Una historia coral de la transición
Una vez más
nos reunimos en Zafra alrededor de la historia. En los últimos años han sido
muchas las ocasiones en que estas veladas culturales, que tan frecuentes son en
nuestra ciudad, han tenido un motivo histórico. Y con la compañía de muchos
historiadores hemos reflexionado sobre el pasado reciente de España.
Paul
Preston, Josep Fontana, Francisco Moreno, Francisco Espinosa, Alberto Gil
Novales, Ian Gibson, Julián Casanova… han sido algunos de los historiadores
contemporaneístas que nos han acompañado aquí, en Zafra, en los últimos diez años.
Actos organizados por el Colectivo Manuel J. Peláez, por la Asociación de
Recuperación de la Memoria Histórica, por el Seminario Humanístico de Zafra o
por el Centro de Estudios del Estado de Feria y que nos han permitido indagar
en nuestra historia común y debatir sobre los diversos enfoques de la misma.
Una vez más
nos reunimos aquí para hablar de nuestra historia reciente. En esta ocasión con
la excusa de la presentación de un libro, que aunque no sea una monografía
histórica al uso, es un libro de historia. Ahora veremos de qué manera. Y cuyo
autor, aunque no sea un historiador, es un excelente cronista y escritor,
aunque él prefiere considerarse, sencillamente, un periodista.
333 historias de la transición es el
libro y Carlos Santos, el autor.
Carlos
Santos es especialmente conocido hoy como subdirector del programa “No es un
día cualquiera” de Radio Nacional de España, que dirige Pepa Fernández las
mañanas de los sábados y domingos. Además, conocemos su rostro gracias a las
intervenciones en tertulias políticas televisivas como la de Al rojo vivo de la Sexta. Pero, la
trayectoria periodística de Carlos Santos Gurriarán es ya dilatada y va camino
de los cuarenta años.
Natural de San
Cebrián de Castro (Zamora), aunque muy vinculado a Almería, es licenciado en
Filología Hispánica y en Periodismo. En 1999 entró a trabajar en Radio Nacional
de España, tras su paso, como presentador, por Canal Sur Radio y Canal Sur
Televisión. Anteriormente, había sido editor de la revista Cambio 16, director de La Voz de Almería, redactor de Diario 16, El Imparcial o El Noticiero
Universal y corresponsal en Madrid de Mundo
Diario.
Ha
trabajado con Julio César Iglesias, con Carlos Herrera, Juan Ramón Lucas o Pepa
Fernández. Ha tocado todas las teclas (las radiofónicas, las televisivas y las
de papel) del oficio periodístico. Y lo ha hecho desde funciones y cometidos
distintos: presentando un programa informativo, llevando un espacio de música,
hablando de gastronomía, opinando de política, dirigiendo formatos, dibujando
con la palabra unos soberbios retratos de los personajes invitados a la radio,
y escribiéndolo todo desde 1978 en su libreta colorá.
Hay un
elemento que destaca especialmente en Carlos Santos. A este tipo le gusta la
mezcla, se resiste a esa pureza que algunos enarbolan como principio de la
existencia, y que tantos disgustos nos ha traído a lo largo de nuestra historia.
Se enorgullece de que entre sus apellidos los haya castellanos, vascos,
lusitanos y gitanos. Hace alarde de haber nacido en Castilla, de haber sido
criado en Almería, de haber estudiado en Barcelona, de vivir en Madrid, de tener
casa en Sevilla y de haberse enamorado de un pedazo de Extremadura. Se
considera un español de España, al que le viene como anillo al dedo la
trashumancia semanal de No es un día
cualquiera.
Es
periodista, pero también escritor. Le interesa la política y la historia, pero
también la literatura, la música y la gastronomía. Escribe, toca el piano y,
con una túnica negra y un tambor, participa todos los años en la rompida de Andorra de Teruel. Tiene algo
de proteico, y no porque cambie de ideas, sino porque cambia de forma. Y desde
todas las que adopta reivindica la igualdad de derechos de la gente, pero desde
la diversidad.
Aunque no
alardee de ello, además de periodista es, como digo, escritor. Y la precisión
es necesaria, porque no todos los periodistas lo son. Es autor de varios libros
relacionados con la naturaleza y en colaboración con Joaquín Araujo, como Los Arconocales, parque natural y Cabo de Gata, espléndida austeridad.
Pero, sobre todo, ha escrito un libro sobre la vida de un misionero español, su
tío Luis Gurriarán, en una comunidad maya: Guatemala,
el silencio del gallo.
333 historias de la transición es el
nombre de su último libro. El subtítulo Chaquetas
de pana, tetas al aire, ruido de sables, suspiros, algaradas y… consenso. Se
trata de una crónica a partir de los testimonios recopilados por el autor en
sus conversaciones con numerosos testigos de una época, la transición española
de la dictadura a la democracia, que también él tuvo ocasión de vivir en
primera persona.
Aunque la
cronología de la transición siempre ha sido objeto de controversias, Carlos
Santos inscribe su relato entre el año 1975, año de la muerte del dictador, y
1981, año del golpe de Estado. Realmente, empieza un poco antes, porque en el
arranque del libro “coge algo de carrerilla” y abre el relato en los años
sesenta. Y tampoco termina exactamente en 1981, porque hay menciones a hechos
posteriores.
Este libro
se inserta, pues, en la fecunda bibliografía sobre la transición política española
de la dictadura a la democracia. Más concretamente en esa bibliografía del yo,
memorística, de biografías, testimonios y memorias personales.
Hay mucho
libro biográfico y autobiográfico, pero la mayoría, por no decir todos, son de
celebridades, de hombres públicos, de políticos o personajes conocidos. En ese
sentido, el libro de Carlos Santos -memorialista, sí− tiene una peculiaridad:
es un libro a partir de testimonios de gente, en su mayor parte, desconocida.
Aunque también hay algún famoso, son sobre todo familiares y amigos del propio
Carlos los que le han legado sus testimonios. Y Carlos no suele identificar de
quién es el testimonio cuando lo relata. Salvo excepciones, la única pista es
la relación de cincuenta y tantos nombres que aparece en los agradecimientos.
Estos testimonios los hilvana el autor con algunas referencias bibliográficas y
su propia experiencia biográficas.
Por tanto,
memoria colectiva, no individual; memoria de la gente, no de celebridades. Y memoria
de escenas, fragmentaria, no lineal: “álbum de fotos”, le llama él. Trescientas
treinta y tres fotos. El otro día me preguntaba alguien si este era un libro de
anécdotas. En modo alguno. Nunca incluiría yo, entre los rasgos del libro, la
condición de anecdótico. No es un libro de anécdotas. Habla de los mismos
hechos que integran la historia del período tal y como nos la cuentan los
libros de historia. La muerte de Franco, Arias y el espíritu del 12 de febrero,
la primera prensa en libertad, los siete magníficos, los crímenes de Atocha, la
ultraderecha, Suárez, los pactos de la Moncloa, el viejo profesor, el PSOE de
“socialistas antes que marxistas”, el Partido comunista de la famosa bandera
rojigualda, los asesinatos de ETA, el ruido de sables, el golpe de Tejero…
Pero aborda
la historia del período desde una perspectiva no sujeta a los parámetros
historiográficos. Adopta el enfoque galdosiano o del Unamuno que reivindicaba
la intrahistoria de los hechos. Los historiadores estamos tan atentos a
descubrir causalidades a veces no reparamos en las casualidades. Este libro se
basa en estas últimas, porque no deja de ser una casualidad que cada uno de
quienes aportan sus testimonios en estas 333 historias estuvieran donde estaban
para poder ofrecérnoslos.
No es por
tanto mal procedimiento este de basarse en casualidades. Más aún cuando el
período ofrece alguna coincidencia estremecedora, como esos cinco años, tres
meses y tres días que van desde el 20 de noviembre de 1975 al 23 de febrero de
1981, exactamente el mismo tiempo que va desde el 14 de abril de 1931 al 17 de
julio de 1936.
Por otro
lado, Carlos Santos recorre este tramo de la historia fijándose en aspectos no
sólo estrictamente políticos, sino culturales, psicológicos. Hace mención al
cine, al teatro, a la televisión, a la radio, a la literatura, y sobre todo a
la música de la época. Según sus propias palabras: “La idea no es relatar los
mecanismos políticos que desembocaron en la construcción de un Estado de
Derecho tras una dictadura. La idea es dar las claves, recrear la atmósfera y
el ánimo colectivo de un momento histórico en el que todos los protagonistas lo
tenían claro: las cosas nunca volverían a ser como eran.”
333 historias de la transición es, en
definitiva, una propuesta novedosa de presentar la transición de la dictadura a
la democracia, memorialista, colectiva, coral, y en el que late la
reivindicación del autor de un período histórico clave en nuestro pasado
reciente.
(Presentación del libro de Carlos Santos 333 historias de la transición. Zafra, 25 de enero de 2016)
(Presentación del libro de Carlos Santos 333 historias de la transición. Zafra, 25 de enero de 2016)
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