Asesinado por el cielo. El verso de inicio de Poeta en Nueva York ―más allá de premoniciones― expresa esa sensación de inseguridad que provoca en el peatón andar entre tanto gigante de metal, hormigón y cristal.
Eva y yo estamos en Nueva York desde el domingo por la noche. Los dos primeros días los hemos dedicado a rutas de reconocimiento: ya hemos paseado por la Gran Manzana, cruzado Harlem, husmeado en Chinatown y asomado al Bronx; hemos subido al ferry de Staten Island, cruzado a la isla Roosevelt en el teleférico y subido al Empire State. El cupo turístico está medio hecho. Ahora nos moveremos buscando sitios. Hoy, por la milla de los museos.
Estoy impresionado. Algunos conocidos me decían que iba a visitar la capital del imperio, pero es un error y una injusticia hablar así; criminalizar a las ciudades por culpa de sus gobernantes. Nueva York es la ciudad, así, por antonomasia. Fascinante, bellísima, compleja. Un lugar contemporáneo, hecho en las ultimas décadas, cuyos vestigios más antiguos van poco más allá de comienzos del XX. Esa carencia de historia general hace ―como en todos los Estados Unidos― que la historia cinematográfica se convierta en los anales de la ciudad. Cada sitio se recuerda por lo que pasó en él en la ficción: aquí se rodó El silencio de los corderos, a este edificio subió el gorila King Kong, estas son las calles de La jungla de cristal… La Zona Cero es de los pocos lugares que se conocen por lo que pasó en realidad.
Pero además de la ciudad de las alturas y de los edificios, de la ciudad del vuelo ―como decían antes en las dehesas―, está la ciudad del suelo: gente de todo el mundo comiendo por la calle, hablando, mirando, jugando; gente moviéndose de un lado para otro, como nosotros.
Eva y yo estamos en Nueva York desde el domingo por la noche. Los dos primeros días los hemos dedicado a rutas de reconocimiento: ya hemos paseado por la Gran Manzana, cruzado Harlem, husmeado en Chinatown y asomado al Bronx; hemos subido al ferry de Staten Island, cruzado a la isla Roosevelt en el teleférico y subido al Empire State. El cupo turístico está medio hecho. Ahora nos moveremos buscando sitios. Hoy, por la milla de los museos.
Estoy impresionado. Algunos conocidos me decían que iba a visitar la capital del imperio, pero es un error y una injusticia hablar así; criminalizar a las ciudades por culpa de sus gobernantes. Nueva York es la ciudad, así, por antonomasia. Fascinante, bellísima, compleja. Un lugar contemporáneo, hecho en las ultimas décadas, cuyos vestigios más antiguos van poco más allá de comienzos del XX. Esa carencia de historia general hace ―como en todos los Estados Unidos― que la historia cinematográfica se convierta en los anales de la ciudad. Cada sitio se recuerda por lo que pasó en él en la ficción: aquí se rodó El silencio de los corderos, a este edificio subió el gorila King Kong, estas son las calles de La jungla de cristal… La Zona Cero es de los pocos lugares que se conocen por lo que pasó en realidad.
Pero además de la ciudad de las alturas y de los edificios, de la ciudad del vuelo ―como decían antes en las dehesas―, está la ciudad del suelo: gente de todo el mundo comiendo por la calle, hablando, mirando, jugando; gente moviéndose de un lado para otro, como nosotros.
Me alegro mucho de que estéis disfrutando de LA CIUDAD. Ayer hablé con Juan y pregunté; y os envié un correo electrónico. Tu 'respuesta' en forma de entrada en el blog es más que suficiente. Es estupenda esta comunicación. Si te encuentras algún libro en un contenedor, traémelo, sea de lo que sea. Siempre he tenido esa fantasía con NY. Besos.
ResponderEliminarEnvidia, sana envidia es lo que siento. Espero poder consolarme con buenas fotografías del safari humano neoyorkino a tu regreso. En este punto pretendo ser inflexible.
ResponderEliminarUn abrazo
Jordi
Yo también quiero fotos. Nueva York no me atraía como destino (o no me atraía como "las primeras ciudades por visitar") hasta que me compré una guía del National Geographic que daban con Viajar por siete euros y hasta que no vi todas las imágenes y escuché las historias de mis amigos.
ResponderEliminarPor cierto, creo que son los sábados: hay mercadillos de frutas y verduras que cultivan muchos neoyorquinos en los barrios, encima de sus azoteas...
Segundo intento. Me alegro de ver que estáis bien, que habéis pasado la aduana y que no os han tomado por rateros, terroristas o intelectuales. Cierto que las ciudades, los territorios y los países no se pueden juzgar por sus gobernantes, pero alguna responsabilidad deben tener sus ciudadanos cuando los han puesto donde están. Espero que siga el disfrute por esas calles que tanto nos ha mostrado Woody Allen. Y hablando de Nueva York, de la antigua Nueva Amsterdam de los holandeses, os recomiendo a todos una obra maestra de la narrativa dibujada: "Avenida Dropsie", del gran Will Eisner, la historia de la ciudad a través de la historia de una calle.
ResponderEliminarLa Ciudad invita a emprender el viaje vertical, hacia dentro de uno mismo. Desde las alturas, a lo hondo. En NY, volad unos metros por mí, cerca de Central Park, raseando el suelo.
ResponderEliminarPor fin alguna noticia directa. Se de vosotros por Liber, quien me asegura que estais bien. Yo aún guardo mis dudas por si estais retenidos en el aeropuerto JFK. Ya lo fueron el bailaor Canales o el mismísimo presidente del R. Madrid Calderón. Bromas aparte, nos alegramos mucho de vuestra maravillosa experiencia en esa ciudad extraordinaria y esperamos con ansiedad vuestra llegada. Ah, no olvides traerme el Picasso que me gusta del MOMA.
ResponderEliminarBesos.
José María, no te enfades por mis comentario, pero es conveniente recordar a gente por lo que fue y por lo que en estos momentos. Estoy muy interesado por lo de la memoria histórica y tengo historias que seguro que te interesarían. Lo que ocurre es que no tengo tiempo, estoy de oposiciones hasta arriba. Me gustaría conocerte en persona. Soy de La Fuente y mi familia es muy izquierda(mi padre inauguro CCOO y destacado militante de la ORT), aunque con matices por los últimos acontecimientos. Mi correo electrónico es: pepinescomen@yahoo.es. Si quieres o tienes tiempo, me mandas un correo y te puedo contar algo más. ¡Ah!, conozco a tu hermano puesto que me dio clase en la Facultad de Filosofía y Letras. Él ya no se acordará de mí. Saludos y sigue así...
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