domingo, 26 de noviembre de 2006

Buen fin de semana


Hasta las 10 de la noche del viernes estuve ocupado con asuntos del trabajo, pero me llamó Eva, que había ido a escuchar a Adolfo García Ortega al Seminario Humanístico de Zafra, y llegué a tiempo para asistir a la cena ―yo ya había cenado― de amigos y amigas como Álvaro Valverde, Yolanda Gómez, Rosa Panea y Luciano Feria, acompañando a Adolfo.

Bajo la horterada con que camuflan ahora la claraboya decimonónica del casino de Zafra,
hablamos de política y literatura hasta la una de la madrugada. Nos llevamos para casa el último libro de poemas de García Ortega, Te adoro Kafka, y al día siguiente le correspondo con la dedicatoria con que encabezo La amargura de la memoria, que le llevo al Parador de Zafra antes de que vuelva a Madrid. Álvaro, Yolanda y Alberto, su hijo, van camino de Jerez de los Caballeros.

A mediodía de ese sábado, en la llamada plaza de los escudos, concentración en protesta por la agresión a mujeres. Somos pocos ―ni siquiera un centenar―, y aún menos hombres. ¿Qué pasa con esta tragedia, que alguno sigue permitiéndose risitas y algún chiste? En media hora en la plaza oigo cuatro bromas de hombres ―algunos, amigos― sobre el tema. ¿Alguien se permitiría hacer chanzas a costa de las víctimas de ETA? Por cierto, ¿a quién se le habrá ocurrido hacer coincidir la manifestación de ayer en Madrid con el día en contra de la violencia de género?

Tengo un cansancio de días y hoy no perdono la siesta. Hacía meses.... Desde años no distingo entre el trabajo y el ocio. Creo que nunca he sabido lo que es un horario laboral estándar. Mezclo horarios y de eso siempre resulta cierto desorden escasamente burgués, que es lo que uno es ―querámoslo o no. Por ejemplo, sigo sin conseguir ponerme al día en la contestación de correos electrónicos. Lo de las cartas era más fácil, pero esto de los correos no hay quien lo lleve bien.

Plácida ―y ocupada― mañana del domingo y a mediodía nos vamos a Badajoz. Un amigo y compañero de trabajo, Javier Moreno Romagueras, nos ha invitado a los tres ―Juan viene― a comer en su casa con su mujer y su hija, Lourdes y Silvia. Hablamos de los niños y de la vida y todos tenemos una extraña sensación de descanso. De vuelta a casa, sorprendente reportaje de La 2 sobre globalización, terrorismo y guerra de Irak.

El domingo termina. He dejado pendiente un artículo sobre la subida de las columnas fascistas de Sevilla a Talavera de la Reina... y tengo que leer a Juan Huarte de San Juan y su Examen de ingenios para las ciencias.

Buen fin de semana. No es un saludo; lo aseguro.

domingo, 19 de noviembre de 2006

Palmira Gordillo


La Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Zafra se reunió el viernes pasado y decidió galardonar con el premio “José González Barrero” 2006 a la asociación cultural Morrimer de Llerena y a Palmira Gordillo. Es la sexta ocasión que se conceden estos galardones, y la primera que se otorgan a la vez a una persona y a una entidad.

Los Morrimer son los autores del documental
La columna de los ocho mil y Palmira es una militante de izquierdas, hija del primer teniente de alcalde socialista de Zafra durante la República, exiliada durante varias décadas debido a sus ideas políticas. Cuando apenas tenía dieciséis años –el 14 de abril de 1931- Palmira colocó la bandera republicana en el balcón de la Casa del Pueblo de Zafra, después fue una activa afiliada de la UGT y una de las fundadoras en 1934 dentro del sindicato de la Sociedad Femenina de Oficios Varios. Su actividad política le convirtió en una de las personas más buscadas por los fascistas al tomar la ciudad, pero Palmira logró huir y, tras pasar por Burguillos del Cerro, llegó a Castuera donde residió buena parte de la guerra. En los primeros días de febrero de 1939 cruzó a pie los Pirineos junto a la familia del diputado socialista de Barcarrota José Sosa Hormigo y se instaló durante unos meses en Limoges. El 12 de julio salió desde Burdeos hacia México en el buque transatlántico Mexique, arribando a Veracruz quince días después. En México estuvo exiliada más de cuarenta años. Allí conoció a su marido, Carlos Fernández, un militar gallego de la Marina republicana, también exiliado. Durante mucho tiempo tuvo prohibida la entrada en España por “indeseable” pero a partir de los años 70 comenzó a visitar cada cierto tiempo España, asentándose definitivamente a comienzos de los 80 en Barcelona, donde hoy reside a los 92 años de edad.

Ayer hablé con José María Romero, uno de sus sobrinos residentes en Zafra, para comentarle la concesión del galardón. Hoy he vuelto a hablar con él sobre el tema, pero al llamarle por teléfono me ha dicho que me acercara a su casa, que me tenía preparada una sorpresa. Un tanto extrañado me ido para allá y al llegar me he encontrado sentada en el sofá a Palmira Gordillo. La casualidad ha hecho que viajara a Zafra desde Marbella, donde reside uno de los nietos, al día siguiente de la decisión sobre el premio. En los pocos minutos que he estado con ella he asistido a un momento de intensa emoción. Ha llamado Libertad González, hija de José González Barrero, y han hablado por teléfono. Una conversación que sólo parcialmente he escuchado, pero que he ido reconstruyendo a partir de las palabras de Palmira: la hija del alcalde republicano de Zafra, que a partir de los dos años ya no vio más a su padre, asesinado en Castuera en 1939, hablando con la del primer teniente de alcalde, que si conoció y trató a José González. A una le mataron al padre y la otra no pudo volver a verlo. La historia iba y venía por el móvil; de una a otra. Era una conversación que debería de haberse producido hace décadas. Cuando se han despedido, todos teníamos los ojos humedecidos.

Al final, Palmira me ha presentado a una de sus hijas, Luz Fernández Gordillo, doctora en Filología, lexicógrafa del Colegio de México y autora del Diccionario del Español Mexicano, y me ha prometido que vendrá al acto de entrega del premio, el próximo 16 de diciembre.

jueves, 16 de noviembre de 2006

5.251 Lama



En Badajoz residimos 48 personas cuyo primer apellido es Lama, aunque en su momento nacimos 81. En Cáceres sólo viven 5 y todos lo llevan de primero. En España somos 2.604 Lama de primero, 2.647 de segundo y 36 que llevan los dos apellidos. Aunque dicen que tiene origen cántabro y mi rama proviene de Galicia, entre Sevilla y Córdoba están un tercio de los residentes apellidados Lama de toda España.

Muy curioso el servicio de consulta sobre distribución territorial de apellidos que ha abierto en la web el Instituto Nacional de Estadística.



La fotografía es de este verano y está hecha en Barcelos (Portugal). Cada una de las freguesías del concello monta una especie de panel decorado alrededor de la plaza. Una de las freguesías se llama Lama

Nazis en Extremadura


Un reciente intercambio de correos con Antonio Rodriguez, joven investigador cacereño, me ha hecho recordar un artículo que publicamos Paco Espinosa y yo en agosto de 2002 en la revista de fiestas de Reina (Badajoz), que tan dignamente se edita cada año gracias sobre todo al empuje de Antonio Gálvez Sánchez.

El título del artículo es Nazis en Cabeza la Vaca, y en él narrábamos el accidente en el que murieron seis aviadores de la Legión Condor en la sierra extremeña de la Buitrera (cerca de Cabeza la Vaca, al sur de la provincia de Badajoz) el 16 de abril de 1938. El olvido del franquismo no sólo tiene que ver con la represión de los vencidos, sino con el ocultamiento de hechos de su propio bando que al cabo del tiempo poco agradaban a los gerifaltes de la dictadura; por ejemplo, la participación de las tropas alemanas de Hitler en apoyo de los sublevados. La llamada “causa nacional” de la que siguen alardeando algunos ultras fue realmente la causa del fascismo internacional y en ella colaboraron alemanes, italianos, portugueses, magrebíes y rusos blancos, entre otros.

Hay una magnífica colección de fotografías (como la que publico) realizadas por un fotógrafo de la Agencia EFE el 2 de mayo de 1939 en Cabeza la Vaca, con motivo de la erección de un monolito en la sierra donde se estrelló el bombardero bimotor Heinkel-111.

Ese monolito sigue hoy en la sierra, olvidado y cubierto de musgo, como espero que estén para siempre las ideas políticas de quienes lo erigieron. Aunque a algunos les pese.

domingo, 12 de noviembre de 2006

Una semana "histórica"


La próxima semana Badajoz nos ofrece varias actividades de interés sobre la historia de la guerra civil española.
Mañana lunes, en el Hotel Zurbarán (20.00 h.), el historiador Paul Preston dará una conferencia en la primera actividad pública que, tras su presentación, celebra la recién creada Fundación Cultura y Estudio de Comisiones Obreras. Doble satisfacción para mí, afiliado a CC.OO., y que tengo el honor de presentarlo.
Después, en el fin de semana, gracias al empeño de Isabel Barceló y al patrocinio de la Diputación van a celebrarse unas jornadas de título sugerente: DOS. BADAJOZ MADRID. Agonía y gloria de dos ciudades durante la guerra civil española.
El programa de actos de los días 17, 18 y 19 de noviembre ofrece propuestas muy interesantes: un diálogo público entre los historiadores Francisco Espinosa y Alberto Reig Tapia; la presentación de dos libros recientes (el de Ismael Lafuente, sobre Clara Campoamor, y el de José Andrés Rojo, sobre el general Rojo); una charla del escritor Javier Rioyo; la proyección de dos documentales (Spanish Earth, de Joris Ivens, y el capítulo sobre Badajoz de la famosa serie acerca de la guerra civil española de Granada Televisión); un diálogo entre los novelistas Antonio Ferrés y Justo Vila; y otro diálogo entre los dramaturgos José Moleón y Miguel Murillo.
Y para cerrar, el sábado tengo reunión en Villanueva de la Serena de la directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura.
Sí, una semana "histórica".

domingo, 5 de noviembre de 2006

Las primeras setas


El otro día nos comimos las primeras setas de la temporada. Fue en casa de Antonio Tomillo que, además de aficionado a recogerlas, es un excelente cocinero... y biólogo (que no viene nada mal tratándose de hongos). El menú fue: rebozuelos con puerros, champiñones con pollo, tortilla de rebozuelo, revuelto de rúsula y lepiota empanada.

En la tertulia de sobremesa nos preguntamos la razón por la que en el sur de Extremadura nunca hubo costumbre, hasta hace unos pocos lustros, de coger setas. Sí..., el miedo a ingerir alguna venenosa, pero el riesgo es el mismo en cualquier zona de España, y las hay donde son toda una tradición. Ni en la posguerra, con el hambre que se pasó, se cogieron y comieron por aquí, como señalaba Maurizio Catani en su libro Comer en Tentudía. Alguien preguntó si antes de la guerra la gente acostumbraba a recogerlas y aventuró si la posterior aversión hacia ellas no vendría dada por el miedo de los de la clase más acomodada a ser envenenados por algún campesino, que eran quienes conocían el campo y podían llevarlas a casa de los ricos. No sé. Parece una hipótesis un tanto rocambolesca, pero ¿quién sabe?

sábado, 28 de octubre de 2006

El peligro de la memoria



Durante cuarenta años sólo a unos les dejaron contar su versión de la historia. Desde 1977 podemos hablar todos... más o menos. Llevamos tres décadas con cierta igualdad de condiciones y ya vuelven a las andadas. Aunque ellos no han dejado de hablar en setenta años, les sigue molestando que los otros estén ahí, con papeles, con libros, con fosas.

Como casi siempre, a El Roto no le hacen falta tantas palabras.

domingo, 22 de octubre de 2006

García Montero


"Los animales tienen la virtud de la sensación, y aunque la sensación está en todos, sólo en algunos persiste. Eso es la memoria y eso nos hace seres de experiencia". Estas son las palabras que el filósofo Emilio Lledó empleó el otro día para defender la poesía de la experiencia con motivo de la presentación de la obra completa de Luis García Montero, uno de los más afamados seguidores de esta corriente poética, que algunos denostábamos por estos lares en los ochenta.

De García Montero se habla mucho en los últimos días por la polvareda que ha levantado su artículo del pasado día 14 en la edición andaluza de El País. Con el título “Lorca era fascista” arremetía contra su compañero de la Universidad de Granada, José Antonio Fortes, criticando sus opiniones literarias pero aireando también —y no parece el sitio más oportuno— peleas de departamento. Hoy el Defensor del Lector de ese periódico le dedica unos párrafos al asunto sin asomo de autocrítica.

En fin, no sé si será por esta polémica o por el respeto que me merece Lledó, pero el caso es que cuando hace dos días me llamó Luciano Feria y me dijo que eligiera un libro —como regalo del Seminario Humanístico de Zafra por haber presentado a Álvaro Valverde en la lectura de poemas que ofreció aquí en el mes de abril— elegí la recién publicada poesía completa de García Montero. No sé donde vamos a llegar. Yo leyendo poesía de la experiencia y, además, a cuenta de Álvaro.

sábado, 21 de octubre de 2006

La ola


Las lluvias de ayer son hoy un sol tibio que asoma entre las nubes. Ojalá vuelva a llover. Quizás a la espera, el día está mimoso. Dice mi madre que no hay sábado sin sol ni mocita sin amor. En fin, a lo nuestro:

Desde hace días quiero escribir sobre la ola, ese fenómeno colectivo del público de un estadio durante el cual los espectadores se convierten en el espectáculo. En la Wikipedia se duda sobre sus orígenes aunque se recoge la posibilidad de que fuera creado casualmente en un juego de la liga de hockey sobre hielo en Canadá en 1980.


Alguna vez he pensado que los del norte de América suplen su carencia de historia con la tendencia a creer que todo lo han inventado ellos. ¡Para qué hacen falta siglos si todo se origina aquí!, pensarán.

Estos días leo Los recuerdos de un anciano (1878), de Antonio Alcalá Galiano, uno de los mejores libros de memorias del siglo XIX español. En un pasaje describe los teatros de Madrid de 1806 y, hablando de uno de ellos (el de la Cruz) , dice: el espacioso patio, cuando estaba lleno, causaba a la vista y al oído un efecto por demás desagradable, viéndose en él lo llamado con propiedad oleadas, porque imitaba la gente empujándose el movimiento del mar, y aún podía mirarse como remedo de sus bramidos la gritería, que era consecuencia del atropellarse y estrujarse de los concurrentes, en un lugar, así, como de diversión, de tormento.

martes, 17 de octubre de 2006

Memorable palíndromo



Mi afición por Gonzalo Hidalgo me lleva al blog de Miguel Pedrero, Cuaderno de Febo, donde descubro un palíndromo memorable:

NOTA EPICA: NACI PEATON

Esas palabras dan sentido a mis diarias esperas en la estación de autobuses de Mérida antes de subir al autobús que me devuelve a Zafra.

Creo que ya tengo epitafio.

sábado, 14 de octubre de 2006

Chavela y unos versos


Paso la tarde con tareas domésticas y escuchando a Chavela Vargas. La grabación me la procuró mi amigo Honorio. Se hizo durante el concierto que dio la mexicana en Badajoz el 15 de noviembre de 1997. En la carátula de la cinta escribí a lápiz que sólo existen diez copias de esa grabación. La he oído decenas de veces: Piensa en mí, El último trago, Luz de luna, Llorona...

Si porque te quiero quieres,
llorona,
quieres que te quiera más.
Si porque te quiero quieres,
llorona,
quieres que te quiera más.
Si ya te he dado la vida,
llorona,
¿que más quieres? ¿quieres más?

Me suenan esos versos del zapoteco que canta Chavela. Mi padre me enseñó un trabalenguas que termina igual.

Quiero y no quiero querer
a quien no queriendo quiero.
He querido sin querer
y estoy sin querer queriendo.
Si porque te quiero quieres
que te quiera mucho más
te quiero más que me quieres,
¿que más quieres? ¿quieres más?

Y aun me suena un romance con letra parecida. ¿Tendrán relación estos versos entre sí? Chi lo sa

viernes, 13 de octubre de 2006

A un año de la muerte de Catani


Hace un año y diez días que murió Maurizio Catani. Desde hace semanas le daba vueltas a publicar aquí el artículo que le dedicamos en Hoy y El Periódico Extremadura Luciano Fernández y yo. Sirva de reiteración de nuestro afecto.

Fue en París, el pasado 3 de octubre. Un fallo cardíaco en el que culminaba una tortuosa enfermedad ha acabado con la vida de Maurizio Catani, antropólogo italiano que dedicó parte de su trabajo a la investigación etnográfica en Extremadura.
Nacido en Roma en 1937, Catani vivía desde 1961 en Francia, donde hace tres años se jubiló como miembro del Museo de Artes y Tradiciones Populares de Paris. Doctor en Sociología por la Universidad René Descartes, fue docente de ese centro durante años y profesor visitante de las Universidades de Nápoles y Bruselas. Consultor de la UNESCO, realizó viajes y estancias profesionales en Guadalupe, Italia, Brasil, Argelia, Marruecos y Túnez, dictando conferencias y publicando artículos en revistas italianas, francesas, belgas y españolas. Interesado en la historia de la vida social, en la transmisión de conocimientos entre generaciones y en los procesos de alfabetización de inmigrantes, escribió varios libros sobre estos temas entre los que destaca
Tante Suzzane, une histoire de vie sociale, publicado en colaboración con S. Mazé en Paris en 1982.
Pero desde hacía más de veinticinco años la actividad intelectual de Maurizio Catani, y una parte notable de su vida, estaba centrada en Extremadura, que visitaba cada pocos meses. De 1982 a 1984 fue profesor asociado de la Universidad de Extremadura y por esas mismas fechas comenzó a interesarse vivamente por la comarca de Las Hurdes, de la que publicó en 1989, y como uno de los cuadernos populares de la Editora Regional, la obra
La invención de Las Hurdes. Una sociedad local centrada en sí misma. Allí impulsó el Centro de Documentación de Las Hurdes e hizo decenas de sus peculiares entrevistas en las que indagaba sobre las fiestas, las comidas antiguas o los oficios.
Si su interés por lo extremeño comenzó en el norte, por Las Hurdes, durante el último decenio lo trasladó al sur, a la comarca extremeña de Tentudía, donde participó en el proyecto “Memoria colectiva de Tentudía” y sobre la que publicó su último libro,
Comer en Tentudía, una aproximación etnográfica a la comida y a los hábitos de vida de las gentes de la comarca en los últimos setenta años. Su conocimiento de la realidad extremeña le llevó a coordinar la Oficina Etnográfica de Extremadura de 2001 a 2003, último empeño de Catani en estas tierras.
Maurizio fue un hombre escéptico pero a la vez profundamente interesado por lo que le rodeaba; un intelectual pero también un hedonista, siempre con los sentidos alerta. Sólo hubo una excepción en esa personalidad dual: Extremadura, a la que dedicó un afecto sin alternativa.

Un libro pésimo


A finales de 1978 Fernando Sánchez Dragó publicó su renombrada Gárgoris y Habidis, Una historia mágica de España. Me compré la séptima edición, de octubre del 79. Dos mil doscientas pesetas: un pastón para la época. En mayo de 1982 elegí esta obra para hacer un trabajo de quinto de carrera, en la asignatura de Historiografía de la Historia Contemporánea. La propuesta de Dragó me resultaba simpática. Eran, para mí, años de tanteo (al final, todos lo han sido) y su heterodoxia me complacía.

No era tan complaciente con ella un sector de la intelectualidad española de entonces. Uno de los más radicales en su crítica fue Leopoldo Azancot. Escribió un artículo demoledor en Nueva Estafeta (mayo de 1979) bajo el título, bien significativo, de “Fascismo y búsqueda de los orígenes”. Además de definir la obra como “específicamente fascista” y de sorprenderse de que en sus cuatro tomos y más de mil páginas no hubiera ni una sola idea ni nada imaginativo —y que no fuera, por tanto, ni ensayo ni obra de ficción—, Azancot concluía preguntándose:
¿qué concepto de la literatura subyace en ella? La respuesta no puede ser más simple: ese concepto exclusivamente verbal del hecho literario que viene esterilizando buena parte de la literatura española desde hace tres siglos (...) Tal concepto, que da origen a una estética de buñuelo de viento o del cuesco floreado, empuja a Sánchez Dragó a escribir siempre “los eventos consuetudinarios que acaecen en la rúa” y no “lo que pasa en la calle”, a no llamar nunca “al pan, pan, y al vino, vino”—quizá porque en su obra no hay ni pan ni vino.

No he leído ninguno de los libros que Sánchez Dragó ha publicado desde entonces, pero este verano en Salamanca me picó la curiosidad al ver la portada de Muertes paralelas y desembolsé incautamente los 23,50 euros del precio de éste, vendido con el reclamo de Premio de Novela Fernando Lara 2006.

Aunque con dificultad, he terminado de leerlo y estoy realmente sorprendido. Hacía tiempo que no leía algo tan mal escrito y, al tiempo, de tal indecencia intelectual. Un libro al que, casi treinta años después, le cuadre tan bien un comentario crítico dirigido a otro libro del mismo autor.


Mal escrito porque, en efecto, es literatura de cuesco floreado, de inconsistente verborrea, de continuas oraciones incidentales, paréntesis dentro de paréntesis, en los que el autor se quita la palabra a sí mismo e introduce al lector en un mareante tiovivo dialéctico. Dragó habla mejor que escribe (lo mismo le ocurre a Gala) e incurre en el error de trasladar, sin más, técnicas oratorias de éxito al lenguaje escrito. La literatura en cuyos altares oficio obliga a recurrir a efectos retóricos, se excusa el autor. No me basta.

Dice Sánchez Dragó que la suya es una novela verité, y con eso pretende hacer algo entre el ensayo y la novela pero que al cabo —si recuperamos las palabras de Azancot—no tiene ni ideas para ser uno ni imaginación para ser otra. También la define como obra en marcha y con ese argumento nos somete a un vaivén de ideas en el que lo que afirma en una página lo niega radicalmente cuatro más adelante, sin que esa peculiar palinodia tenga más objetivo —fracasado, sin duda— que hacer partícipe al lector de la supuesta zozobra vivida por el escritor en la indagación de los datos.

En la crítica de las hechuras formales del libro habría que incluir también la auto-cita continua: larguísimos artículos anteriores y extensos fragmentos de otras obras suyas que coloca en el texto sin sonrojo alguno y que ayudan mucho a que alcance las 663 páginas. Y el insoportable tono autosuficiente, pedante y ególatra que continuamente adopta.

Pero lo peor de todo es el contenido. Convierte la historia del asesinato de su padre en septiembre de 1936 por los falangistas, y la crónica de la investigación emprendida por él para esclarecer las circunstancias de la muerte, en un relato autobiográfico y en una nueva oportunidad para conocer sus ideas reaccionarias. Aunque reconozco haber dado un respingo sobre el asiento tras leer la equiparación que hace entre Unamuno y un agitador radiofónico de actualidad (Miguel de Unamuno y Jiménez Losantos de Maeztu, epígono del 98, regenerador de España, indignado Savonarola e insobornable conciencia de su país), tampoco es eso lo peor.

Lo más indecente es que, quizá contrariado con que fueran los falangistas quienes asesinaran a su padre, nos presenta la muerte del progenitor como una especie de fatal casualidad: “lo mataron unos pero podrían haberlo matado otros”, viene a decir. Como a José Antonio Primo de Rivera, por lo visto, podrían haberlo matado los franquistas...

Más allá del ejercicio de historia-ficción que suponen, estas teorías sobre la guerra civil siempre me han parecido justificaciones descaradas de los asesinos y desvarío sobre las razones profundas de los asesinatos. Y como colofón, para los muy escépticos, Sánchez Dragó prepara un argumento cándido: a su padre no lo mataron los falangistas, sino los falangistas malos. Será por eso que él, tras caerse del caballo, se ha hecho muy amigo de los falangistas buenos.

En fin, quien quiera leerlo que no lo compre: se lo dejo. Mi único consuelo será saber que no he gastado los 23,50 euros por una sola lectura.

Yunus, Nobel de la Paz


Me acabo de enterar: Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz. Me alegro muchísimo. Es el creador de los microcréditos y del Banco Grameen, el banco de los pobres, en Bangladesh. A finales del mes de enero pasado asistí a una conferencia suya en Sevilla y di cuenta de mi satisfacción en este
blog: es la única persona en el mundo -decía entonces- que ha sido propuesta al Premio Nobel de Economía pero también sería, con los mismos méritos, Premio Nobel de la Paz. Un tipo magnífico.
Quien ha acertado ha sido el Comité noruego del Nobel, responsable de la designación.

martes, 3 de octubre de 2006

De derechas, como Dios manda


Cuando la realidad ofrece pocas noticias o las que ofrece no satisfacen las expectativas de venta o de infamia —tanto da— de algunos medios de comunicación, no cabe otra que dedicarse a la ficción. Y de eso saben mucho tanto El Mundo como la COPE que, tras el olvidado “periodismo de investigación”, han puesto de moda el “periodismo de invención”.

Ya no dan noticias: las inventan. Y, además, en vez de dar cuenta de la opinión de los partidos políticos, estos medios son quienes —en referencia al Partido Popular— inducen esa opinión y le marcan la ruta.

Todo viene del 11-M y de las teorías de la conspiración. El asunto es tan descarado que hasta ABC, de derechas como Dios manda y que nunca ha desperdiciado una oportunidad de arremeter contra la izquierda, se ha situado frente a sus colegas ideológicos y defiende la versión oficial.

Hoy en el Partido Popular el criterio para distinguir sensibilidades políticas, la diferencia entre la ultraderecha y la derecha, es leer El Mundo o el ABC.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Monumento en memoria de las víctimas de Badajoz en 1936


No pude asistir el viernes pasado en Badajoz a la inauguración de la escultura de Blanca Muñoz, junto al Palacio de Congresos, en homenaje a los asesinados de agosto de 1936 ni a la apertura de la exposición sobre la guerra civil cuyo comisario es Enrique Moradiellos. Sobre esta última hablaré en unos días, cuando pueda verla.

Acerca de la escultura me llegan quejas de varios amigos sobre cómo se desarrolló el acto inaugural y alguno, incluso, deplora la propia apariencia de la obra. Por las fotos que me envían no comparto estas opiniones estéticas: parece interesante la propuesta de la artista y “no da mal” en las imágenes que conozco, aunque la relación de la pieza con el motivo que dice inspirarla sea poco significativa. La autora arguye que cada 14 de agosto, aniversario de la toma de la ciudad, proyectará una galaxia espiral dentro de los límites de su base y que está formada por una serie de líneas que quedarán casi todo el año desordenadas sobre el suelo, salvo los días en torno a esa fecha.

Más allá de la controversia estética, lo que me preocupa es lo que me dicen del acto inaugural: no hubo ni un minuto de silencio, ni unas palabras, ni nada, todo se redujo al frío acto de correr la tela que lo cubría. Además no existe ni un humilde texto o cartel en el suelo o junto al monumento, que indique a qué o a quiénes, está dedicado el monumento.

La Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura reivindica que se coloque una placa junto al monumento, con el título de la obra y la oportuna dedicatoria. Además sigue siendo necesaria la instalación en el interior del palacio de un memorial, un pequeño espacio en recuerdo de los temibles hechos ocurridos en Badajoz en 1936 y que tuvieron en la derruida plaza de toros su principal símbolo.

martes, 26 de septiembre de 2006

Nuevo libro de Francisco Espinosa


Recibo hoy el último libro de Paco Espinosa, Contra el olvido. Historia y memoria de la guerra civil, publicado por Crítica y con prólogo de Alberto Reig Tapia. Con tiempo apenas para hojearlo, compruebo que se trata de una selección de algunos de los trabajos que complementan la labor emprendida durante los tres últimos lustros por este historiador extremeño. Junto a los títulos principales de su historiografía (La guerra civil en Huelva, La justicia de Queipo o La columna de la muerte), los textos aquí reunidos, la mayoría de ellos publicados pero de difícil localización, están lejos de ser la viruta en el suelo del taller del carpintero.
Aquellos que ya había leído, como "Literatura e Historia: el caso de Pascual Duarte o el crimen que nunca existió" (incluido en la obra homenaje a Josep Fontana), "Historia, memoria, olvido: la represión franquista" (del volumen que coordinó Arcángel Bedmar en Lucena) o "El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española" (publicado como libro exento en Badajoz el año pasado), son piezas, aunque breves, igualmente importantes en su trayectoria. Y otros que sólo conozco ahora, como "El cura y el falangista. Hinojos y Rociana, dos historias del 36" o "Agapito García Atadell en el infierno de Queipo" son propuestas sugerentes, cuya excelencia espero confirmar al leerlas.
La portada, de tonos morados, recuerda una placa republicana de Talavera del Tajo

jueves, 21 de septiembre de 2006

"Uno de los nuestros"


Se dice que Pio Cabanillas padre siempre preguntaba después de unas elecciones: ¿quiénes hemos ganado esta vez? No sé si el alcalde de Badajoz emula antes de tiempo al fallecido político franquista o es que ya (y faltan ocho meses) no da ni un duro por la opciones de su partido, el Popular, en los comicios autonómicos del año próximo en Extremadura. El caso es que sus declaraciones con motivo de la designación del sustituto de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en la cabecera de la candidatura del PSOE han sido las más graciosas de todas las que he leido y escuchado estos días. Miguel Celdrán ha dicho que le gusta Guillermo Fernández Vara porque si el Partido Popular pierde las próximas elecciones al menos en la Junta habría alguien que ha pertenecido al PP.
Enternecedor.

sábado, 16 de septiembre de 2006

Puigdengolas


Desde hace unas semanas este blog tiene dos vidas. Una está aquí arriba y es la que se trenza con los artículos que publico y las anotaciones ocasionales de los lectores. No hay muchos sobresaltos y tanto las “entradas” como los comentarios se suceden remansadamente, pues escaso es el tiempo del que dispongo y modesto el interés que suscito. Pero, como en la famosa serie televisiva de hace unos lustros Arriba y abajo, también hay otra vida en el subsuelo de estas piedras del río. Y, para mi propia sorpresa, esta bitácora bulle ahí abajo, en los comentarios de una entrada antigua, la que titulé Extremadura en "El laberinto español", del 4 de mayo pasado. Allí una docena de lectores andan todavía enzarzados en un debate muy vivo sobre la guerra civil en Badajoz. Uno de los motivos de discusión es el armamento del que disponían los militares y milicianos que defendían la capital en agosto del 36.

He podido leer las memorias de Ildefonso Puigdengolas, el coronel que asumió la comandancia militar de Badajoz durante los días previos a la ocupación por parte de los sublevados. Me las ha pasado un amigo, que dispone de ellas desde mediados de 2003. Francisco Pilo citó en su último libro algunos fragmentos de este texto, que no quiso publicar íntegro para respetar la primicia de quien a él se lo había facilitado, alguien que al parecer prepara una tesis doctoral. Yo lo he recibido por otro conducto y estoy libre de compromiso alguno de confidencialidad. Por eso creo que debo citar las palabras de Puigdengolas que descubren el “secreto” acerca de las armas y los defensores de la ciudad y confirman —como ya destacó Francisco Espinosa en La columna de la muerte— que el número de ambos fue muy inferior a la leyenda.

Dice Puigdengolas que cuando llega a Badajoz en el atardecer del día 25 los campesinos que se mueven por la ciudad están armados de escopetas la mayoría. Y más adelante detalla que las armas recogidas por mí fueron las siguientes: 500 fusiles del Regimiento de Infª. nº 3, 400 que más tarde mandó Madrid y 200 del desarme de la Guardia Civil, los cuales distribuí en la siguiente forma: 150 que mandé a Mérida, 100 que más tarde entregué al Reg. de Infª. para armar a los soldados que volvieron de licencia y 15 que di a la estación de ferrocarril de Badajoz, para armar a los ferroviarios de ella, quedando por tanto para las Milicias 835. De estos pronto pude observar que próximamente a doscientos milicianos se habían ido a sus pueblos y, aunque se ordenó a los Alcaldes que regresaran éstos a Badajoz, nada pudo conseguirse, quedando por tanto 635 milicianos en la plaza.

De estos 635 milicianos Puigdengolas envió 120 a Mérida, 25 a Almorchón, 30 a Medellín, 30 a Puebla de Obando, 60 a Alburquerque y 20 para reforzar la columna de Martínez Cartón. De tal forma, dice el coronel -aunque aquí yerra en la resta-, que alrededor del día 12 de agosto el total de los milicianos que debían quedar en Badajoz, pero de cuyo número no respondo, era de 275 armados con fusil, 200 carabineros y próximamente unos cien soldados de Infantería.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

El miedo



La viñeta de hoy de El Roto es una soberbia ilustración de una de las que el profesor Antonio Rodríguez de las Heras llamaba "siete regulaciones del conflicto": el miedo.

Junto con la sublimación, el favor, la culpabilidad, la desviación, la represión y la expulsión, uno de los instrumentos del poder para controlar a la sociedad, siempre potencialmente en conflicto con los del escenario.

Y Aznar desde la tira de Peridis, echando una mano, masculla: "España dividida e invadida"

Coetzee


Me lo prestó Benito Estrella recomendándome que lo leyera: Hombre lento, del nobel Coetzee (yo pronunciaba Coetzi, pero es Coezsía, me dice el también escritor Adolfo Gómez Tomé).

Es un relato sobre el desvalimiento del anciano Paul Rayment tras un accidente en el que pierde una pierna, y acerca de sus intentos por conseguir el afecto de una enfermera, Marijana, que le cuida en casa. En la página 93 el lector que asiste a la historia del viejo lisiado —amargado por la soledad y el barrunto de la muerte— se conmociona con la aparición en la novela de la escritora Elizabeth Costello que —como trasunto del propio Coetzee— es la autora del relato.

A partir de ese momento la relación irreal entre personaje y escritora —que discute con Rayment su comportamiento, le reconviene, le aconseja— se superpone sobre la peripecia real de los personajes, y Coetzee logra no sólo un relato moral sino una irónica reflexión metaliteraria.

sábado, 9 de septiembre de 2006

Mérito civil

José Durá, patrón
Bautista Molina, segundo patrón
Alvaro Domínguez, contramaestre
Jaime Valero, cocinero
Antonio Baeza, primero de máquinas
Juan Pascual Lafuente, segundo de máquinas
Jesús Nemiña, marinero
José Emilio Toba, marinero
Ramón Marcote, marinero
Manuel Pérez, marinero

Además, el patrón del "Francisco y Catalina" ha declarado que es suficiente con los 50.000 euros que les ha dado la Comunidad Valenciana, que no les hace falta ya más dinero de nadie.
Con los tiempos que corren, el mérito es doble.

viernes, 8 de septiembre de 2006

Acetre, 30 años


Hoy no hay duda: Acetre en Olivenza y en Canal Extremadura. Y así celebrar con ellos los 30 años. Me he perdido buena parte de su música, porque los conocí hace mucho menos. Creo que fue en Zafra... cinco o seis años, no sé. Forman parte de esa excelencia extremeña que hay que seguir aireando. Gente que hace bien las cosas. Da gusto escucharlos. Entre ellos y ellas, Diana Vara, espléndida, que colaboró con su violín en el homenaje al alcalde republicano de Zafra, José González, en abril de 2000.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Épico


Acostumbrados a lo dramático o a lo lírico,

por fin lo épico.

sábado, 2 de septiembre de 2006



Sólo le falta la tilde,
como a la pacificacion

Los girasoles ciegos


Mi amigo Juan Santos Rincón me lo dejó hace unos días urgiéndome a que lo leyera pronto para evitarme más tiempo sin esa belleza.

Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez (Anagrama, 2004).

Hacía tiempo que no me conmovía tanto un libro. Está escrito como a cincel, porque así es la huella que deja esa palabra en la realidad que indaga y en el ánimo de uno. Cuatro historias tristes de derrota.

“Primera derrota: 1939” o la peripecia de un capitán del ejército franquista, que se rinde al republicano unas horas antes de la capitulación de éste.

“Segunda derrota: 1940” o la desgracia de un poeta de dieciocho años que escribe un cuaderno en una cueva, hasta morir junto a su mujer y a su bebé.

“Tercera derrota: 1941” o la duda de un reo que miente al militar que juzga su causa y salva la vida, pero un día decide elegir la libertad de decir la verdad y de morir .

“Cuarta derrota: 1942” o el acoso a un profesor que sólo sale de su escondite para defender a su compañera del baboseo de un diácono y después se tira de un balcón para que no lo encuentren vivo.

Cuatro historias que acaban con la muerte, como acaba la vida, pero también cuatro historias de libertad, de libertades extremas.

Una lectura grande, de las que ya nunca se olvidan.

lunes, 28 de agosto de 2006

Enterrar a los muertos


Ignacio Martínez de Pisón es un novelista y ha publicado Enterrar a los muertos (Seix Barral, 2005), que no es una novela: es un libro de historia muy bien escrito. Estamos tan poco acostumbrados a leer páginas de historia bien escrita que cuando damos con ellas creemos que es un género distinto.

Por eso tras esta lectura reitero lo que una vez comenté a Santos Domínguez: como los historiadores no espabilen, la historia la van a escribir los novelistas. Y a mí no me parece mal, sobre todo si es tan minucioso y brillante, si escribe con tanto rigor, como el autor de este libro.

La historia, gracias a él, ya es conocida: el profesor republicano José Robles Pazos, amigo y traductor de John Dos Passos, desaparece en la Valencia de 1937. Y Martínez de Pisón investiga hasta concluir que fue asesinado por los servicios secretos de Stalin para evitar o castigar la revelación de algún secreto. Su propuesta es convincente, aunque algún escritor ahora ultraliberal lo haya querido atraer —sólo por eso— a su redil y alguna estalinista confesa haya pretendido empujarlo hacia allí.

Quien no es ni lo uno ni lo otro debe alegrarse -y si es historiador, aún más- de que esos sucesos de la retaguardia republicana abandonen también el silencio al que sólo un mal entendido antifranquismo había sometido. Y que además lo hagan con la palabra precisa y limpia de fidelidades totalitarias de escritores como Ignacio Martínez de Pisón.

domingo, 27 de agosto de 2006

La materia del sueño


El escritor se convierte en editor gracias al blog y puede conocer la reacción inmediata del lector ante sus textos. Esa es la principal novedad de esta especie de diario cibernético. De eso hablaba el otro día con Juan García Gutiérrez, uno de mis antiguos maestros de escuela, hoy catedrático —ya jubilado— de Latín.

Autor del estudio y traducción de un poema latino de interés para la historia del sur de Extremadura (Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria celebrados por Enrique Cock, 1976) y de un libro sobre artículos y ensayos (De la Vida a la Teoría, 2001), Juan nació en Aceuchal, donde los fascistas asesinaron a su padre —Eloy García Guerrero— hace ya casi setenta años, el 10 de septiembre de 1936.

Esa muerte le ha modelado la conciencia hasta convertir la denuncia del franquismo y la reivindicación de la memoria histórica en algunas de sus principales preocupaciones intelectuales y vitales. Puede haber quien piense que esos intereses casan mal con el perfil de un antiguo seminarista y experto en Latín, que se divierte escribiendo odas sáficas, que mantiene en Internet una
web sobre Zafra en la lengua de Roma y que frecuenta las revistas especializadas con artículos sobre la obra poética de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez o Miguel Hernández. Quienes le conocemos sabemos que no hay contradicción entre su apariencia apacible, sus gustos clásicos y la palabra rotunda con que escribe de la memoria.

Ahora ha abierto un blog: La materia del sueño.

sábado, 26 de agosto de 2006

Una lección de historia


Mis lecturas de este mes de agosto, aunque elegidas de forma fortuita —dos préstamos, una compra casual y un regalo—, tienen algo en común, además de la guerra civil: el escaso hueco que dejan a la ficción a pesar de no ser, salvo una, literalmente obras de historia. En los cuatro libros leídos los personajes son reales y el argumento es real —como ocurre, más o menos, en cualquiera de historia—, pero hay narración literaria, como en casi todas las novelas. Algunos son libros de historia y otros pertenecen a ese género híbrido, mitad novela mitad ensayo, que uno de esos autores ha llamado novela verité. Si hubiera que ordenarlos desde el ensayo histórico a la narrativa, la lista sería ésta: Escondido de Ronald Fraser (Crítica, 2006), Enterrar a los muertos de Ignacio Martínez de Pisón (Seix Barral, 2005), Muertes paralelas de Fernando Sánchez Dragó (Planeta, 2006) y Los girasoles ciegos de Alberto Méndez (Anagrama, 2004).

Los comentaré uno a uno en artículos distintos, pues —aun siendo la mayoría magníficos— alguno no merece mezclarse con los otros.

Fraser es un historiador conocido por su clásico Recuérdalo tú y recuérdalo a otros (1979), principal obra de historia oral de la guerra civil. Escondido relata el calvario de Manuel Cortés, alcalde socialista de Mijas, que estuvo treinta años de “topo” en su casa por miedo a la represión franquista.

Casi lo primero que debe decirse es que Escondido no es un libro nuevo. Fue publicado por primera vez en España en 1986 por la valenciana Institución Alfons El Magnánim y antes, en 1973, había aparecido en México la primera reedición en castellano del original inglés In Hiding: The Life of Manuel Cortes, de 1972. Sorprende que la edición de Crítica, siempre tan rigurosa en sus publicaciones, no aluda a esta circunstancia y haga pasar por novedad un libro que tiene más de treinta años.

Como la editorial quiere que sea nuevo un libro reeditado no ha podido exigir al autor una explicación sobre la vida de Manuel Cortés desde su entrevista, a comienzos de los setenta, hasta que murió en 1991. Hubiera sido interesante conocer cómo Cortés, que fue durante los ochenta presidente del PSOE local, vivió esos casi veinte años de final del franquismo, transición política y gobierno socialista.

Fraser vuelca sus entrevistas a Cortés, a su mujer y a su hija, en un texto en el que cada uno de ellos habla en primera persona. Cuando lo leo no puedo evitar acordarme de mi amigo Maurizio Catani, antropólogo italo-francés fallecido el año pasado, que seguía un método de trabajo muy similar al de este historiador: dejar hablar a los testigos sin entrometerse, y exponer tal cual sus testimonios, si acaso evitando repeticiones.

El texto es magnífico. Por boca de otros, Fraser ha dado tensión narrativa al relato y al tiempo lo ha convertido en una lección de historia. Debería leerlo cualquiera que pretenda saber qué pasó en España de 1920 a 1970.

viernes, 25 de agosto de 2006

El atraso como estereotipo


A comienzos del mes de julio se hizo público el estudio La gestión empresarial en los años 2005 y 2006, elaborado por la consultora de comunicación Burson Marsteller para la Escuela de Negocios IESE de la Universidad de Navarra a partir de 1.000 encuestas cumplimentadas por empresarios españoles. En uno de sus apartados se preguntaba a los directivos cuál creían que era la comunidad autónoma con mayor previsión de crecimiento económico. La mayoría de las respuestas situaron en primer lugar a Madrid, seguido de Valencia y de Cataluña. Cerraban la lista Castilla La Mancha, Cantabria y —en último lugar— Extremadura.

La revista Actualidad Económica ha comentado en el número del 13 de julio pasado estos resultados, y los ha comparado con los datos reales de incremento del Producto Interior Bruto en 2005 por comunidades según el INE. El único acierto de los directivos es Madrid, pues en efecto es la comunidad que más creció (4%). Tanto Cataluña (3,3%) como la Comunidad Valenciana (3%), Navarra (3,1%) o Baleares (2,4%) -en los primeros puestos según la percepción de los empresarios- están por debajo de la media española (3,4%). Pero la segunda en crecimiento fue Extremadura (3,8%), que los empresarios habían creído que se situaba en el último lugar.


Extremadura proyecta o soporta una imagen general de atraso. Y en la mayoría de las ocasiones no es real. No quiere esto decir que todos nuestros problemas sean ilusorios, pero a veces la principal dificultad para superarlos es la imagen que tienen de nosotros.

jueves, 17 de agosto de 2006

Una fiera anda suelta


El azote de algunos escritores de éxito ya tiene, desde hace poco más de un mes, un sitio en Internet. La fiera literaria, un libelo de crítica literaria que hasta ahora y desde 1995 se editaba en papel y se recibía por correo, y que durante un par de meses en 2001 se hizo un hueco en las páginas de La Razón con el nombre de “El cubil de la fiera”, anda ya suelto por Internet:
http://www.lafieraliteraria.com/index.html

Con una nómina de críticos del llamado Círculo de Fuencarral del que forman parte nombres —sobre todo, seudónimos— como Artemisa Cruz, Mary Luz Bodineau, Manuel Asensio Moreno, Clandestino Domínguez o Manuel García Viñó, La fiera literaria —Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española— viene poniendo a parir desde hace una década a algunos de los novelistas españoles más mediáticos (Javier Marías, Camilo José Cela, Antonio Gala, Juan Manuel de Prada, Lucía Etxebarría, Juan Luis Cebrián, Espido Freire, Elvira Lindo o Almudena Grandes, entre otros) y dando zurriagazos a El País, a editoriales como Planeta y a la mayoría de los premios literarios.

Practican un método de crítica que denominan “acompasada”, ya que al compás que leen una obra van señalando sus errores gramaticales, sintácticos, lógicos y estilísticos. Hay que reconocerles la contundencia de algunos comentarios, aunque pueda reprochárseles las formas, el anonimato —no a todos— y la que algunos consideran esterilidad de tanto empeño crítico sin alternativas. Lo que menos me gusta de ellos es que parece que no tienen abuela, como queda claro en este texto que forma parte de la presentación de su web:

Las críticas demoledoras de LA FIERA , el grito de “el rey está desnudo” al paso de una comitiva de memos encumbrados por los Prisa, los Planeta y otros afanadores, fue toda una acción política, una labor necesaria para poner a la crítica en su sitio, que me consta se ha sentido avergonzada por alabar, hasta el babeo, los brocados y piedras preciosas del manto de aquel rey en pelotas que era y es nuestra novelística más reciente. Hace ya diez años de aquello y continuamos. En nuestro haber de osados davides, algún que otro chichón al Goliat mediático.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Las cabañuelas

Marzo será “pardo” y abril, con lluvias. Me lo dice Ricardo Murillo, Tarrete, agricultor, 85 años. Estos días está especialmente atento al cielo: sigue las cabañuelas, ese pronóstico popular que prevé el tiempo de los doce meses del año siguiente a partir del que hace en los doce primeros días del mes de agosto. En agosto está el secreto, de los doce meses completos, dice el refrán. De las muchas variantes de cálculo de las cabañuelas —casi cada sitio tiene un método— Ricardo sigue el que cuenta del 1 al 12 de agosto, cada día un mes, de enero a diciembre, y confirma el pronóstico del 13 al 24, también contando el año de cabo a rabo. Hoy es 16 de agosto y, según sus cuentas, corresponde a abril. Estamos, cómo no, en la puerta de Cayetano, donde hoy la tertulia es de edad, pues pronto se nos unen Antonio, de 88 años, antiguo guarda de RENFE, y otro Antonio, “el Andaluz”, transportista, de 78. Aunque hay veces que la conversación desvaría hacia las costumbres zoofílicas de alguno que pasa al lado —allá por el año 40 las gallinas y las burras debían tener una intensa actividad sexual—, mis contertulios me ilustran sobre todo acerca de las condiciones de vida de entonces: que si había quien recogía sacos de azúcar para apañarlos como vestimenta; que si había otros que esperaban la retirada de mercancías de fruta de los trenes para llevarse las piezas medio podridas; que si las alpargatas duraban un año, aunque estuvieran rotas; que si a las mujeres no le dejaban entrar en misa en mangas de camisa... Era una vida bonita, dice —a pesar de todo— uno de ellos. ¡No, de eso nada!, replica otro. Era una vida horrorosa, la que era bonita era la edad que teníamos. Ahora sí que se vive bien, aunque ya estemos en "onda corta". Cuando ya se han ido, llega Cayetano padre, 87 años, y pone la guinda: Hace mucho tiempo que nací. Hace tanto que ya ni me acuerdo. Risas. Me bastaría con la mitad de lucidez de cualquiera de ellos.

martes, 15 de agosto de 2006

Foros por la memoria histórica


Uno de los puntales en el proceso de recuperación de la memoria histórica sobre la república y la guerra civil es el de los foros o listas de discusión en Internet. Aunque a veces se vean sometidos al sabotaje de algunos francotiradores, permiten el intercambio de información en ocasiones valiosísima entre estudiosos. Son un instrumento muy interesante para completar cualquier investigación histórica. Con la colaboración de un amigo vasco, Jordi Pedrosa, que los frecuenta, he elaborado una lista con los más destacados de estos foros por la memoria.

Lista GCE de Tinet:
http://arxiu-llistes.tinet.org/mllistes/gce/current/welcome.html
Creado a finales de la pasada década por el profesor de informática Manuel Sanromá, que sigue moderándolo, este foro pertenece a Tinet, una mítica red ciudadana de Internet de Tarragona. Para participar en él hay que suscribirse, pero los mensajes pueden leerse libremente. En su momento fue el mejor de los foros, pero hoy ha perdido bastante y hay demasiados comentarios de índole armamentística o sobre la batalla del Ebro.
Lista Guerra Civil:
http://es.groups.yahoo.com/group/listaGCE/
Las deserciones en la lista de Tinet animaron la aparición de otros foros, como éste, creado y moderado por Pedro G. Bilbao. Tanto para participar como para leer los mensajes hay que estar suscrito.
Lista ALBA:
http://forums.nyu.edu/cgi-bin/nyu.pl?visit=alba&id=309477771
Es un foro en inglés, donde en ocasiones participa algún hispanista como Paul Preston. La lectura de los comentarios es libre, pero para hacerlos hay que estar suscrito y deben ir firmados sin seudónimos.
Foro para la Recuperación de la Memoria Histórica:
http://boards2.melodysoft.com/app?ID=ARMH
Es el foro de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica impulsada por Emilio Silva y Santiago Macías. La lectura y la redacción de mensajes es libre, pero el foro está limitado al intercambio de información y no se permiten contenidos polémicos ni discusiones entre los participantes.
Foro GCE Historia Guerra Civil Española:
http://boards4.melodysoft.com/app?ID=forogce&do=chparms&PREVMAXMSGS=10&MAXMSGS=1000&ORDERBY=0
Este foro surgió a partir de la web
http://www.guerracivil1936.galeon.com/ de Ramón Puche Maciá. La aparición de comentarios filonazis recomendaron moderar los mensajes, pero al no poder hacerlo el propietario de la web se cerró el foro y se creó este nuevo vinculado a la web sobre la guerra civil en Euskadi http://es.geocities.com/gce_euzkadi/index.html de Jordi Pedrosa, Txema Prada y Alberto Bru.
Foro por la Memoria. Historiadores e Investigadores:
http://boards4.melodysoft.com/app?ID=FM_historiadores
Es un foro de intercambio de información relacionada con la memoria histórica dirigido a historiadores e investigadores. Está vinculado a la web Foro por la Memoria, cercana al Partido Comunista de España:
http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/inicio.htm Hace pocas semanas ha sido cerrado el foro que con carácter general también mantenía esta web.
Foro La Guerra Civil española:
http://guerracivil.forumup.es/
De reciente creación, este foro es el único que tiene organizados los mensajes en bloques temáticos (personajes clave, batallas, armas, etc.).

lunes, 14 de agosto de 2006

El humo


Vuelvo del fuego. El viaje estival de este año estaba previsto como un periplo celta (desde la Beturia Céltica a Galicia y el norte de Portugal, principal territorio celta de la península) pero ha acabado convertido en una incursión al centro de la hoguera. En Santiago parecía que iba a arder la catedral. Y camino de Portugal atravesamos la AP-9 con el asfalto acosado a ambos lados por el fuego. Todo el monte gallego está ardiendo. Y la razón de tanto fuego no puede estar ni en la casualidad (cristalitos brillantes entre la hojarasca no retirada), ni en la locura (cuatro idos con un mechero). La razón aquí no es la sinrazón. Hay reflexión y método tras este desastre, mucho hijo de puta organizado y algún hijo de puta dirigiéndolo, que contempla el humo dando bocanadas a un habano humeante.

lunes, 7 de agosto de 2006

El piricuto


Los que nacimos en ese barrio siempre le hemos llamado el piricuto y presidió durante años nuestras correrías de infancia. Después supimos que era el monumento que glorificaba la memoria de unos y sometía al olvido la de otros, y con ellos los crímenes cometidos a la entrada en Zafra de los militares de Franco, hace hoy setenta años. La Junta Directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero” ha remitido al Ayuntamiento de Zafra un texto en el que pide el desmantelamiento de este obelisco.

Han pasado ya setenta años desde el inicio de la Guerra Civil. Setenta años desde que, el 7 de agosto de 1936, las tropas sublevadas del comandante Castejón entraran en Zafra y se vivieran los momentos más trágicos de nuestra historia. En los días y semanas siguientes a la toma de la ciudad más de ciento setenta mujeres y hombres murieron asesinados por el único delito de pensar de forma distinta que sus asesinos; más de ciento setenta hombres y mujeres de un lado asesinados en Zafra sin que nadie del otro lado lo hubiera sido antes.
En macabra conmemoración de esos hechos se levantó enfrente de la Plaza de Toros, en el mismo lugar por donde entraron las tropas, un obelisco de piedra con tres placas que sólo recordaban la entrada en la ciudad de los militares y que olvidaban mencionar el espanto generado a partir de entonces. Durante estas siete décadas los familiares de quienes fueron asesinados ese día han aguantado a veces las lágrimas al pasar por allí. Setenta años después el obelisco sigue en el mismo sitio, aunque con el tiempo hayan desaparecido las placas conmemorativas y algunos ya ni siquiera sepan los motivos por los que fue erigido.
La Junta Directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Zafra “José González Barrero” solicita al Excmo. Ayuntamiento de Zafra que termine la tarea que el tiempo ya ha iniciado y ordene el desmantelamiento de ese obelisco, conmemorativo de una época y unos hechos que no merecen homenaje alguno. Pedimos que, en la próxima remodelación de ese espacio, el obelisco no permanezca en ese lugar y sea trasladado adonde nunca más pueda deshonrar a las víctimas del franquismo en Zafra; adonde, si acaso, sólo sirva para no perder la memoria sobre tanta historia de oprobio.

martes, 1 de agosto de 2006

Norte


Uno, al revés que Álvaro Valverde, se va en verano al norte, quizá para no perderlo después durante el año. Llevo algo de lectura (Sándor Márai, Ignacio Martínez de Pisón y Ronald Fraser), una libreta, el waterman y buenas intenciones. Voy —me llevan— en medio de la grey (cuatro adultos y tres niños) al filo del mar. Supongo que las piedras de este río no asomarán en un par de semanas, aunque no descarto algún apunte en ocasión señalada. ¡Abur!

lunes, 31 de julio de 2006

El comerciante de curtidos

Mis vacaciones siempre comienzan “oficialmente” con un paseo de mañana por la calle Sevilla y una visita a mi tertulia de la tienda de curtidos de Cayetano Berciano. Es de los últimos establecimientos de este tipo que quedan en Extremadura, y su rareza no sólo es debida al género que vende sino a la naturaleza bifronte del lugar (mitad tienda, mitad mentidero), de su dueño (mitad comerciante, mitad intelectual) y de sus asiduos (más que clientes, hablanchines). En otra parte me he referido a este sitio: Allí recalamos alguna tarde a la semana varios conocidos. Mientras los niños juegan con imanes, se miran al "espejo zapatero" o comprueban la voracidad espacial de su estatura en la "pared medidora", el resto peroramos sobre lo divino y lo humano en una conversación trufada de dicterios, dichos latinos, citas eruditas y alusiones a personajes más o menos decentes de la Zafra de hoy y de ayer.

Esta mañana andaban por allí Francisco Croche de Acuña y Manuel Guillén, y sólo nos ha dado tiempo a comentar brevemente las últimas declaraciones de monseñor Cañizares identificando catolicismo y unidad de la patria española. O sea, el nacionalismo español como principio teológico.
Después mi amigo Cayetano Berciano, buen lector y un entendido en arte, me enseña el catálogo de una exposición pictórica en el que aparecen algunas obras de fray Juan Sánchez Cotán, el principal pintor de bodegones del Barroco español. Busca hasta dar con el famoso Membrillo, col, melón y pepino del Museo de Arte de San Diego, y durante varios minutos me describe con apasionamiento la exactitud en la colocación de las piezas de esta naturaleza muerta, su inquietante modernidad, y me habla de la maestría alcanzada por los pintores españoles de los siglos XVI y XVII. Comienzo mis vacaciones con una lección de arte a cargo de un singular comerciantes de curtidos.

domingo, 30 de julio de 2006

Deslealtad


Ese es el vocablo que ha utilizado el portavoz del Partido Popular para definir la decisión del alcalde de Madrid de oficiar la ceremonia de boda de dos homosexuales militantes de su mismo partido. Creo que la deslealtad la comete la dirección del PP con su propia gente al oponerse a la voluntad de estos hombres de unirse legalmente. Si ni siquiera amparan los derechos de dos afiliados cómo creer que vayan a ser respetuosos con los del resto de los ciudadanos.

domingo, 23 de julio de 2006

Los Álvarez Guerra de Fernando Pérez


Un encargo reciente me ha aproximado de nuevo a los Álvarez Guerra y me ha traído a la memoria a Fernando Pérez. Están organizando una exposición bibliográfica titulada Extremadura: Tierra de libros con ejemplares de la Biblioteca de Extremadura y del Fondo Clot-Manzanares. Y Joaquín González Manzanares me pidió que hiciera, para el catálogo, la reseña bibliográfica de tres de los libros, cada uno de ellos escrito por uno de los hermanos de esta familia zafrense.

Me apasionan la vida y la obra de estos hermanos. Hijos de Francisco Javier Álvarez, un propietario agrícola ilustrado de finales del siglo XVIII, los Álvarez Guerra son un magnífico ejemplo de familia liberal decimonónica, con presencia notable en la política, en la milicia, en la economía, en la agronomía y en la filosofía. El de vida más pública fue Juan. Dos veces ministro de la Gobernación (en 1813-1814 y en 1835), diputado en las Cortes del Trienio, prócer del reino después, preso y exiliado político antes, Juan Álvarez Guerra compaginó la política liberal con la actividad intelectual como traductor y autor de ensayos agronómicos. Precisamente fue esta la faceta más practicada por Andrés, otro de los hermanos, agricultor, arbitrista, inventor de artilugios y aperos agrícolas y coronel del ejército durante la guerra contra los franceses.

El benjamín, José, nacido en 1778 y muerto hacia 1862, también fue soldado (capitán y oficial de Estado Mayor), también fue político liberal (gobernador de Salamanca, Palencia, Cáceres y Soria), también fue autor de arbitrios para resolver los problemas de la nación, pero sobre todo fue filósofo y escribió una obra precursora del krausismo: Unidad Simbólica o Destino del Hombre en la Tierra o Filosofía de la Razón. Las primeras muestras de su filosofía las publicó en 1836 en Soria, una de las ciudades capitales en la vida y obra de su bisnieto Antonio Machado.

Quien más supo de los Álvarez Guerra fue Fernando Tomás Pérez González, que escribió varios libros y artículos sobre ellos y cuya tesis doctoral (El pensamiento de José Álvarez Guerra) va a ser publicada ahora por la Editora Regional de Extremadura, la entidad que él dirigió hasta su muerte. Su hermana Celes me dice que ha retomado la edición de la web de su padre, en la que trabajara Fernando hasta los últimos días, y que está preparando un sitio en internet sobre él, aunque aún no está operativo:
www.fernandotomasperez.com. Seguro que ese sitio se convertirá también en un rincón en la red sobre los Álvarez Guerra, la familia extremeña decimonónica que tan apasionada y rigurosamente él investigara.

sábado, 22 de julio de 2006

Papeles viejos


Tengo una afición antigua por los papeles viejos. No sé si porque soy historiador o si soy historiador por eso. En el expurgo de hace unos días, que ya he comentado en otra ocasión, han aparecido piezas importantes. Como la separata que publicó La Hoja del Lunes de Badajoz a finales de mayo de 1977 con las fotografías de los candidatos que se presentaban en Extremadura a las elecciones generales de ese año, las primeras libres tras tantos lustros. El folleto tiene fotos impagables (mucho ha cambiado el marketing electoral) y en él aparecen nombres y siglas de maridaje hoy sorprendente.

He escogido la página 12, que reproduce los nombres y las imágenes de los primeros candidatos al Congreso por Badajoz de la Alianza Socialista Democrática. Esta coalición la integraban en España el denominado PSOE histórico, de Manuel Murillo, y el Partido Socialista Democrático Español, de Antonio García López. A éste sus enemigos políticos llegaron a acusarle de espía de la CIA, y a su partido, de montaje de los servicios secretos americanos para menoscabar las posibilidades del PSOE de Felipe González.

En Extremadura obtuvieron 1835 votos, el 0,58%. La cabecera de cartel es memorable. A Lázaro Movilla Chacón, alcalde socialista de Segura de León en 1936, le acompañaban Moisés Cayetano Rosado —hoy concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz, tras algunos años de militancia en Izquierda Unida— y Tomás Martín Tamayo —hoy diputado y secretario de comunicación del Partido Popular tras su paso por CREX, CDS y UCD.

¡Para que después digan que en Extremadura no ha cambiado nada en estos años!

viernes, 21 de julio de 2006

La bondad



A veces olvidamos el valor de la bondad. Me refiero a la bondad sin atributos. Algunos vamos por la vida con la cabeza llena de ideas y con el gusto ávido de exquisiteces intelectuales, y olvidamos la bondad sencilla de la gente común.

Hoy me he culpado de ese descuido al encontrarme a un buen hombre: Simón Sayago Ladera, utillero del polideportivo de Zafra y esquilador de mulas, sesenta y cinco años, natural de Feria. La forma en que me ha saludado ha sido la expresión de la bondad. Él y yo sólo nos conocemos del trato esporádico de quienes viven en la misma ciudad, de saber yo de sus afanes por la Virgen de su pueblo y de saber él de mis cosas de la guerra civil. He hablado con él varias veces de esos y otros asuntos. Es un buen hombre y un gran profesional: ya digo, de los pocos esquiladores "artísticos" que quedan. Y hoy me ha saludado con un afecto en desuso. Primero con los ojos; después, se ha acercado; finalmente, me ha puesto las manos en los hombros y me ha dicho: “me alegro mucho de verte”. Así, sincera y sencillamente.

Lo dicho: la bondad

(Le blanc-seing, René Magritte, 1965)

viernes, 14 de julio de 2006

Breve playa












lunes, 10 de julio de 2006

La bandera de Extremadura


Ordenando papeles me topo con un recorte de prensa de La hoja del lunes, el desaparecido semanario extremeño que dirigiera, entre otros, Gaspar García Moreno. Por desgracia el recorte no lleva fecha, aunque debe ser de la primavera de 1976. Es una carta al director firmada por Bartolomé Gil Santacruz, mecenas y editor extremeño. Bajo el título “Extremadura ya tiene su bandera” dice:

Señor Director:
Acabo de leer en el periódico regional HOY con gran satisfacción que la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Badajoz, en la sesión celebrada el día 25 de febrero último, decidió, a propuesta de don Fernando Belmonte, la investigación sobre la bandera de Extremadura. Lo cual me entusiasmó al leerlo, porque pienso que a todos los niveles despierta nuestra conciencia regional.
Un grupo de extremeños asentados en Madrid, entre los que se encuentran personalidades importantes de las letras y las artes de nuestra tierra, investigamos la mencionada bandera y no encontrando antecedentes históricos, decidimos buscar formas y colores para su posible creación. Esta se llevó a cabo en una reunión de la peña “La Encina” en el mes de abril y se confeccionó de acuerdo a la mayoría de criterios que abundó en el tema. Conclusión:
Los colores nacionales, rojo y gualda, entrando en cuña en el verde de la encina y la oliva, el pardo de la tierra y una pequeña faja de negro (por el dolor de Extremadura) eran los adecuados para la bandera.
Esta bandera, tuve el honor de presentarla personalmente con motivo del homenaje de Extremadura a nuestra querida Isabel Montejano, Isabel de Extremadura, el día 15 de mayo del pasado año, en Mérida de manera oficiosa. En esta ocasión se hallaban presentes los gobernadores de ambas provincias, los presidentes de las Diputaciones, el actual director general de Política Interior, señor Sánchez de León, los alcaldes de Mérida, Plasencia, Navalmoral, y otros muchos hombres de letras como don Pedro de Lorenzo, Sánchez Pascual, Antonio González Conejero y otros.
Por lo tanto, Extremadura ya tiene su bandera mientras no surja una histórica. Adjunto mando copia a todo color.

domingo, 9 de julio de 2006

Garikoitz Cuevas



Dice José Guirao que en las pinturas de Garikoitz Cuevas (Sanlúcar de Barrameda, 1968) los distintos planos de color y materia van surgiendo como si de un viejo tronco fuéramos arrancando capas de su corteza.

"Limbo caníbal". Técnica mixta sobre lienzo, 2002.

sábado, 8 de julio de 2006

Residencia

Sobre este nombre se edificó una parte de la actividad literaria de Cáceres a comienzos de los años ochenta del pasado siglo. Así se llamaba la revista editada por la Residencia Universitaria San José junto al Departamento de Literatura de la Universidad de Extremadura, y así llamamos también a un premio de poesía convocado por aquellos años desde el mismo centro.

El ancestro del nombre era evidente y recordarlo aún sonroja: la insigne revista dirigida por Alberto Jiménez Fraud en la madrileña Residencia de Estudiantes donde de 1926 a 1936 publicaran poemas y textos los más destacados de la Generación del 27. Debíamos sufrir un inmoderado deseo de distinguirnos de lo que realmente éramos para llamar así a aquello que, en sus orígenes, no fue más que un boletín de estudiantes bastante mal escrito, peor editado y nacido en una residencia que -aunque hoy la recuerdo con el mayor cariño- era entonces el principal nido de fachas de la ciudad, como se solía decir.

La residencia San José dependía de la Caja de Ahorros de Cáceres y una parte de los que se alojaban en ella era hijos de la alta burguesía extremeña. Incluso algún aristócrata o el vástago de una importante figura de la política nacional residió en la San José. No es extraño que casi todos estudiaran la carrera del poder e ideológicamente no admitieran nada a su diestra. De Derecho y de derechas, esa era la definición que, con resignado humor, dábamos de la residencia los pocos que nos salíamos de la norma. El diez por ciento de extravagantes vivíamos en 1977 y 1978 en los pasillos inferiores del edificio. Allí estaban las habitaciones de quienes cursábamos Filología o Historia o Magisterio u Obras Públicas... —carreras raras frente al casi unánime Derecho— y sólo allí había banderas de Extremadura, se escuchaba la Nueva Trova Cubana y en los estantes se veía algún libro de Marta Harnecker, Santiago Carrillo (que acababa de publicar Eurocomunismo y Estado) y los filósofos de la sospecha. El extrañamiento en los sótanos no era por razones ideológicas pero casi, pues —salvo excepciones— quienes estudiábamos alguna de esas carreras éramos los únicos que no seguíamos a Blas Piñar, ídolo de la mayoría de los residentes. El carácter político del centro se simbolizaba en su director, José María Corzo Sinobas, vecino de Zafra y recientemente fallecido. Corzo era un cordimariano secularizado, hombre de gran cultura y filósofo ultramontano que en alguna ocasión presentó al líder de Fuerza Nueva en sus mítines cacereños.

A mediados de 1978 la Caja —sensible a los tiempos constitucionales—nombró nuevo director a un profesor de Derecho Administrativo, Juan José de Soto Carniago, que introdujo nuevos aires y permitió la edición de la revista. Colaboré en la redacción desde el primer número, a finales de 1978, junto a Isidoro Bohoyo (hoy coordinador de las bibliotecas de la provincia de Badajoz) o Chema Gómez Caminero (decano del Colegio de Abogados de Badajoz), entre otros. Las primeras entregas fueron horrendas: veintitantos folios unidos con tres grapas, escritos en mi Olivetti Studio 45 y editados a ciclostil; los contenidos, insustanciales: chascarrillos de la vida en la casa, polémicas sobre las novatadas, pésimos poemas (ahí publiqué el primero, también pésimo) y soporíferos artículos sobre “La Esclavitud negra en la América española” o “Técnicas sociales en el diseño del automóvil”.

En diciembre de 1980, tras cuatro números editados, la revista experimentó una importante mejora. Un joven madrileño, profesor de Literatura en la Universidad extremeña, Jesús Cañas Murillo, que había llegado a Cáceres con Juan Manuel Rozas, fue nombrado Delegado de Actividades Culturales de la residencia y se incorporó como presidente al Consejo de Redacción. La portada cambió, adoptando la que sería clásica en la trayectoria de la revista: un taller de imprenta enmarcado en una estructura arquitectónica presidida por un título de tenebrosas letras más propias de película de terror.

A partir de entonces Residencia se convirtió en una digna revista universitaria de cultura. Durante un tiempo el coordinador siguió siendo el de la época anterior, Manuel Fernández Jiménez, y en diciembre de 1981, ya en mi último año de carrera, lo fui yo. El equipo se completaba con los profesores Marino Marcos Cuervo-Valdés (ingeniero salmantino que impartía clases en la Politécnica), Juan Antonio Calvo-Costa (valenciano, catedrático de Literatura de la Michigan State University que pasaba un año en Cáceres) y los estudiantes Manuel Florenciano Jara, Paco Martín Camacho, Miguel Ángel Teijeiro, Tano Álvarez Buiza y mi hermano Miguel Ángel.

Ese fue el primer equipo de trabajo de los muchos en los que he participado en mi vida. Jesús impulsó un importante programa de actividades culturales y nosotros le servimos de activos colaboradores. Todos aprendimos mucho de una experiencia que modeló nuestros gustos culturales. El montaje y redacción de cada número era una intensa clase práctica de la mejor cultura. Nunca supe tanto del tan cacareado espíritu universitario como en el afán de ese grupo de Residencia. Otros seis números editamos de esa nueva Residencia hasta que en 1983 el Departamento de Literatura asumió como propia la publicación y comenzó a componerse en una imprenta. Mi hermano fue nombrado Secretario y los que abandonamos Cáceres, Miembros de Honor.

Durante ese tiempo en la revista firmaron nombres de fuste (Manuel Tuñón de Lara, José Luis López Aranguren, Carlos Rojas, Antonio Holgado, Luis Rosales, Dámaso Alonso, Juan Manuel Rozas, Kenneth Scholberg, Luis López Guerra, Joaquín Benito de Lucas, Antonio Rodríguez de las Heras, Romano García...) y publicaron sus primeros poemas y textos buena parte de la actual nómina de escritores extremeños (Ángel Campos, Luciano Feria, Ada Salas, Álvaro Valverde, José Manuel Fuentes, José Luis Bernal, Javier Pérez Walias...).
El gusto clásico de Jesús, evidente en las citas con las que encabezaba cada editorial, resume parte del espíritu de esos años inolvidables vividos en la San José y alrededor de Residencia.
A mucho obligan las leyes de la obediencia forzosa; pero a mucho más las fuerzas del gusto (Miguel de Cervantes).

Pares cum paribus facillime congregantur (Ciceron).

miércoles, 5 de julio de 2006

El fuego secreto de los filósofos


Ayer comí en Mérida con Isidoro Reguera, catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Extremadura. En la conversación nos comentó su último encuentro con Jacobo Siruela y con su mujer, Inka Martí, retirados en Mas Pou, una casona en la localidad gerundense de Vilaür, de 115 habitantes. El conde de Siruela editó hace tres años el libro de Reguera sobre Jacob Böhme, el poco conocido filósofo alemán del siglo XVI, y supongo que de ahí se conocen.

Desde el Ampurdán, Jacobo Fitzjames-Stuart Martínez de Irujo —tras vender la magnífica Ediciones Siruela— gestiona su nueva aventura editorial: Atalanta, que está poniendo en el mercado algunos libros “raros” y refinados, tan del gusto de su dueño y de quienes le seguimos. Le he leído al editor que su intención es buscar modelos, que está harto —editorialmente hablando— de la enfermiza celebración del presente y que los mejores anclajes para el porvenir son la memoria y la imaginación.

A cuento de Siruela y de Atalanta, Isidoro Reguera y yo descubrimos que leemos —y ambos con pasión— el mismo libro: El fuego secreto de los filósofos, de Patrick Harpur, primer título publicado por la nueva editorial dentro de la colección “Imaginatio Vera”.

Hace unos días me referí aquí a él. El subtítulo es Una historia de la imaginación, y de eso trata. Harpur recorre arquetipos, sucesos, leyendas, autores y obras —sobre todo del mundo anglosajón— que han ido jalonando un discurso distinto al de la ortodoxia racionalista. Es un libro de filosofía, de mitología, de literatura, de historia... que muestra formas distintas de ver el mundo. El hilo argumental de este ensayo salta del ya citado Böhme —Boehme prefiere el traductor— y su distinción entre fantasía e imaginación a los mitos griegos, de Newton y Einstein a los gnomos de las fábulas del bosque, de Petrarca al Santo Grial. Si intentara contar el contenido de esta obra sentiría casi similar impotencia a la manifestada por el personaje de El Aleph: lo que vieron mis ojos fue simultáneo; lo que transcribiré, sucesivo... Porque Patrick Harpur ha querido construir su libro no con el canon apolíneo de la ortodoxia que critica sino con el desorden dionisiaco de la heterodoxia que propone. Y ha escrito un libro sin orden, o mejor, con otro orden. Una reflexión sucede a otra por analogía, evitando toda jerarquía e hilvanando así un discurso coherente, en la forma, con su propio contenido. Al decir del autor, el libro está hecho como piensan los nativos: superando las contradicciones mediante metáforas y evitando dar un valor simbólico absoluto a cada cosa.
El fuego secreto de los filósofos es una lectura que merece la pena. Ofrece belleza y conocimiento desde la originalidad. Es un libro inteligente, que ayuda a desbrozar la inteligencia de lo que ha ocurrido y ocurre. Y en la portada, Arcimboldo, Agua, 1566.