezamos a las nueve y media de la noche y terminamos a las tres de la madrugada.

Los entrantes fueron ensalada de confit de pato, ensalada fresca, mouse de pimientos y gambas, hojaldre con revuelto de bacalao y salsa de nécoras, escabeche de salmón con pasta y pinyonat. Como plato fuerte comimos un redondo de ternera a la naranja. Y de postre sorbete de limón, trufas y caracas de almendra. Los vinos fueron Martivillí, 2006 (D.O. Rueda. Verdejo) y Remelluri, reserva 2001 (D.O. Rioja). El precio del menú 13 euros por persona.

No todo va a ser memoria histórica.

miércoles, 30 de mayo de 2007

El anarquista galardonado


La Asociación Derecho y Democracia de Sevilla concede desde hace años el premio Plácido Fernández Viagas a quienes han destacado por su labor en defensa de las libertades públicas y los derechos fundamentales recogidos en nuestra constitución y [que] supongan una consolidación de los principios democráticos establecidos en nuestra Carta Magna.

Este año han decidido entregarle el premio a Cecilio Gordillo Giraldo, como uno de los principales impulsores de las acciones llevadas a cabo a favor de la recuperación de nuestra historia reciente y del conocimiento de la represión y las secuelas de la dictadura franquista, apoyándose en la memoria de los que lucharon por estos mismos principios con la firme convicción de luchar contra el olvido, por la defensa de su dignidad, mirando hacia un futuro de paz y respeto de los derechos humanos.

Ya he hablado aquí otra vez de Cecilio, extremeño en Andalucía, responsable del grupo de trabajo “Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía” de la Confederación General del Trabajo de Andalucía, impulsor de la web www.todoslosnombres.org. Y anarquista.

No suelen recibir los anarquistas muchos homenajes. Éstos los suelen dar las instituciones y ni a los anarquistas les gustan las instituciones ni a las instituciones les gustan los anarquistas. La excepción aquí no son sólo los inapelables valores de Cecilio, sino la limpia trayectoria de la asociación de juristas Derecho y Democracia de Sevilla. El jueves 31 de mayo (antiguo convento de Santa María de los Reyes, calle Santiago, 33, Sevilla, 20 horas) Cecilio se convertirá en uno de los pocos anarquistas galardonados en España. Nunca con tanta justicia. Me gustaría estar con él pero no puedo. Mañana a esa misma hora hablo de la guerra civil en Zafra en el Ateneo de Badajoz. ¡Enhorabuena, Cecilio!

viernes, 20 de abril de 2007

Iñaki Martínez


Me mandó un correo un día del año 2003. No nos conocíamos de nada. Él había visto desde su casa en Mallorca uno de los documentales del programa Treinta minutos de la Televisió de Catalunya (TV3). Se trataba de Las fosas del silencio, un reportaje de los periodistas Ricard Belis y Montse Armengol sobre la represión franquista, que estaba dedicado en parte a Zafra y del que fui asesor histórico. En una de las entrevistas había escuchado el relato de uno de los casos más espeluznantes de la guerra en la ciudad, la muerte de Juana “la Maestra” y de su marido Rafael “el modelista”, que no quiso separarse de ella en el momento del fusilamiento y murió a su lado.

Al escultor Iñaki Martínez (Barcelona, 1968) le sobrecogió la historia y desde Mallorca quiso saber más. No sé cómo consiguió mi dirección de correo electrónico. Le envié más datos de esos asesinatos.

La cuerda de presos, atados en grupos de siete u ocho, sale de la plaza detrás de la columna. La comitiva abandona la ciudad y se encamina hacia la carretera de Los Santos. Los vecinos, atemorizados, se asoman por las ventanas. Junto a los presos atados, al lado de la columna, camina un hombre desencajado. Es Rafael Hilario Torreglosa, un menorquí modelista de los talleres de Pons. Al enterarse de que a su mujer, Juana Soler, conocida como Juana «la Maestra», la habían detenido fue a preguntar al Ayuntamiento qué iba a ser de ella. Uno de los militares le contestó que iban a fusilarla. Desesperado, le dijo al militar que entonces él tampoco quería vivir, que no era nadie sin ella, que prefería la muerte. El oficial le comentó con crueldad: ¡Ah!, por mí no hay inconveniente, te vienes con nosotros y cuando llegue el momento ¡¡Pum!! y ya está. La columna no se detiene y sale de Zafra. Rafael camina como un autómata al lado de su mujer hacia Los Santos bajo el espantoso calor de ese mediodía agosteño. Cada cierto trecho el comandante ordena sacar de la cuerda a un grupo de siete presos y los fusila al lado de la carretera. Uno de los últimos en colocarse frente al piquete, ya subiendo la cuesta de San Cristóbal, es el grupo de doña Juana. Rafael se sitúa al lado de su mujer y cae también acribillado por las balas

En manos de Iñaki la historia de Rafael y de Juana, que habían llegado a Zafra precisamente desde las islas Baleares, se convirtió en el proyecto de una obra escultórica de seis metros de altura titulada «El Abrazo». Después el Ayuntamiento de Zafra adoptó una reproducción de esa escultura como estatuilla del premio de novela Dulce Chacón. En 2004 la obtuvo Adolfo García Ortega y en 2006 Ignacio Martínez de Pisón. El escultor estuvo en Zafra la primera vez que se entregó.

Estos días la prensa ha desvelado otra de las facetas de este hombre singular: las regatas. Y es que además de escultor, Iñaki Martínez es regatista del "Desafío Español" en la Copa de América. Todo un tipo.

lunes, 9 de abril de 2007

Tanta raza aburre


Mi dieta ―ya de por sí inexistente― va por mal camino. No se puede controlar nada con tanto trajín. De diario ya como fuera de casa, pero en esta última semana la cosa ha sido peor. El domingo pasado comí en Zafra; el lunes, en Madrid; el martes y el miércoles, en Santiago de Compostela; el jueves y el viernes, en Bilbao; el sábado, en Vitoria; el domingo, de nuevo en Zafra, y hoy, en Mérida. Y no todo de vacaciones. En Galicia estuve trabajando y eché unas cuantas horas con un compañero de la empresa, Marcos Lorenzo. Es economista y antropólogo, lector de Valente y autor de Liquidación de existencias, una especie de dietario con aforismos, poemas y artículos escritos en gallego y castellano. Dicen que es el primer libro de aforismos de la literatura gallega. Lo que llevo leído me parece magnífico. Gracias a Marcos he conocido dos grupos muy pujantes en el ambiente político-cultural gallego: la Asociación da Xente Normal y Reticencia Galega. Éste último es un partido que se declara “dubitativo” y que manifiesta su absoluta falta de posición ante os grandes problemas da actualidade. Seguiré de cerca a os reticentes porque empeños así prometen.

Y de Galicia a Euzkadi, donde me encontré con Eva, con Juan y con Carmen Peláez. Tres días de paseo por las calles de Bilbao y Vitoria, de visita en Guernika y Bermeo y viendo el Cantábrico desde el Machichaco. El Guggenheim, que no lo conocía, es espectacular: el continente contenido. Y espectacular también la muestra de obras de Anselm Kiefer que ahora alberga. En esas tierras estuvimos con mi pastelero favorito, Jordi Pedrosa, de la dulcería Arrese, que vino con trufas de coñac (ah, la dieta) y con quien comenté historias de Bilbao y de la guerra.

Por cierto, tras mi paso por el País Vasco sigo siendo incapaz de distinguir entre el nacionalismo oprimido y el nacionalismo opresor. Con todos mis respetos, eso de la nación me suena a la vieja añagaza de la burguesía de exacerbar las diferencias territoriales para ocultar las de clase. Como dice mi Eva, tanta raza aburre.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Honorio y la historia de las tabernas


A partir de hoy y hasta el próximo 24 de marzo se celebra en Carmona el I Congreso Nacional sobre “El mundo tabernario” organizado por el Ayuntamiento de esa ciudad y la Universidad “Pablo de Olavide” de Sevilla. La primera ponencia del congreso la ha leído Honorio Blasco. El texto, documentado y prolijo, es "Una posible historia de la taberna": la taberna –se llame como se llame en cada época de la historia- es el origen de todos los espacios relacionales y de hospitalidad, desde el origen de nuestra cultura hasta nuestros días.
Honorio, extremeño de Tamurejo, ya publicó en 1993 en la colección La Centena de la Editora Regional de Extremadura una incursión en el mismo tema: Tabernas for ever. Poco después fue nombrado Director General de Promoción Cultural de la Junta de Extremadura y estuvo por aquí varios años, para acabar volviendo a Hospitalet de Llobregat hace poco más de un lustro.
La afición de Honorio por las tabernas no es sólo teórica. Algunas hemos visitado juntos, porque -como él mismo dice- carne de audiencia no somos siempre, transeúntes mucho, tabernarios todos.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Alejandro Finisterre, recién conocido


La muerte es paradójica. Cuando comienza ese silencio, esa oscuridad extrema, provoca casi siempre un destello, un estampido de último cohete.

Hasta ayer desconocía la existencia de Alejandro Finisterre, aunque al parecer no era ningún desconocido. Nunca supe que, realmente, se llamaba Alejandro Campos Ramírez y que había nacido en Finisterra el 6 de mayo de 1919. No sabía que durante la República había pertenecido a la Asociación de Idealistas Prácticos (¡qué nombre!), ni que la Guerra Civil le había convertido en un joven de 17 años herido bajo las bombas nazis. Al parecer lo sacaron de los escombros en Madrid y lo llevaron al Hospital de Sangre de la Colonia de Puig, cerca de Montserrat, donde convaleció de sus heridas. Por lo visto allí inventó el futbolín, que patentó en enero de 1937, para que otros niños y jóvenes como él olvidaran un poco lo que ocurría afuera. Ignoraba que, cuando atravesó los Pirineos, entre sus escasas pertenencias llevara el papel de la patente de su invento y que lo perdiera, convertido por la lluvia en un amasijo grumoso.

Leo que fue poeta y que escribió Cantos quintos, Cantos Esclavos. Versos de buen y mal humor y, entre otras obras, la antología Cantos Rodados, y que inventó más cosas (el primer pasahojas de partituras accionado con el pie). Dicen que vivió exiliado en Francia, en Ecuador, en Guatemala, en México…, que editó la revista de poesía Ecuador 0º 0’ 0’’ y fundó la Editora Finisterre Impresora desde la que publicó obras de escritores trasterrados como Juan Larrea o León Felipe. De este último, según me cuentan, fue albacea, litigando con el ayuntamiento zamorano de Tábara por su legado documental. Tampoco sabía que el grupo gallego Os Diplomáticos de Monte Alto interpretó una canción dedicada al futbolín en la que aparece citado: Ano 37 guerra civil / Alexandre de Fisterra inventa o futbolin.

No sabía que estuviera casado con la cantante lírica María Herrero y que viviera en Aranda de Duero mientras yo paseaba tantas veces por sus calles. Ayer me enteré que murió en Zamora el 9 de febrero de 2007. Sólo la muerte me lo ha mostrado.

Una lectura sobre Alejandro Finisterre: Los peligros, de Manuel Ruiz Torres

domingo, 11 de febrero de 2007

Don Manuel


Hoy hace cuatro años que murió, a los 86 de edad, Manuel Peláez Castuera, coronel del Ejército y ex combatiente en las tropas de Franco. Fue uno de mis mejores informantes sobre la Guerra Civil en Zafra y un buen amigo, con el que disfrutaba hablando y comentando chascarrillos de la época. Y eso a pesar de nuestras diferencias ideológicas que, como ya he dicho en otra ocasión, eran absolutamente prescindibles frente a nuestras afinidades personales.

Casi siempre hablábamos en el campo, en la finca Las Golondrinas, de Burguillos del Cerro, rodeados de niños y amigos, acostumbrados ya a nuestras peroratas.

La amargura de la memoria es, en buena parte, obra suya y de decenas de hombres y mujeres que, como él, me legaron su memoria para rehacer yo la mía.

viernes, 9 de febrero de 2007

Un sindicalista histórico


Conozco a Cecilio Gordillo Giraldo desde hace poco más de seis años. Exactamente desde el 14 de septiembre de 2001. Él antes solía pasar unos días del verano en el balneario de El Raposo. Y una tarde quedamos en Zafra, en un velador del Salón Romero, para tomar un café. Sé qué día era porque lo apunté en las primeras páginas de un libro que me entregó en esa ocasión: un ejemplar de Mis memorias del médico libertario Pedro Vallina (Guadalcanal, 1879-1970), uno de los libros de historia más interesantes que he leído.

Anarquista como el doctor Vallina, Cecilio Gordillo es extremeño, de Medina de las Torres, aunque desde pequeño vive en Andalucía. Militó en JOC, CCOO y CNT-AIT y abandonó el sindicato anarquista en el famoso V Congreso celebrado en la Casa de Campo de Madrid. Se mantuvo en una escisión (la llamada CNT Congreso de Valencia o CNT renovada) durante diez años, hasta que en 1989 una decisión judicial les obligó a cambiar el nombre por el de Confederación General del Trabajo (CGT).

Su labor como dirigente sindical se transformó a partir de finales de los años 90 en una preocupación por la historia inusitada en un sindicalista. Creó el grupo “Recuperando la memoria de la Historia Social de Andalucía” y desde él ha emprendido numerosas actividades para recobrar la historia oculta de anarquistas señalados (Pedro Valllina, José Sánchez Rosa), de conquistas sociales (el convenio de las 36 horas en la Sevilla del año 1936) y de la lucha social y la represión durante el franquismo. Su penúltimo empeño ha consistido en sacar a la luz los veinte años de trabajos forzados a los que se vieron sometidos millares de represaliados políticos en el Canal del Bajo Guadalquivir. La investigación de esos hechos, que él coordinó, culminó en un libro editado por la Editorial Crítica en 2004: El canal de los presos (1940-1962). Trabajos forzados: de la represión política a la explotación económica.

Ahora está inmerso en otro proyecto, colosal y benéfico como todo lo que hace: TODOS LOS NOMBRES, una iniciativa para la recuperación de la memoria histórica que pretende construir una base de datos de represaliados por el franquismo para su consulta por Internet. Ya van por 20.000 fichas, 6.000 de ellas de Badajoz.

Por su ascendencia entre los anarcosindicalistas y trabajadores andaluces y por su preocupación por la memoria Cecilio es un sindicalista "histórico", y una de esas personas excepcionales que ojalá no fueran una excepción.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Prem vuelve a Malasia


Prem, el chico malayo que ha vivido con nosotros dos meses, vuelve a Malasia. Esta mañana lo hemos despedido en la estación de autobuses de Zafra, camino de Madrid, donde tomará un avión que le llevará a Kuala Lumpur.
Dos meses de convivencia muy satisfactoria, practicando -tanto él como nosotros- el humanísimo ejercicio de acostumbrarnos a lo extraño.