“Poesía necesaria como el pan de cada día”. Con estos versos de Gabriel Celaya comenzaba su carta pastoral de 2006 Pere Casaldáliga, obispo católico, ya emérito, de la diócesis brasileña de São Félix do Araguaia.
Casaldáliga (Balsareny, Barcelona, 1928) es uno de los principales representantes de la teología de la liberación, y su radicalidad de ideas sociales no sólo le ha llevado al ostracismo dentro de la Iglesia de Roma sino a arriesgar su vida, varias veces en peligro por culpa de algunos terratenientes brasileños. Santos Domínguez le dedicaba un comentario en su blog el 12 de mayo del año pasado al referirse a las Memorias del Mato Grosso, libro de viajes de la cacereña Mónica Sánchez Lázaro en el que uno de los protagonistas es el obispo catalán.
Casaldáliga (Balsareny, Barcelona, 1928) es uno de los principales representantes de la teología de la liberación, y su radicalidad de ideas sociales no sólo le ha llevado al ostracismo dentro de la Iglesia de Roma sino a arriesgar su vida, varias veces en peligro por culpa de algunos terratenientes brasileños. Santos Domínguez le dedicaba un comentario en su blog el 12 de mayo del año pasado al referirse a las Memorias del Mato Grosso, libro de viajes de la cacereña Mónica Sánchez Lázaro en el que uno de los protagonistas es el obispo catalán.
Pues bien, este fraile claretiano, pobre e insurrecto, es también poeta y tiene publicado un puñado de libros, el primero de los cuales —Palabra Ungida— se editó (1955) en Extremadura, concretamente en Zafra, donde vivió varios años estudiando en el Teologado Claretiano del convento de El Rosario. Casaldáliga fue integrante del grupo de poesía mística surgido alrededor de la revista zafrense Ángelus, uno de cuyos números se dedicó a sus versos. Ángelus es una rareza en la literatura extremeña de los cincuenta y aún espera un estudio completo que amplíe los datos aportados hasta ahora sobre ella por Ángel Martín Sarmiento, Fernando Pérez Marqués y Manuel Simón Viola. Sería magnífico leer una reedición de todos sus números.