lunes, 14 de agosto de 2006

El humo


Vuelvo del fuego. El viaje estival de este año estaba previsto como un periplo celta (desde la Beturia Céltica a Galicia y el norte de Portugal, principal territorio celta de la península) pero ha acabado convertido en una incursión al centro de la hoguera. En Santiago parecía que iba a arder la catedral. Y camino de Portugal atravesamos la AP-9 con el asfalto acosado a ambos lados por el fuego. Todo el monte gallego está ardiendo. Y la razón de tanto fuego no puede estar ni en la casualidad (cristalitos brillantes entre la hojarasca no retirada), ni en la locura (cuatro idos con un mechero). La razón aquí no es la sinrazón. Hay reflexión y método tras este desastre, mucho hijo de puta organizado y algún hijo de puta dirigiéndolo, que contempla el humo dando bocanadas a un habano humeante.

lunes, 7 de agosto de 2006

El piricuto


Los que nacimos en ese barrio siempre le hemos llamado el piricuto y presidió durante años nuestras correrías de infancia. Después supimos que era el monumento que glorificaba la memoria de unos y sometía al olvido la de otros, y con ellos los crímenes cometidos a la entrada en Zafra de los militares de Franco, hace hoy setenta años. La Junta Directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero” ha remitido al Ayuntamiento de Zafra un texto en el que pide el desmantelamiento de este obelisco.

Han pasado ya setenta años desde el inicio de la Guerra Civil. Setenta años desde que, el 7 de agosto de 1936, las tropas sublevadas del comandante Castejón entraran en Zafra y se vivieran los momentos más trágicos de nuestra historia. En los días y semanas siguientes a la toma de la ciudad más de ciento setenta mujeres y hombres murieron asesinados por el único delito de pensar de forma distinta que sus asesinos; más de ciento setenta hombres y mujeres de un lado asesinados en Zafra sin que nadie del otro lado lo hubiera sido antes.
En macabra conmemoración de esos hechos se levantó enfrente de la Plaza de Toros, en el mismo lugar por donde entraron las tropas, un obelisco de piedra con tres placas que sólo recordaban la entrada en la ciudad de los militares y que olvidaban mencionar el espanto generado a partir de entonces. Durante estas siete décadas los familiares de quienes fueron asesinados ese día han aguantado a veces las lágrimas al pasar por allí. Setenta años después el obelisco sigue en el mismo sitio, aunque con el tiempo hayan desaparecido las placas conmemorativas y algunos ya ni siquiera sepan los motivos por los que fue erigido.
La Junta Directiva de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Zafra “José González Barrero” solicita al Excmo. Ayuntamiento de Zafra que termine la tarea que el tiempo ya ha iniciado y ordene el desmantelamiento de ese obelisco, conmemorativo de una época y unos hechos que no merecen homenaje alguno. Pedimos que, en la próxima remodelación de ese espacio, el obelisco no permanezca en ese lugar y sea trasladado adonde nunca más pueda deshonrar a las víctimas del franquismo en Zafra; adonde, si acaso, sólo sirva para no perder la memoria sobre tanta historia de oprobio.

martes, 1 de agosto de 2006

Norte


Uno, al revés que Álvaro Valverde, se va en verano al norte, quizá para no perderlo después durante el año. Llevo algo de lectura (Sándor Márai, Ignacio Martínez de Pisón y Ronald Fraser), una libreta, el waterman y buenas intenciones. Voy —me llevan— en medio de la grey (cuatro adultos y tres niños) al filo del mar. Supongo que las piedras de este río no asomarán en un par de semanas, aunque no descarto algún apunte en ocasión señalada. ¡Abur!

lunes, 31 de julio de 2006

El comerciante de curtidos

Mis vacaciones siempre comienzan “oficialmente” con un paseo de mañana por la calle Sevilla y una visita a mi tertulia de la tienda de curtidos de Cayetano Berciano. Es de los últimos establecimientos de este tipo que quedan en Extremadura, y su rareza no sólo es debida al género que vende sino a la naturaleza bifronte del lugar (mitad tienda, mitad mentidero), de su dueño (mitad comerciante, mitad intelectual) y de sus asiduos (más que clientes, hablanchines). En otra parte me he referido a este sitio: Allí recalamos alguna tarde a la semana varios conocidos. Mientras los niños juegan con imanes, se miran al "espejo zapatero" o comprueban la voracidad espacial de su estatura en la "pared medidora", el resto peroramos sobre lo divino y lo humano en una conversación trufada de dicterios, dichos latinos, citas eruditas y alusiones a personajes más o menos decentes de la Zafra de hoy y de ayer.

Esta mañana andaban por allí Francisco Croche de Acuña y Manuel Guillén, y sólo nos ha dado tiempo a comentar brevemente las últimas declaraciones de monseñor Cañizares identificando catolicismo y unidad de la patria española. O sea, el nacionalismo español como principio teológico.
Después mi amigo Cayetano Berciano, buen lector y un entendido en arte, me enseña el catálogo de una exposición pictórica en el que aparecen algunas obras de fray Juan Sánchez Cotán, el principal pintor de bodegones del Barroco español. Busca hasta dar con el famoso Membrillo, col, melón y pepino del Museo de Arte de San Diego, y durante varios minutos me describe con apasionamiento la exactitud en la colocación de las piezas de esta naturaleza muerta, su inquietante modernidad, y me habla de la maestría alcanzada por los pintores españoles de los siglos XVI y XVII. Comienzo mis vacaciones con una lección de arte a cargo de un singular comerciantes de curtidos.

domingo, 30 de julio de 2006

Deslealtad


Ese es el vocablo que ha utilizado el portavoz del Partido Popular para definir la decisión del alcalde de Madrid de oficiar la ceremonia de boda de dos homosexuales militantes de su mismo partido. Creo que la deslealtad la comete la dirección del PP con su propia gente al oponerse a la voluntad de estos hombres de unirse legalmente. Si ni siquiera amparan los derechos de dos afiliados cómo creer que vayan a ser respetuosos con los del resto de los ciudadanos.

domingo, 23 de julio de 2006

Los Álvarez Guerra de Fernando Pérez


Un encargo reciente me ha aproximado de nuevo a los Álvarez Guerra y me ha traído a la memoria a Fernando Pérez. Están organizando una exposición bibliográfica titulada Extremadura: Tierra de libros con ejemplares de la Biblioteca de Extremadura y del Fondo Clot-Manzanares. Y Joaquín González Manzanares me pidió que hiciera, para el catálogo, la reseña bibliográfica de tres de los libros, cada uno de ellos escrito por uno de los hermanos de esta familia zafrense.

Me apasionan la vida y la obra de estos hermanos. Hijos de Francisco Javier Álvarez, un propietario agrícola ilustrado de finales del siglo XVIII, los Álvarez Guerra son un magnífico ejemplo de familia liberal decimonónica, con presencia notable en la política, en la milicia, en la economía, en la agronomía y en la filosofía. El de vida más pública fue Juan. Dos veces ministro de la Gobernación (en 1813-1814 y en 1835), diputado en las Cortes del Trienio, prócer del reino después, preso y exiliado político antes, Juan Álvarez Guerra compaginó la política liberal con la actividad intelectual como traductor y autor de ensayos agronómicos. Precisamente fue esta la faceta más practicada por Andrés, otro de los hermanos, agricultor, arbitrista, inventor de artilugios y aperos agrícolas y coronel del ejército durante la guerra contra los franceses.

El benjamín, José, nacido en 1778 y muerto hacia 1862, también fue soldado (capitán y oficial de Estado Mayor), también fue político liberal (gobernador de Salamanca, Palencia, Cáceres y Soria), también fue autor de arbitrios para resolver los problemas de la nación, pero sobre todo fue filósofo y escribió una obra precursora del krausismo: Unidad Simbólica o Destino del Hombre en la Tierra o Filosofía de la Razón. Las primeras muestras de su filosofía las publicó en 1836 en Soria, una de las ciudades capitales en la vida y obra de su bisnieto Antonio Machado.

Quien más supo de los Álvarez Guerra fue Fernando Tomás Pérez González, que escribió varios libros y artículos sobre ellos y cuya tesis doctoral (El pensamiento de José Álvarez Guerra) va a ser publicada ahora por la Editora Regional de Extremadura, la entidad que él dirigió hasta su muerte. Su hermana Celes me dice que ha retomado la edición de la web de su padre, en la que trabajara Fernando hasta los últimos días, y que está preparando un sitio en internet sobre él, aunque aún no está operativo:
www.fernandotomasperez.com. Seguro que ese sitio se convertirá también en un rincón en la red sobre los Álvarez Guerra, la familia extremeña decimonónica que tan apasionada y rigurosamente él investigara.

sábado, 22 de julio de 2006

Papeles viejos


Tengo una afición antigua por los papeles viejos. No sé si porque soy historiador o si soy historiador por eso. En el expurgo de hace unos días, que ya he comentado en otra ocasión, han aparecido piezas importantes. Como la separata que publicó La Hoja del Lunes de Badajoz a finales de mayo de 1977 con las fotografías de los candidatos que se presentaban en Extremadura a las elecciones generales de ese año, las primeras libres tras tantos lustros. El folleto tiene fotos impagables (mucho ha cambiado el marketing electoral) y en él aparecen nombres y siglas de maridaje hoy sorprendente.

He escogido la página 12, que reproduce los nombres y las imágenes de los primeros candidatos al Congreso por Badajoz de la Alianza Socialista Democrática. Esta coalición la integraban en España el denominado PSOE histórico, de Manuel Murillo, y el Partido Socialista Democrático Español, de Antonio García López. A éste sus enemigos políticos llegaron a acusarle de espía de la CIA, y a su partido, de montaje de los servicios secretos americanos para menoscabar las posibilidades del PSOE de Felipe González.

En Extremadura obtuvieron 1835 votos, el 0,58%. La cabecera de cartel es memorable. A Lázaro Movilla Chacón, alcalde socialista de Segura de León en 1936, le acompañaban Moisés Cayetano Rosado —hoy concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz, tras algunos años de militancia en Izquierda Unida— y Tomás Martín Tamayo —hoy diputado y secretario de comunicación del Partido Popular tras su paso por CREX, CDS y UCD.

¡Para que después digan que en Extremadura no ha cambiado nada en estos años!

viernes, 21 de julio de 2006

La bondad



A veces olvidamos el valor de la bondad. Me refiero a la bondad sin atributos. Algunos vamos por la vida con la cabeza llena de ideas y con el gusto ávido de exquisiteces intelectuales, y olvidamos la bondad sencilla de la gente común.

Hoy me he culpado de ese descuido al encontrarme a un buen hombre: Simón Sayago Ladera, utillero del polideportivo de Zafra y esquilador de mulas, sesenta y cinco años, natural de Feria. La forma en que me ha saludado ha sido la expresión de la bondad. Él y yo sólo nos conocemos del trato esporádico de quienes viven en la misma ciudad, de saber yo de sus afanes por la Virgen de su pueblo y de saber él de mis cosas de la guerra civil. He hablado con él varias veces de esos y otros asuntos. Es un buen hombre y un gran profesional: ya digo, de los pocos esquiladores "artísticos" que quedan. Y hoy me ha saludado con un afecto en desuso. Primero con los ojos; después, se ha acercado; finalmente, me ha puesto las manos en los hombros y me ha dicho: “me alegro mucho de verte”. Así, sincera y sencillamente.

Lo dicho: la bondad

(Le blanc-seing, René Magritte, 1965)

viernes, 14 de julio de 2006

Breve playa












lunes, 10 de julio de 2006

La bandera de Extremadura


Ordenando papeles me topo con un recorte de prensa de La hoja del lunes, el desaparecido semanario extremeño que dirigiera, entre otros, Gaspar García Moreno. Por desgracia el recorte no lleva fecha, aunque debe ser de la primavera de 1976. Es una carta al director firmada por Bartolomé Gil Santacruz, mecenas y editor extremeño. Bajo el título “Extremadura ya tiene su bandera” dice:

Señor Director:
Acabo de leer en el periódico regional HOY con gran satisfacción que la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Badajoz, en la sesión celebrada el día 25 de febrero último, decidió, a propuesta de don Fernando Belmonte, la investigación sobre la bandera de Extremadura. Lo cual me entusiasmó al leerlo, porque pienso que a todos los niveles despierta nuestra conciencia regional.
Un grupo de extremeños asentados en Madrid, entre los que se encuentran personalidades importantes de las letras y las artes de nuestra tierra, investigamos la mencionada bandera y no encontrando antecedentes históricos, decidimos buscar formas y colores para su posible creación. Esta se llevó a cabo en una reunión de la peña “La Encina” en el mes de abril y se confeccionó de acuerdo a la mayoría de criterios que abundó en el tema. Conclusión:
Los colores nacionales, rojo y gualda, entrando en cuña en el verde de la encina y la oliva, el pardo de la tierra y una pequeña faja de negro (por el dolor de Extremadura) eran los adecuados para la bandera.
Esta bandera, tuve el honor de presentarla personalmente con motivo del homenaje de Extremadura a nuestra querida Isabel Montejano, Isabel de Extremadura, el día 15 de mayo del pasado año, en Mérida de manera oficiosa. En esta ocasión se hallaban presentes los gobernadores de ambas provincias, los presidentes de las Diputaciones, el actual director general de Política Interior, señor Sánchez de León, los alcaldes de Mérida, Plasencia, Navalmoral, y otros muchos hombres de letras como don Pedro de Lorenzo, Sánchez Pascual, Antonio González Conejero y otros.
Por lo tanto, Extremadura ya tiene su bandera mientras no surja una histórica. Adjunto mando copia a todo color.

domingo, 9 de julio de 2006

Garikoitz Cuevas



Dice José Guirao que en las pinturas de Garikoitz Cuevas (Sanlúcar de Barrameda, 1968) los distintos planos de color y materia van surgiendo como si de un viejo tronco fuéramos arrancando capas de su corteza.

"Limbo caníbal". Técnica mixta sobre lienzo, 2002.

sábado, 8 de julio de 2006

Residencia

Sobre este nombre se edificó una parte de la actividad literaria de Cáceres a comienzos de los años ochenta del pasado siglo. Así se llamaba la revista editada por la Residencia Universitaria San José junto al Departamento de Literatura de la Universidad de Extremadura, y así llamamos también a un premio de poesía convocado por aquellos años desde el mismo centro.

El ancestro del nombre era evidente y recordarlo aún sonroja: la insigne revista dirigida por Alberto Jiménez Fraud en la madrileña Residencia de Estudiantes donde de 1926 a 1936 publicaran poemas y textos los más destacados de la Generación del 27. Debíamos sufrir un inmoderado deseo de distinguirnos de lo que realmente éramos para llamar así a aquello que, en sus orígenes, no fue más que un boletín de estudiantes bastante mal escrito, peor editado y nacido en una residencia que -aunque hoy la recuerdo con el mayor cariño- era entonces el principal nido de fachas de la ciudad, como se solía decir.

La residencia San José dependía de la Caja de Ahorros de Cáceres y una parte de los que se alojaban en ella era hijos de la alta burguesía extremeña. Incluso algún aristócrata o el vástago de una importante figura de la política nacional residió en la San José. No es extraño que casi todos estudiaran la carrera del poder e ideológicamente no admitieran nada a su diestra. De Derecho y de derechas, esa era la definición que, con resignado humor, dábamos de la residencia los pocos que nos salíamos de la norma. El diez por ciento de extravagantes vivíamos en 1977 y 1978 en los pasillos inferiores del edificio. Allí estaban las habitaciones de quienes cursábamos Filología o Historia o Magisterio u Obras Públicas... —carreras raras frente al casi unánime Derecho— y sólo allí había banderas de Extremadura, se escuchaba la Nueva Trova Cubana y en los estantes se veía algún libro de Marta Harnecker, Santiago Carrillo (que acababa de publicar Eurocomunismo y Estado) y los filósofos de la sospecha. El extrañamiento en los sótanos no era por razones ideológicas pero casi, pues —salvo excepciones— quienes estudiábamos alguna de esas carreras éramos los únicos que no seguíamos a Blas Piñar, ídolo de la mayoría de los residentes. El carácter político del centro se simbolizaba en su director, José María Corzo Sinobas, vecino de Zafra y recientemente fallecido. Corzo era un cordimariano secularizado, hombre de gran cultura y filósofo ultramontano que en alguna ocasión presentó al líder de Fuerza Nueva en sus mítines cacereños.

A mediados de 1978 la Caja —sensible a los tiempos constitucionales—nombró nuevo director a un profesor de Derecho Administrativo, Juan José de Soto Carniago, que introdujo nuevos aires y permitió la edición de la revista. Colaboré en la redacción desde el primer número, a finales de 1978, junto a Isidoro Bohoyo (hoy coordinador de las bibliotecas de la provincia de Badajoz) o Chema Gómez Caminero (decano del Colegio de Abogados de Badajoz), entre otros. Las primeras entregas fueron horrendas: veintitantos folios unidos con tres grapas, escritos en mi Olivetti Studio 45 y editados a ciclostil; los contenidos, insustanciales: chascarrillos de la vida en la casa, polémicas sobre las novatadas, pésimos poemas (ahí publiqué el primero, también pésimo) y soporíferos artículos sobre “La Esclavitud negra en la América española” o “Técnicas sociales en el diseño del automóvil”.

En diciembre de 1980, tras cuatro números editados, la revista experimentó una importante mejora. Un joven madrileño, profesor de Literatura en la Universidad extremeña, Jesús Cañas Murillo, que había llegado a Cáceres con Juan Manuel Rozas, fue nombrado Delegado de Actividades Culturales de la residencia y se incorporó como presidente al Consejo de Redacción. La portada cambió, adoptando la que sería clásica en la trayectoria de la revista: un taller de imprenta enmarcado en una estructura arquitectónica presidida por un título de tenebrosas letras más propias de película de terror.

A partir de entonces Residencia se convirtió en una digna revista universitaria de cultura. Durante un tiempo el coordinador siguió siendo el de la época anterior, Manuel Fernández Jiménez, y en diciembre de 1981, ya en mi último año de carrera, lo fui yo. El equipo se completaba con los profesores Marino Marcos Cuervo-Valdés (ingeniero salmantino que impartía clases en la Politécnica), Juan Antonio Calvo-Costa (valenciano, catedrático de Literatura de la Michigan State University que pasaba un año en Cáceres) y los estudiantes Manuel Florenciano Jara, Paco Martín Camacho, Miguel Ángel Teijeiro, Tano Álvarez Buiza y mi hermano Miguel Ángel.

Ese fue el primer equipo de trabajo de los muchos en los que he participado en mi vida. Jesús impulsó un importante programa de actividades culturales y nosotros le servimos de activos colaboradores. Todos aprendimos mucho de una experiencia que modeló nuestros gustos culturales. El montaje y redacción de cada número era una intensa clase práctica de la mejor cultura. Nunca supe tanto del tan cacareado espíritu universitario como en el afán de ese grupo de Residencia. Otros seis números editamos de esa nueva Residencia hasta que en 1983 el Departamento de Literatura asumió como propia la publicación y comenzó a componerse en una imprenta. Mi hermano fue nombrado Secretario y los que abandonamos Cáceres, Miembros de Honor.

Durante ese tiempo en la revista firmaron nombres de fuste (Manuel Tuñón de Lara, José Luis López Aranguren, Carlos Rojas, Antonio Holgado, Luis Rosales, Dámaso Alonso, Juan Manuel Rozas, Kenneth Scholberg, Luis López Guerra, Joaquín Benito de Lucas, Antonio Rodríguez de las Heras, Romano García...) y publicaron sus primeros poemas y textos buena parte de la actual nómina de escritores extremeños (Ángel Campos, Luciano Feria, Ada Salas, Álvaro Valverde, José Manuel Fuentes, José Luis Bernal, Javier Pérez Walias...).
El gusto clásico de Jesús, evidente en las citas con las que encabezaba cada editorial, resume parte del espíritu de esos años inolvidables vividos en la San José y alrededor de Residencia.
A mucho obligan las leyes de la obediencia forzosa; pero a mucho más las fuerzas del gusto (Miguel de Cervantes).

Pares cum paribus facillime congregantur (Ciceron).

miércoles, 5 de julio de 2006

El fuego secreto de los filósofos


Ayer comí en Mérida con Isidoro Reguera, catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Extremadura. En la conversación nos comentó su último encuentro con Jacobo Siruela y con su mujer, Inka Martí, retirados en Mas Pou, una casona en la localidad gerundense de Vilaür, de 115 habitantes. El conde de Siruela editó hace tres años el libro de Reguera sobre Jacob Böhme, el poco conocido filósofo alemán del siglo XVI, y supongo que de ahí se conocen.

Desde el Ampurdán, Jacobo Fitzjames-Stuart Martínez de Irujo —tras vender la magnífica Ediciones Siruela— gestiona su nueva aventura editorial: Atalanta, que está poniendo en el mercado algunos libros “raros” y refinados, tan del gusto de su dueño y de quienes le seguimos. Le he leído al editor que su intención es buscar modelos, que está harto —editorialmente hablando— de la enfermiza celebración del presente y que los mejores anclajes para el porvenir son la memoria y la imaginación.

A cuento de Siruela y de Atalanta, Isidoro Reguera y yo descubrimos que leemos —y ambos con pasión— el mismo libro: El fuego secreto de los filósofos, de Patrick Harpur, primer título publicado por la nueva editorial dentro de la colección “Imaginatio Vera”.

Hace unos días me referí aquí a él. El subtítulo es Una historia de la imaginación, y de eso trata. Harpur recorre arquetipos, sucesos, leyendas, autores y obras —sobre todo del mundo anglosajón— que han ido jalonando un discurso distinto al de la ortodoxia racionalista. Es un libro de filosofía, de mitología, de literatura, de historia... que muestra formas distintas de ver el mundo. El hilo argumental de este ensayo salta del ya citado Böhme —Boehme prefiere el traductor— y su distinción entre fantasía e imaginación a los mitos griegos, de Newton y Einstein a los gnomos de las fábulas del bosque, de Petrarca al Santo Grial. Si intentara contar el contenido de esta obra sentiría casi similar impotencia a la manifestada por el personaje de El Aleph: lo que vieron mis ojos fue simultáneo; lo que transcribiré, sucesivo... Porque Patrick Harpur ha querido construir su libro no con el canon apolíneo de la ortodoxia que critica sino con el desorden dionisiaco de la heterodoxia que propone. Y ha escrito un libro sin orden, o mejor, con otro orden. Una reflexión sucede a otra por analogía, evitando toda jerarquía e hilvanando así un discurso coherente, en la forma, con su propio contenido. Al decir del autor, el libro está hecho como piensan los nativos: superando las contradicciones mediante metáforas y evitando dar un valor simbólico absoluto a cada cosa.
El fuego secreto de los filósofos es una lectura que merece la pena. Ofrece belleza y conocimiento desde la originalidad. Es un libro inteligente, que ayuda a desbrozar la inteligencia de lo que ha ocurrido y ocurre. Y en la portada, Arcimboldo, Agua, 1566.

domingo, 2 de julio de 2006

La biblioteca de mi hermano mayor


Para un adulto la infancia es, a veces, sólo un pozo donde hay recuerdos que rescatamos con esfuerzo: el "Salón Romero" en llamas una mañana de domingo, y un crío de cuatro años apartando los visillos al otro lado de la plaza para ver el espectáculo del fuego; la academia de don Roberto, y la maestra doña Manuela Venera, con unas zanjas abiertas en medio del patio donde uno acabaría empujado por Fernando Sabido; un parque inmenso y bellísimo como jardín de nuestras andanzas de muchachos; la visita a la abuela Laura, la peseta de propina, y la pescadilla y el vasito de casera para que pase, hijo; los maletillas de la Plaza de Toros haciéndonos toreo de calle a cambio de unas latas de sardinas.

Quizás, más que un pozo, la infancia sea una calle donde hay recuerdos. Los niños nos bregábamos en la tierra, jugando al balón, haciendo recados, guerreando con pandillas rivales, a la salida del colegio o en la merienda, con una jícara de chocolate y un trozo de pan en la mano. Allí éramos niños. Frente a los de la Huerta Pablito, tirando piedras, o contra los de la Avenida jugando al fútbol en los portalones de Pina; lanzando el pinche en el parque o bajando con las bicis por la calle Canal; rondando a las niñas del edificio Alcázar o llamando a las puertas de todos los vecinos. La calle era un espacio abierto al mundo y a la vida.

Dice Ortega y Gasset que, frente al campo abierto, la plaza es la negación del campo, un espacio nuevo y cerrado. Pues bien, también mi infancia, además de ese espacio inicial y exterior, de ese campo abierto de la calle y del parque, tuvo un espacio interior, acotado, tan vital para mi crecimiento como la calle: la biblioteca de mi hermano mayor.

Desde que nací, desde que nacimos —porque esa suerte también le atañe a Miguel Ángel, el pequeño— el libro fue un objeto cotidiano en mi casa gracias a los centenares que poblaban las estanterías de “multimueble” del despacho de mi hermano Luis Ricardo, “el mayor”. Antes de los diez años ya pasaba allí yo buenos ratos, sentado en un sofá de skay, ojeando revistas, coleccionables, recortes de periódico o empezando a leer algunos libros. Buena parte de mi pasión por la literatura, por la lectura y por los libros se debe al conocimiento de ese espacio interior de mi infancia que fue la biblioteca de Luis Ricardo. Allí también descubrí que, aunque interior, ese sitio no era cerrado, sino que te proyectaba más allá del camino de Belén o de la fábrica de los Pons, más lejos incluso de la Rivera o del Puente Aragón. Buscar entre sus títulos algo sorprendente podía ser incluso más divertido que jugar al escondite. Contemplar las portadas y las láminas en color de algunos de ellos no tenía parangón con los programas en blanco y negro que entonces ofrecía la tele. Al abrir un libro podías llegar a correr más que cualquiera, a volar más alto que nadie, a navegar por mares que nunca habían sido surcados y a visitar territorios escasamente poblados. Y más aún: al abrir un libro podías apreciar la importancia de ejercitar ese músculo extraordinario de la imaginación y llenar el depósito de la cultura, donde nada pesa. No sé qué hubiera sido de mí sin esos libros pero sí sé lo que hicieron de mí.

(...)

Fragmento del texto introductorio a Años de ignorancia, inquietudes y esperanza (1946-1970) de Luis Ricardo Lama (edición de amigos, 2006). La imagen es Written Worlds, de Rob Gonsalves.

sábado, 1 de julio de 2006

El último deseo












todo lo demás, dispuesto:
el nudo marinero
(única deuda con la patria),
el terno de domingo,
los libros
donde apoyar, por una vez,
la vida,
el efecto de péndulo
sobre los muebles de la sala,
la prevista sorpresa del vecino.

Todo. El día, la excusa, la hora,
el poema póstumo, la basura
de ayer, el acantilado
donde romperán las cenizas...

Hasta la carta al juez,
única de amor que el hombre escribe.

Todo a punto. Todo
salvo ese último deseo
que debe animar a los ahorcados
a eyacular sin gozo.


(No teman los amigos, no voy a desempolvar todos mis poemas añejos. Es sólo para ver si me animo y vuelvo al oficio)

A mi querido público

Esto de los blogs acabará analizado por psicólogos. Lo estará ya. La movida que se ha montado por estos lares en los últimos días me está sirviendo de aprendizaje acelerado sobre la condición humana. Uno tiene ya 45 años y a estas alturas algo conoce del asunto, pero debo admitir que estoy asistiendo a un inestimable master de postgrado. Más allá del asunto de Pilo, que creo que está ya bastante agotado (el asunto, no él), lo curioso es cómo el río revuelto de la polémica atrae a tipos extraños, al acecho para despotricar contra cualquiera a la mínima de cambio. Gente a la que ni le va ni le viene lo que se esté discutiendo. Adormecen con las manos cerca del teclado y se espabilan a la menor oportunidad con la injuria en los dedos, o te descubren en internet (¡anda, aquí está este cabrón!) y aprovechan para escupirte al paso, como si estuvieran en un balcón y se escondieran después. En ocasiones son antiguos enemigos (tengo un par de ariscos por cada muchos amigos), tipos a los que uno les cae mal desde siempre, con o sin razón aparente, o gente que te odia por alguna suposición: suponen que eres de este o de aquel partido político, suponen que te lucras del común, suponen que estás a favor o en contra de la refinería, suponen..., suponen...

En algunas de estas prácticas estoy curado de espanto. Diez años en política local —aunque ya lejanos—me adiestraron en la defensa ante el navajeo. Por lo demás, casi nunca he visto los toros desde la barrera, y ya se sabe que cuando uno torea se arriesga al halago o al improperio del público. Los límites, como siempre, están en el respeto a quien quiere seguir asistiendo al espectáculo. Ese derecho es mayor que el muy cuestionable de quien dice expresarse y sólo insulta.

Por eso la contumacia de algunos me ha aconsejado —aunque me he resistido bastante— a moderar desde hace unos días los comentarios. La plaza está más tranquila. El cedazo impide el regodeo de los lenguaraces, aunque también dificulta la participación de los bienintencionados. Ruego un poco de comprensión a éstos y dedico todo mi desprecio a aquellos.

sábado, 24 de junio de 2006

Fernando Beltrán, poeta y nombrador


El nombre de las cosas. Así se llama la empresa del poeta Fernando Beltrán. Como apunta su propio nombre, se dedica a crear otros para productos o servicios de empresas e instituciones. Lo leí el otro día en El País y la idea –en su derivación empresarial- es insólita y atinadísima.

Beltrán tiene varios libros de poemas publicados (el último, El corazón no muere, editado hace unas semanas en Hiperión) y es creador del Aula de las Metáforas, una biblioteca especializada en poesía en Grado (Asturias). Pero sobre todo, como dice su hija, es un nombrador. Y ha descubierto un buen “yacimiento de empleo” para tanto poeta con una mano atrás y otra adelante. La web en la red de este “neólogo” merece la pena “vivirla” y escucharla hasta el final: www.elnombredelascosas.com

El americano de Deleitosa

Hace ya 55 años que Eugene Smith publicó el famoso reportaje fotográfico sobre Deleitosa (Spanish Village) en la revista Life. Los diez millones de ejemplares vendidos con las imágenes de una mísera aldea española anclada en la posguerra impactaron en la vibrante sociedad norteamericana de entonces. Con ese reportaje como fondo, Luis Jené y Oriol Gispert relatan en El americano (documental estrenado anoche por TV2 en “El Laberinto Español”) dos de las muchas historias vividas en Deleitosa a raíz de la visita del fotógrafo: la de Josefa Larrá, cortejada por un lector americano que se enamoró al verla en una de las imágenes, y la de la familia Curiel, protagonista de otras fotos, y cuyas cabras aparecieron un día muertas en represalia por su colaboración con Smith.

El documental es soberbio, tanto técnica como argumentalmente. Una magnífica historia resuelta de manera impecable. Lo más sugerente para mí es el diálogo entre elementos distantes que los autores reflejan. Porque la pieza está construida sobre un “juego” de distancias. Distancia física y temporal entre el americano moderno y la joven campesina de 1950, entre la Josefa de 2006 (emigrada en San Feliu de Guixol) y la Deleitosa de entonces y de ahora, entre el pueblo y los Curiel (residentes en la actualidad en Francia y en Isla Reunión), entre la posguerra y hoy. La cámara salta continuamente del pasado al presente, y de un punto a otro del mapa, para trenzarnos la crónica. En ella no se oculta el progreso vivido (“En Deleitosa todo ha cambiado”, dice la voz en off), pero se señalan también pervivencias a modo de guiños: la imagen del cura, denostando “moderneces” con los ojos cerrados, o los jóvenes guardias civiles que, ante la famosa foto de sus colegas, reconocen los cambios en el Cuerpo pero destacan que los “valores morales y éticos continúan”.

Conocí a Luis Jené hace unos meses. Me lo presentó Carmelo Pinto, profesor de Sociología Visual de la Universidad de Barcelona y el que más sabe de Smith y de sus fotos de Deleitosa. Enhorabuena a ambos, porque si Luis es el autor, Carmelo habrá sido ayer su más atento espectador.
El cabo Hortesio, Carrochano y Juan, los tres guardias civiles fotografiados por Eugene Smith en Deleitosa en 1950

lunes, 19 de junio de 2006

El accidente de tráfico de Franco

... el 22 de agosto de 1935, viajaba Franco en automóvil de Madrid hacia Salamanca, camino de Asturias. Le acompañaba su mujer, Carmen Polo, cuando sufrieron un grave accidente al cruzárseles dos ciclistas en el tramo de carretera entre Encinas y Calvarrasa de Abajo. Como consecuencia del golpe, el coche volcó y uno de los ciclistas murió en el acto. El general resultó ileso, pero D.ª Carmen sufrió algún rasguño en la cara. Tras pasar por la casa de Socorro se alojaron en el Gran Hotel de Salamanca. Allí acudió Villalobos a interesarse por su salud y “echar una mano” por si algo pudieran necesitar en lo referente al proceso judicial que habría de incoarse para dilucidar la posible responsabilidad del chofer y las indemnizaciones a que hubiere lugar para los atropellados. Lo cierto es que, gracias a los buenos oficios de D. Fili, los periódicos locales trataron el asunto pasando sobre él de puntillas, el chofer fue exonerado de responsabilidad, el muerto al hoyo y el superviviente al bollo de un puesto de trabajo fijo que le buscaron en el cercano Pelabravo donde residía la familia.

Lo cuenta Luis Santos Gutiérrez en un artículo titulado “Por qué no fusilaron a Villalobos” de su libro De todo lo visible e invisible (Salamanca, 2004, pp. 111-113). Su fuente es Enrique Villalobos, hijo del ministro de Instrucción Pública durante la República, Filiberto Villalobos. El médico salmantino estuvo encarcelado durante meses tras la sublevación franquista y la familia está convencida de que no fue fusilado por una intervención personal del dictador frente a Mola.
Las fotos, que pertenecen al archivo de la familia Villalobos, se reproducen en Sueños de concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico (1900-1955) (Salamanca, 2005), catálogo de la exposición comisariada por Ignacio Francia y Antonio Rodríguez de las Heras. En este libro el accidente se fecha el 23 de agosto.

sábado, 17 de junio de 2006

Escher


Un amigo que sabe bien de mis gustos me envía un mensaje al móvil:

Tal día como hoy nació M. C. Escher. No te pierdas el album de alta resolución de microsiervos. com
Sea.

viernes, 16 de junio de 2006

La columna de los ocho mil

El País anuncia la proyección en la Filmoteca Nacional, desde ayer y hasta el 30 de junio, de los 13 documentales que integran el colectivo “Imágenes Contra el Olvido”, que hace meses recorre varios puntos de España y de otros países. Entre ellos está La columna de los ocho mil, dirigido por Ángel Hernández, Antonio Navarro, Fernando Ramos y Paco Freire -de la asociación cultural de Llerena Producciones Morrimer-, que se proyectará en la sala 2 del Cine Doré (C/ Santa Isabel, 3, Madrid) el próximo viernes 23 de junio, a las 20.00 horas.

El documental relata uno de los éxodos civiles más estremecedores de la guerra de España: el que sufrieron miles de extremeños y onubenses — hombres, mujeres, niños y ancianos— caminando a pie a mediados de septiembre de 1936 desde Segura de León y Fregenal de la Sierra hasta Castuera. Junto con la huida de Málaga a Almería, y el paso por Figueras tras la caída de Barcelona, es uno de los movimientos masivos de personas más importantes de la guerra y quizá de los menos conocidos. Huían de los militares sublevados que, tras conquistar Badajoz, cerraban la “campaña” por el sur de la provincia. Fueron atacados, como si de una columna militar se tratara, por los soldados del comandante Gómez Cobián y del capitán Tassara a la altura de Fuente del Arco, cerca de La Jayona. Unos ochenta murieron allí, y otros dos mil fueron capturados y retornados a sus pueblos de origen donde centenares cayeron ante los pelotones de fusilamiento.

Sigo de cerca el reconocimiento que con este trabajo están consiguiendo los de Llerena. Me enorgullece haber colaborado con ellos en ese magnífico documental. En agosto de 2001 Paco Espinosa y yo publicamos un artículo con ese título de “La columna de los ocho mil” en una modesta revista local de la localidad de Reina. En él narrábamos las penalidades de esos miles de personas. A partir de la lectura de ese texto y de los trabajos de Eduardo Pons Prades, Manuel Vilches y Manuel Martín Burgueño, entre otros, los Morrimer comenzaron una investigación, para recabar más documentos y testimonios orales, que culminó con el estreno del documental en julio del pasado 2005. Aunque ellos dicen que son aficionados, la pieza que han creado es impecable. Han trabajado mucho y el resultado es soberbio. Ahora recogen los frutos de su esfuerzo, desde la producción audiovisual, por recuperar otro trozo de nuestra memoria.


Fotografía: Ángel Hernández, Paul Preston, Francisco Espinosa, Fernando Ramos, Antonio Navarro y Paco Freire el pasado 18 de abril, con motivo de la proyección de La columna de los ocho mil en el Instituto Cervantes en Londres.

miércoles, 14 de junio de 2006




Desde hoy no admito en este blog comentarios anónimos insultantes.

lunes, 12 de junio de 2006

Insultos y maledicencias

El otro día un amigo me comentaba el daño que estaba haciendo a la salud del país el “hábito del insulto”. Está claro que los malos modos han existido siempre y que ahora hay más medios para divulgarlos, y de eso podría derivarse que existen los mismos maleducados que en otros tiempos y ahora se notan más. Pero me temo que no basta con esta explicación.
En España hoy triunfa el insulto: hay periodistas de éxito cuyas herramientas de trabajo son el improperio y la desmesura; hay programas de televisión especializados en el vilipendio; hay políticos cuyo único argumento es la afrenta. Y si esos son los modelos sociales no es extraño que la gente, a la primera de cambio, ponga a parir al prójimo.
En los blogs también se refleja esta costumbre, amparada en muchas ocasiones por el anonimato. Y los escritores que navegan tampoco escapan a este vicio. Personas que se supone educadas dirimen cualquier discrepancia sobre un autor o una obra acoceando al contrario e insultándolo gratuitamente.
En el caso de que a uno se le metan en "casa", la solución es fácil: un clic, y se suprimen todos los comentarios ofensivos, sobre todo si no están firmados. O más drástico aún: se impide cualquier comentario, como hacen en sus blogs otros amigos y escritores de Extremadura. Por ahora me resisto a esa fórmula. Creo que supone cercenar una parte muy importante de este medio de comunicación recíproca que es el blog. Prefiero leer a mis lectores, como ellos me leen a mí, aunque de vez en cuando tenga que aguantar algún rebuzno y deba controlar mi propia indignación ante tanto "valiente con embozo". Por esos brutos anónimos estos días atrás he deseado la pericia de mi paisano Vicente García de la Huerta, que allá por el siglo XVIII los dispersaba a pedos:

Arrímase poco a poco,
y cuando estaba más cerca,
con horror de los malsines,
un tronate pedo suelta.

Aturdidos del estruendo,
vuelven todos las cabezas
y al verles, más aturdidos,
se escabullen y dispersan.

Hácese público el caso
y todo el mundo celebra
del pedo dispersador
la ridícula historieta.

sábado, 10 de junio de 2006

Una buena emisora de radio

Alguien ya me lo había dicho: Canal Extremadura Radio está cuajando. Y lo compruebo día a día. Será que la falta de medios aguza la imaginación o, más bien, será que las buenas artes de Jeremías Clemente Simón y Marce Solís —y de Gaspar García Moreno— se tienen que notar. El próximo lunes comienzan los informativos, pero hasta ahora sólo han emitido música. Y hacen una radio musical de calidad. Han involucrado en la conducción de los programas a músicos y actores extremeños, gente que sabe hacer lo suyo, y entre todos han armado una parrilla con “firmas”, con personalidad y variada, atractiva para un inculto musical como yo: jazz, flamenco, clásica, canción de autor, afroamericana, música de cine, pop, rock... De todos los espacios, destaco tres: “La música que le gusta a las vacas” de Marce Solís, a primera hora, de lunes a viernes; “Ozono. Música para respirar”, de Juan de Pablos, los sábados a las 10 de la mañana; y “Lo prohibido”, de Pilar Boyero y Jc Corrales, a las 11, también los sábados. Tres muestras de un trabajo extremeño de calidad. Enhorabuena.

jueves, 8 de junio de 2006

El "fúmbol" de las narices

La decepción posterior es el resultado de haber sobrevalorado las posibilidades de "los nuestros". Y esa exageración ("esta vez sí", "esta vez podemos") es la condición necesaria para interesar al público y vender eso que los medios venden: no información, sino publicidad.
En fin. La que se nos viene encima es de aúpa.

miércoles, 7 de junio de 2006

El Adagio de Barber



Suena como música de El hombre elefante (1980, David Linch) o como banda sonora de Platoon (1986, Oliver Stone), pero Samuel Barber la compuso mucho antes, en 1936, y no sólo por eso debería ser la música de nuestra guerra. No conozco música más bella y triste a la vez.

sábado, 3 de junio de 2006

Jo no t´espere

Frente al fervor oficial, hay valencianos que no ocultan su desagrado por la próxima visita del Papa. Ayer dos amigos, uno catalán y otro valenciano-burgalés, me enviaron el enlace al sitio de internet desde el que se coordina una campaña alternativa. La han llamado Nosaltres no t´esperem y tienen previsto que, los días 8 y 9 de julio, Valencia no sólo se llene de familias y kikos, sino también de pancartas como la que reproduzco.

Las razones de la crítica se exponen en la web:

... las posiciones oficiales de la Iglesia católica... son como mínimo discutibles y absolutamente cuestionables cuando su objetivo es imponer sus posiciones al conjunto de la sociedad, sean los ciudadanos católicos o no, normalmente por la vía de la prohibición.
Desde una posición laica, que respeta cualquiera ideología o principios morales pero donde no podemos aceptar que se trate de imponer los propios a nadie, queremos lanzar una iniciativa para hacer visibles otras opciones... y, especialmente, como nexo común, reivindicar la libertad personal y la racionalidad frente a los modelos excluyentes y los fundamentalismos.

viernes, 2 de junio de 2006

Sobre libros

Hace un par de semanas terminé la biografía de Antonio Machado escrita por Gibson y cuya lectura ya he comentado aquí en dos ocasiones. El libro es estimable, pero no creo que sea la mejor semblanza que ha salido de la pluma del hispano irlandés. Sé que varios críticos la han alabado, entre ellos nuestro Santos Domínguez, pero a mí se me antoja una biografía “demasiado” literaria. Y no es esa la “marca de la casa”, porque la incursión de Gibson en el también poeta Lorca fue menos filológica. Quizás se me diga que don Antonio lo exigía. Puede ser. Pero creo que I. G. intenta hacer de la necesidad virtud, y suple con los comentarios de poemas pasajes de la vida de Machado de los que poco se conoce. Esta objeción no desmerece el conjunto, que alcanza momentos brillantes, como por ejemplo cuando trata la relación del poeta y Pilar Valderrama.

Mientras leía Ligero de equipaje se han ido cruzando otros libros, como El fuego secreto de los filósofos de Patrick Harpur, Ellos lo vivieron, de Francisco Pilo o la última edición de Las personas del verbo, de Gil de Biedma, editada por Círculo de Lectores, y cuya lectura siempre es un gozo, doble si se añade el prólogo de James Valender.

Harpur ha escrito en Atalanta un sugerente ensayo sobre la imaginación, al que dedicaré unas notas aparte en los próximos días. La de Pilo es la tercera edición “corregida y aumentada” de su libro sobre los “sucesos de Badajoz y su provincia durante los meses de julio y agosto de 1936”. La primera vez que el bueno de Pilo se acercó a la historia de la guerra civil en la capital pacense resultó simpática la tentativa. Neófito y profano, urdió una crónica mal escrita, nada profesional, pero muy fundada en testimonios orales y con descubrimientos interesantes. Aunque no una notable aportación bibliográfica, sí era una fuente a tener en cuenta. Lo de esta tercera edición ya no tiene tanta gracia. Sigue escribiendo mal, de forma inconexa, y le da vuelta a los mismos temas sin aprender dos cuestiones básicas para todo historiador: que antes de uno han escrito otros y hay que criticarlos (sin esa vocación historiográfica no hay progreso en esta ciencia), y que es una torpeza escribir la historia enjuiciando el valor o el miedo de los personajes (en las guerras hay poca épica). Sin duda venderá su libro, pero no creo que entre en la casa de Marc Bloch.

Concluido estos libros apresto otros para la lectura. El primero, En un bosque extranjero, del ya citado Santos Domínguez. Después, Alas, de Inma Chacón, de apariencia externa tan similar al Cuatro gotas de Dulce. También espera el último de Preston, La Guerra Civil Española, reedición muy ampliada; Los mejores cuentos, de Sergio Pitol, y La construcció de la identitat de Josep Fontana (yo también leo catalán en la intimidad... del autobús).

domingo, 28 de mayo de 2006

¿Niños ahorcados en Badajoz durante la guerra?

El historiador Francisco Espinosa no se decide aún a abrir un blog. Mientras tanto, me pide que le aloje algunos comentarios. Ahí va el primero, relacionado con la espeluznante fotografía que reproduzco al margen.
La foto procede de un expediente militar de 1938. La censura de prensa la encontró en una carta que Toribio González Ortega, un campesino de Piña de Esgueva (Valladolid) afincado en Baracaldo, envió a su esposa, Juana Natoril, que había pasado a Francia con los hijos. La carta, antes de salir, había pasado por varios familiares y nunca se aclaró quién introdujo ese recorte, de forma que el sumario fue sobreseído. Toda fotografía, máxime las procedentes de lugares de máxima tensión, debe ser puesta en duda por principio y analizada con máximo cuidado. La foto, impactante, parece real pero hay que confirmar que refleja un hecho ocurrido en Badajoz durante la guerra civil y no de mera propaganda. Sabemos que algo así pudo ocurrir pero no podemos darla por cierta hasta que tengamos certeza. La consulta realizada a la Hemeroteca Nacional de México DF ha resultado infructuosa: no consta ningún periódico con ese título en agosto de 1937. Es posible que se trate de algo ocurrido en otro lugar, en otra época e incluso en otra guerra pero lo que parece indudable es que si el crimen que muestra la imagen ocurrió en Badajoz es imposible que se haya borrado de la memoria colectiva del lugar donde ocurrió. Quizás alguien recuerde algo.

viernes, 26 de mayo de 2006

La sorpresa del limón

Durante años me dediqué a la formación. Coordiné cursos y talleres por media España dirigidos a profesionales de la educación o de la intervención sociocomunitaria y sobre metodología de la participación social o programación de actividades culturales... De 1985 a 1993 conocí el país como una especie de predicador laico y sin carreta, pregonando participación social y dinámicas de grupo.

Ayer, en Pamplona, volví a la docencia por una hora.

Di una charla con ocasión del Día del Emprendedor que organizaba el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Navarra (CEIN), en el Baluarte, el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra. El tema acomodaba al mundo de la empresa los afanes participativos y creativos de siempre. “Cinco minutos para convencer a un financiador o el papel de la sorpresa”, era el título. Nacho Escobar me había cedido el caso de cómo un limón había servido para convencer a un empresario. No voy a contarlo ahora, pero el ejemplo me venía al pelo para hablar a un público de jóvenes emprendedores acerca del uso de la sorpresa como procedimiento de persuasión de sus financiadores o clientes. Para crear ambiente, Manolo Romero y yo -con la complicidad de Nacho desde Mérida- habíamos colocado en cada mesa un limón —ochenta compramos en El Corte Inglés ante la mirada atónita de la cajera. Cuando los asistentes entraron, vieron toda la sala llena de sorpresas amarillas.
Me sentí a gusto y disfruté de lo lindo en la charla. Después, las amigas de Pamplona nos invitaron a cenar en uno de los asadores de moda de la capital, Anttonenea: ensalada de mollejas de pato con habitas, espárragos asados, rapito al horno -todo regado con crianza navarra de Marco Real- y de postre, cómo no, sorbete de limón al cava.

domingo, 21 de mayo de 2006

El cartel de la matanza de Badajoz

Leo en ArentiA, una revista de Coria, un reportaje sobre recuperación de la memoria histórica. Está ilustrado con el cartel que reproduzco aquí. Creo que es la primera vez que se publica. Ya lo conocía. Me llegó por correo electrónico hace unos cuatro años. Tiene una historia que no parece propia de nuestra época.
Cuando se anunció la decisión de derruir la antigua plaza de toros de Badajoz para levantar en ella el nuevo Palacio de Congresos (ahora recién inaugurado) hubo quienes no estuvieron de acuerdo al creer que se perdía uno de los principales “lugares de memoria” de la guerra civil. Un grupo de estos críticos, al parecer sin vinculación orgánica con ningún partido político, y adoptando el nombre de “Mercenarios de la Idea”, diseñó este cartel con la intención de denunciar el proyecto y recordar los nombres de los responsables de la sangrienta represión de 1936 en Badajoz. El primer problema fue imprimirlo. Tuvieron que hacerlo en Portugal porque ninguna imprenta de la capital pacense quiso encargarse del trabajo. El segundo problema fue lograr que la gente lo leyera. Durante la madrugada del 14 de agosto de 2002 hicieron la pegada de carteles. Llenaron Badajoz con este singular remedo de cartel de toros, pero a la mañana siguiente casi todos los carteles habían sido arrancados. Esa misma mañana ya costó encontrar alguno de ellos debido a la eficacia de quienes los quitaban. Así, este cartel ha acabado convirtiéndose en una pieza de coleccionista, pero también en una muestra de cómo -en relación con la matanza de Badajoz- algunos apellidos siguen siendo impronunciables.

sábado, 20 de mayo de 2006

El Mensajero

acude desde la sombra del lienzo,
como la idea previa a un poema.

En el gesto, aún, las leguas del viaje;
sobre los hombros, la capa;
y el sombrero, que hubo de cubrirlo,
asido próximo a la espada y abierto
como un pozo en el centro del cuadro.

El mensajero trae en la memoria
cien mujeres de postas, los paisajes,
ciertos seres fantásticos
y ese polvo de siglos que acompaña
cada verso o visita que el artista recibe.

Se sitúa en plena luz, donde el asombro
coincida con sus ojos, en el vértice
de la emoción y los juicios:
donde una palabra iluminada.

Inclina el rostro y la mano extendida
ofrece, silenciosa, el recado
a quien no vemos pero asiste.

¿Quién recogerá el aviso? ¿qué nuevas
anuncia el emisario que traslada una letras
más allá de este cuadro de Ricci?

Elude fray Juan la respuesta
y prefiere -como ahora el poeta-
entregar a su dueño, sin abrir, la noticia

Hoy, hojeando un catálogo antiguo de la colección pictórica del Banco Hispano Americano, me he vuelto a topar con el lienzo “El mensajero” de fray Juan Ricci (1600-1681). Este poema lo escribí hace diez años y se lo dediqué a Luciano Feria pero nunca lo había publicado junto a la imagen que lo inspiró. Un antojo que me permite el blog.

viernes, 19 de mayo de 2006

Apple y Macintosh



Hay un chiste de orgullo "mackero" que siempre cuento: Si tiras un Macintosh y un PC desde un precipicio, ¿cuál se destroza antes contra el suelo? El Macintosh, por supuesto, porque el PC se queda colgado.

Mi primer contacto con el mundo de Apple fue durante la carrera, a finales de los 70 y comienzos de los 80. En Cáceres, el Seminario de Investigación del Conflicto del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, dirigido por el profesor Antonio Rodríguez de las Heras —siempre visionario—, consiguió varias computadoras Apple II, la segunda máquina en la trayectoria de Steve Wozniak y Steve Jobs. Fueron los primeros ordenadores personales de la Universidad y —supongo— de Extremadura, en unos años en que aún eran muy raros en España. Los estudiantes de Historia Contemporánea de Cáceres nos formamos sabiendo que aquello existía.

En 1984 Apple crea Macintosh, pero no manejo el primero hasta 1987: era un Macintosh Plus, del Centro de Educación de Adultos de Zafra. Trabajar con un Mac era hacerlo con una máquina creativa, intuitiva, sugeridora.

En 1989 montamos una empresa y compramos dos Macintosh, creo que un Plus y un SE, que nos costaron un pastón (entre ambos, unas 600.000 ptas. de entonces). Cuando cerramos, en 1992, nos tocó a Eva y a mí uno de ellos. Fue mi primer ordenador en propiedad. Desde entonces he utilizado, en el trabajo y en casa, siempre un Macintosh (Performa 630, G-3, iBook) hasta hace un par de años. Una conjura "doméstica" y un cambio laboral me obligaron a acostumbrarme a esa mala imitación del Mac que es el PC. La cantinela para convencerme fue la de siempre: "tiene menos capacidad de memoria" (no le hace falta), "no pueden intercambiarse archivos con un PC" (no es cierto, pero si lo fuera ¿qué falta hace?), "es más caro" (no hay que confundir valor y precio), etc. El caso es que soy un traidor y no me basta saber, como dice alguno, que la mayoría de los ordenadores personales actuales son básicamente clones del Mac aunque usen Windows, por lo que en cierto modo todos somos usuarios de Mac. No me basta. Me puede la mala conciencia. Y, como sigo prefiriendo el original, va a ser cuestión de volver a los orígenes.

Primer modelo de ordenador Macintosh, 1984

domingo, 14 de mayo de 2006

Cementerio italiano, Campillo de Llerena


Mi hermano Miguel Ángel y Álvaro Valverde comentan en sus blogs cómo el cementerio alemán de Yuste estimula el estro de los poetas. En Extremadura hay otro camposanto, extraño y descuidado, que no ha inspirado ningún poema: el cementerio de los italianos de Campillo de Llerena. Construido en 1937, en él reposan soldados —italianos y españoles— que lucharon junto a los sublevados del general Franco y cayeron en la batalla de la Sierra de los Argallanes.

Frente al mimo verde y geométrico que muestra el de Yuste —cercano al monasterio del emperador y arropado por castaños— el de Campillo delata un abandono hasta cierto punto cruel. Al filo de la antigua carretera de Castuera a la Venta del Culebrín, solitario en medio de la campiña, el cementerio está hoy destrozado, con algunas tumbas abiertas y varios esqueletos visibles. Aunque ha habido intentos de adecentar el recinto, y un grupo de nostálgicos italianos reclamó a su gobierno para reconstruirlo o trasladar los restos de sus compatriotas, al fin nada se hizo y el cementerio de Campillo de Llerena sigue su trayecto hacia el olvido.

En Yuste la belleza ha hecho olvidar el símbolo, pero en Campillo —desarbolado y enteco— se expresa mediante su propio abandono, y el desamparo ejerce de castigo.



lunes, 8 de mayo de 2006

Proteico Luis Santos

Luis Santos Gutiérrez es un hombre singular. Médico cirujano, profesor emérito de la Universidad de Salamanca, escritor, dibujante y coleccionista de arte, es un humanista inquieto, de extraordinaria vivacidad intelectual y de ingenio impar. Casado con la nieta de su admirado Miguel de Unamuno, Luis figura desde hace más de medio siglo entre los personajes insustituibles de la vida cultural salmantina, entre los que ejerce de rara avis debido a su escaso apego a los convencionalismos.

Durante su docencia descolló entre el profesorado por su cercanía a los alumnos, los extraordinarios dibujos de anatomía humana con que ilustraba sus clases —a tiza, sobre la pizarra— o sus gestos de carácter, como colocar la lista de los nombres de los alumnos “recomendados” y de sus “recomendantes” en el tablón de anuncios.

Autor de varios libros de anatomía, tiene también publicado De todo lo invisible y lo visible (Salamanca, 2004), una colección de artículos de prensa en los que desgrana reflexiones sobre el arte, la política, el lenguaje o la condición humana.

Quizá su faceta más sorprendente sea la artística, allanada por la ya comentada pericia con el dibujo y por una magnífica colección de esculturas que ha convertido su casa en un museo. Resulta que hace un tiempo, Luis, inicialmente crítico con el arte abstracto, comenzó a interesarse tanto por él que acabó practicándolo. Lo que empezó como una burla se trocó en un ejercicio artístico que ha expuesto ya en una decena de muestras públicas. Hace arte “informal”: crea composiciones (“bodrios” los llama él) en las que juega con objetos diversos sobre materiales nobles. “In-formalismo objetual” tituló su última exposición.

El otro día —uno antes de cumplir 83 años— aprovechando una de sus visitas a Zafra, a casa de su hija Mercedes, me pidió que le ayudara a editar su bitácora. La ha llamado Gnomónico que, según él, es cualquier signo que, con carácter excluyente, posibilita la identificación inequívoca de un aspecto concreto. Espero que responda a su nombre, y que ese blog sea gnomónico de la proteica personalidad de Luis Santos.

Luis Santos junto a algunas de las piezas de su colección de esculturas.


“El juguete de Galileo” de Luis Santos. El comentario con que el autor acompaña su obra es: La geometría, el paralelismo y la perpendicularidad (ortogonalidad) marcan el modo de lo co-recto. Sólo dos direcciones clave (horizontal y vertical), y sólo dos ángulos posibles entre las líneas, se enfrentan a las infinitas posibilidades de la oblicuidad. Por eso en la historia de la ciencia (y en la del convivir) el sesgo le gana la partida a lo recto. El sesgo como fundamento del plano inclinado (de que se valió Galileo), de la cuña, de la rampa helicoidal —madre del tornillo— y de los artilugios más eficaces de la física y de la estrategia.

jueves, 4 de mayo de 2006

Extremadura en "El Laberinto español"

Mañana viernes, día 5, a las 23.30 horas se estrena en el programa "El Laberinto Español" de La 2 de Televisión Española un nuevo documental sobre la guerra civil en Extremadura. Se trata de Extremadura amarga, un reportaje dirigido para Televisión Española por el cineasta y escritor Alfonso Domingo, de Argonauta Producciones, con guión del también escritor Justo Vila.

Este documental forma parte de la serie “La Memoria Recobrada”, de cinco capítulos, que trata la guerra civil, la posguerra y la represión franquista en cinco puntos de España (Galicia, El Bierzo y los Picos de Europa, Extremadura, Málaga y Canarias). La serie cuenta en cada una de sus entregas con un personaje que hace de hilo conductor. En el caso del capítulo que se estrena mañana por la noche, el primero y sobre Extremadura, el conductor es el cantante Luis Pastor.

Hay imágenes y entrevistas realizadas en Badajoz, Mérida, Castuera... En Zafra grabaron a finales de noviembre del año pasado. Entrevistaron a Libertad González —hija del alcalde socialista durante la República, José Gonzalez, asesinado en 1939—, a Justo Calderón —hijo del concejal Luis Calderón, asesinado en 1936— y a mi. Hablamos de la “guerra inexistente” de Zafra: pura represión fascista.

Espero que saquen unas imágenes que tomaron durante la entrega del Premio Dulce Chacón de Novela, en las que Luis Pastor hizo una estremecedora interpretación de su canción dedicada a Dulce.
Por cierto, lo de Extremadura amarga creo que lo han cogido de una canción de Pablo Guerrero.

lunes, 1 de mayo de 2006

Puñeteros libros

1
2
3

Llevo dos semanas con obras en casa. Cubrimos con un plástico los libros del estudio y así evitamos vaciar las baldas (foto 1). Pero después de los albañiles ha llegado el pintor y ya no ha habido manera de eludir el trajín. Todos los libros han saltado al suelo como ratones. Al estar la casa llena de muebles descolocados algunos de estos bichos inquietos han alcanzado la escalera (foto 2). Menos mal que vivo en un ático y que a partir de mi casa los peldaños sólo suben a la garita del ascensor. Sabía que por ahí no podían escapar y los he dejado —en castigo— toda la noche al relente (aunque me he levantado varias veces para vigilarlos: estaban acurrucados unos junto a otros, con una mezcla de frío y arrepentimiento).

Siempre he creído que las bibliotecas son animales silenciosos aunque no estáticos, sometidos a un movimiento continuo que obliga a cambiar la disposición de los volúmenes cada cierto tiempo para acomodar esa vivacidad a la rigidez de los estantes. Pero en esta ocasión se han pasado. Casi logran huir de mí.


Al final he vencido —no sin esfuerzo— y han vuelto al redil. Fijaos: parece que no han roto un plato, tan quietecitos (foto 3).

sábado, 29 de abril de 2006

El buitre

Se extiende cada vez más en nuestros periódicos la mala costumbre de dar a Andreotti el nombre de Belcebú. Abandonémosla. Belcebú podría querellarse


Indro Montanelli




Montaje de Juan Lama sobre fotografía de Associated Press

sábado, 22 de abril de 2006

Perro semihundido

¿Se asoma o se hunde? Ese dilema divide a los críticos, pero es el interrogante más superficial de los que sugiere. Aunque de Goya arranca la pintura moderna, creo que es concretamente esta obra de la Quinta del Sordo el gozne que abre la puerta al nuevo escenario expresivo de las vanguardias. Es cierto que sería distinto si el fresco estuviera inacabado, como alguno sostiene, y el vacío que interpela al animal fuera un hueco donde faltara otra figura.

Supongamos que no, supongamos que Goya sólo quiso pintar lo que pintó: esa cabeza de perro sobre la arena o las aguas intencionadamente aislada, semihundida al fondo de un espacio alargado de ocres. Si así fuera —y así es— Goya habría intuido y pintado por primera vez la desolación contemporánea, pero también la creación esencial de ese dios —ajeno a lo judaico— que cantara Abel Martín: la nada.
"Perro semihundido", Francisco de Goya, 1821-1823

miércoles, 19 de abril de 2006

Luis Varela

Veo poca televisión. La mayoría de los días sólo de 9 a 10 de la noche, poco más o menos. Un informativo (la Cuatro, de Gabilondo; la Primera, de Milá o el insuperable de la Dos) y el programa de la familia: Camera Café.

Sí: Camera Café. Este es el programa en el que coinciden todos los gustos televisivos de la casa, desde el de mi hijo Juan (11 años) hasta el de Eva o el mío. Sólo cuando está mi madre (82) hay refunfuños, aunque también alguna risa.

Un magnífico programa de cámara fija, sin más plano que el supuesto ojo de una máquina de café que ve a sus usuarios (los de una oficina bastante creíble) hablar y moverse frente a ella. Me río a carcajadas. Soberbios actores y un insuperable actor cómico: Luis Varela como Antúnez.
Mañana me pasaré por Telecinco para cobrar.

martes, 18 de abril de 2006

Tiquismiquis

Sigo con la biografía de Antonio Machado escrita por Ian Gibson (361 páginas ya, gracias a la Semana Santa). Para que no se me enfade nadie, reconozco el esfuerzo del autor al acometer una obra de este tipo. No pretendía con mi comentario de hace unos días desmerecer el trabajo de Gibson, magnífico biógrafo que nos ha dado pruebas de su pericia al descubrir vidas ajenas como las de Federico García Lorca, Salvador Dalí o José Antonio Primo de Rivera, y al que guardo especial devoción por la lectura de Queipo de Llano: Sevilla, verano de 1936 (1986) y de La noche en que mataron a Calvo Sotelo (1982).
Gibson es, sin duda, uno de los más certeros notarios de la memoria de la primera mitad del siglo XX español y mi nota del otro día sólo quería aludir a dos aspectos tan poco conocidos de la vida de Antonio Machado que uno de ellos ni siquiera había sido advertido por su biógrafo. Si me he pasado de tiquismiquis, ofrezco mis disculpas.

jueves, 13 de abril de 2006

Escribir arbitrios


El otro día tuve la alegría de presentar en un acto del Seminario Humanístico de Zafra a Álvaro Valverde. Al finalizar, no sé a cuento de qué les dije —a él y a Luciano Feria— que yo en literatura no era más que un arbitrista del XVI o del XVII:
Yo señores soy arbitrista y he dado a Su Majestad en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en provecho suyo y sin daño del reino... (Miguel de Cervantes, Coloquio de los Perros)

Desde 1988 —cuando escribí un escuálido poemario, como la isla— me he alejado públicamente de la imaginación literaria y he estado sumergido en realidades diversas. Aunque desde entonces he escrito seis libros, ninguno de ellos es propiamente "literario": varios sobre metodología educativa y de participación social, dos o tres monografías de historia, textos de viajes y algún que otro artículo..

Y que nadie piense que la poesía me la reservo y sólo publico memorias y propuestas. El asunto es que sólo escribo arbitrios. Eso sí: estoy continuamente escribiéndolos. Mi actividad profesional se reduce prácticamente a escribir arbitrios y a decirles a otros cómo, cuándo o por qué.

Durante muchos años me he conformado con la frase de Marcel Schwob (Petronio olvidó por completo el arte de escribir tan pronto como vivió la vida que había imaginado), pero ya va siendo hora de que Petronio, además de los arbitrios, escriba algún poema sin dejar de vivir y se aplique las preguntas a sí mismo: cómo, cuándo y por qué.

domingo, 9 de abril de 2006

Machado según Gibson


Antes de leerla, someto la biografía de Machado que acaba de publicar Ian Gibson (Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado, Aguilar, 2006) a una doble prueba del algodón: ¿sabe Gibson de los Álvarez Guerra, antepasados extremeños de Machado? y ¿conoce el último encuentro en la frontera del poeta con María Zambrano?
La primera la pasa. El escritor hispanoirlandés ha hablado con el cronista de Zafra Croche de Acuña y conoce algún libro de Fernando Pérez González, aunque lógicamente no ha podido manejar la aún inédita tesis doctoral que dedicó a José Álvarez Guerra. Sabe por tanto que éste -zafrense, liberal de primera hora, autor de la obra filosófica Unidad Simbólica y gobernador civil de Cáceres, Salamanca y Palencia- fue bisabuelo de los Machado y origen indudable de la sangre jacobina que corría por sus venas.
Pero la segunda prueba no la supera. Desconoce -y es una pena, porque podría haberlo aclarado- lo que cuenta Jesús Moreno Sanz en la Presentación de Los intelectuales en el drama de España y escritos de la guerra civil de María Zambrano (editorial Trotta, Madrid, 1998): el coche va muy despacio entre la inmensa muchedumbre que huye atemorizada, y ven a don Antonio Machado caminando casi inválido y sostenido por su madre. Ante su negativa a la invitación a subirse al coche, María Zambrano baja de él y llega andando a la frontera con el poeta.

Banderas


Demasiadas banderas en Pamplona. Estos días atrás he estado allí por cuestiones laborales junto a un compañero de trabajo, Manuel Romero. Aunque la estancia ha sido corta y el trabajo intenso, nos ha dado tiempo para dar algún paseo por la ciudad. Y hay allí más banderas de España en plena calle que en Badajoz y Cáceres juntos. También hay banderas de Navarra, de Euskadi, y de Europa. Parece ser que cada vez que colocan cualquier enseña deben poner también las restantes. Y como los del norte son aficionadísimos..., cuando uno coloca una, ya están colocando otra.
A mí lo de las banderas —todas— casi siempre me ha parecido una estupidez. Y digo casi, porque también yo hace treinta años tuve en la habitación pinchada con chinchetas una verde, blanca y negra. Y digo casi, en fin, porque aún sigue emocionándome alguna.

domingo, 26 de marzo de 2006

Caballo de cartón


Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir,
y las contase,
y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

[Autobiografía, Luis Rosales]

domingo, 19 de marzo de 2006

Los mejores blogs

Rupert Murdoch, jefazo de buena parte de la prensa y televisión del mundo, ha declarado que la internet y los blogs acabarán extinguiendo a los grandes dinosaurios de la comunicación televisiva y de papel. La fragmentación que genera la red es una garantía de pluralidad informativa y una amenaza para el principio de la concentración empresarial practicado por los medios de comunicación actuales.
Para hacerse una idea de la potencia y diversidad de las bitácoras como nuevo medio de expresión y comunicación basta revisar la lista de finalistas de los premios 20Blogs que el periódico digital 20 minutos ha publicado. Los ganadores se anunciarán el 6 de abril próximo. No es el Nobel pero sirve de pista sobre lo que bulle por ahí. Las categorías que más me interesan de las veinte que consta el concurso son:

Mejor Blog en castellano por votación popular 2005
-
El Sentido de la Vida

Nominados a Mejor Blog en castellano 2005
-
ALT1040
-
Diarios secretos de sexo y libertad
-
Kirai
-
Mondo Pixel
-
Orsai

Mejor blog sobre cultura y de tendencias
-
Cuchitril literario
-
La Cárcel de Papel
-
La Petite Claudine
-
Último pase
-
Planeta pop

Mejor blog de actualidad
- Bitácora Almendrón
-
Cigua: nuestras noticias
-
ALT1040
-
Cosas de Ranas
-
La bitácora de El Tránsito

Mejor blog con autor colectivo
-
Cogiendo caracoles
-
Blog Prader-Willi
-
Pixel y Dixel
-
Barrapunto
-
Mildiez

Mejor blog con contenido más original
-
Diario de una Miss intelijente
-
La casa giratoria
-
Milinkito
-
Covadonga Borbón
-
El hombre que comía diccionarios

Mejor blog de ficción
-
El bastión de los sueños
-
Extraños en la plaza
-
Juan Dámaso, vidente
-
Covadonga Borbón
-
Mujer Gorda, diario de Mirta Bertotti

Mejor fotoblog/audiovisual

-
Nocturama Fotoblog
-
Fijaciones
-
Cotidianas Vistas
-
QLio
-
Jabalí Fotolog

Mejor blog inclasificable
-
Mundos de Nepomuk
-
Diario de una MISS Intelijente
-
Futuroperfecto
-
El Hombre de Comía Diccionarios
-
Una huevera al día

Mejor diseño

-
Cosas de ranas
-
pop-page.com
-
La Mala de la Película
-
Papel Continuo
-
Juan Benítez