Después del pregón de Zafra me fui a Santiago de Compostela. Han sido días de trabajo intenso pero sarna con gusto no pica. Allí, tras el curro, he tenido tiempo ―quitado del sueño― para estar con amigos y conocer a gente interesante.
Aunque ni siquiera hubo vista al Obradoiro, esta estancia en Santiago no la olvidaré en mi vida. Félix Lozano se había empeñado ―y se lo agradezco― en que conociera el Instituto Galego de Información (IGI), una de las entidades vinculadas al grupo Sargadelos. Ya he hablado aquí de mi admiración por Sardagelos y por su fundador y, hasta hace poco dueño, Isaac Díaz Pardo.
Y digo hasta hace poco dueño, porque tras años de esfuerzo y después de montar una de las iniciativas de cultura y empresa más interesantes que conozco, a Díaz Pardo lo están echando de las empresas que creó. Una panda de contables ―para quienes la única variable posible para una empresa es la de la rentabilidad económica― lo han sacado fuera de la dirección de dos de las compañías que hoy forman Sargadelos (Cerámicas de Sargadelos y Cerámicas do Castro) y se ha refugiado en el Instituto Galego de Información, ubicado en un edificio que él diseñó en el Monte do Gozo de Santiago. Allí está la sede de Ediciós do Castro, los talleres de diseño y de exposiciones para las galerías Sargadelos, la secretaría del Novo Seminario de Estudos Galegos y los talleres de carpintería y mecánica necesarios para otros proyectos.
Xose Ramón Fandiño, Morris, es la mano derecha de Isaac y nos enseña el edificio donde siguen resistiendo once incondicionales del fundador. En la entrada, un cartel recuerda que llevan cuatro meses sin cobrar, maltratados por los nuevos administradores del grupo en su lucha contra Díaz Pardo. El edificio ―de diez mil metros cuadrados― da cuenta hoy sólo de un esplendor antiguo, pero sigue siendo una especie de trinchera en una lucha contra la mediocridad.
Alguna limpiadora, algún obrero con mono, varios investigadores… Entre las estancias destaca el impresionante auditorio, subterráneo y circular, donde las sillas ―diseñadas por el propio Isaac― se disponen alrededor de un escenario iluminado por un óculo central. Es el Panteón de Agripa de la cultura gallega.
Tras deambular por dependencias casi vacías llegamos a una sala con varias puertas, todas ellas abiertas. Sentado cerca de una mesa, entre libros y papeles, minúsculo, absorto en la escritura, está Isaac Díaz Pardo, 87 años, diseñador industrial, empresario, pintor, dibujante, ceramista, artista, escritor e intelectual. Lleva luchando y creando desde que le mataron al padre en el año 36. Junto a Castelao, es el hombre más relevante de la historia de Galicia. Cuando me lo presentan, le agarro la mano con las dos mías y me mira a los ojos. Nunca había tenido tan viva la sensación de estar ante alguien realmente importante.
Aunque ni siquiera hubo vista al Obradoiro, esta estancia en Santiago no la olvidaré en mi vida. Félix Lozano se había empeñado ―y se lo agradezco― en que conociera el Instituto Galego de Información (IGI), una de las entidades vinculadas al grupo Sargadelos. Ya he hablado aquí de mi admiración por Sardagelos y por su fundador y, hasta hace poco dueño, Isaac Díaz Pardo.
Y digo hasta hace poco dueño, porque tras años de esfuerzo y después de montar una de las iniciativas de cultura y empresa más interesantes que conozco, a Díaz Pardo lo están echando de las empresas que creó. Una panda de contables ―para quienes la única variable posible para una empresa es la de la rentabilidad económica― lo han sacado fuera de la dirección de dos de las compañías que hoy forman Sargadelos (Cerámicas de Sargadelos y Cerámicas do Castro) y se ha refugiado en el Instituto Galego de Información, ubicado en un edificio que él diseñó en el Monte do Gozo de Santiago. Allí está la sede de Ediciós do Castro, los talleres de diseño y de exposiciones para las galerías Sargadelos, la secretaría del Novo Seminario de Estudos Galegos y los talleres de carpintería y mecánica necesarios para otros proyectos.
Xose Ramón Fandiño, Morris, es la mano derecha de Isaac y nos enseña el edificio donde siguen resistiendo once incondicionales del fundador. En la entrada, un cartel recuerda que llevan cuatro meses sin cobrar, maltratados por los nuevos administradores del grupo en su lucha contra Díaz Pardo. El edificio ―de diez mil metros cuadrados― da cuenta hoy sólo de un esplendor antiguo, pero sigue siendo una especie de trinchera en una lucha contra la mediocridad.
Alguna limpiadora, algún obrero con mono, varios investigadores… Entre las estancias destaca el impresionante auditorio, subterráneo y circular, donde las sillas ―diseñadas por el propio Isaac― se disponen alrededor de un escenario iluminado por un óculo central. Es el Panteón de Agripa de la cultura gallega.
Tras deambular por dependencias casi vacías llegamos a una sala con varias puertas, todas ellas abiertas. Sentado cerca de una mesa, entre libros y papeles, minúsculo, absorto en la escritura, está Isaac Díaz Pardo, 87 años, diseñador industrial, empresario, pintor, dibujante, ceramista, artista, escritor e intelectual. Lleva luchando y creando desde que le mataron al padre en el año 36. Junto a Castelao, es el hombre más relevante de la historia de Galicia. Cuando me lo presentan, le agarro la mano con las dos mías y me mira a los ojos. Nunca había tenido tan viva la sensación de estar ante alguien realmente importante.
Jose La cosa no está clara. O estamos equivodado medio mundo o tiene razón el otro, el tuyo. He hablado con mis amigos gallegos y me dicen lo que tú escribes: "sar", siempre refiríendose a la cerámica. ¿Hay pueblo? Es cosa de puristas? El marqués se llamaba "sar" En fin. Qué lío por una erre. O no. En el google va sin erre la "sar".
ResponderEliminarHonorio
Paco Espinosa me dice por correo electrónico:
ResponderEliminar"Veo tu entrada con Díaz Pardo. Se te olvida su faceta de editor. Crea y dirige Ediciós do Castro poco después de que José Martínez iniciara las actividades de Ruedo Ibérico en París. Entre los dos revientan a Fraga el intento de apropiarse de un Castelao costumbrista a la medida de la dictadura. Así surge El pensamiento político de Castelao. Al año de la muerte de J. Martínez en 1986 su amigo Díaz Pardo le dedicaría uno de los cuadernos del seminario de Sargadelos, sin duda el primer homenaje que se hizo en España al fundador de Ruedo Ibérico. No hace falta insistir en la importancia que Ediciós do Castro ha tenido para Galicia (y para los demás) ni en lo que Díaz Pardo representa para la cultura democrática gallega. Surge pensar en lo bien que nos hubiera venido un "Díaz Pardo" en Extremadura".
Quizás se me haya olvidado insistir en ella, pero la tengo bien presente. La faceta de Díaz Pardo que más me llega es la de Edicións do Castro, cuyos libros compro siempre que puedo.
Precisamente, en este viaje a Santiago, Fandiño me regaló un ejemplar de "Galicia hoy", unas notas autobiográficas de Díaz Pardo publicadas por éste en 1990 con el mismo nombre que el primer libro que -bajo seudónimo- le editara José Martínez en "Ruedo Ibérico".
josemarialama