Acabo de leer La guerra civil en la frontera —los recuerdos de guerra de Pío Baroja— y me ha defraudado. Esperaba más de este último volumen, hasta ahora inédito, de las memorias barojianas. Y mi crítica no se refiere sólo a lo que cuenta —de escasa relevancia, a veces erróneo y con sus típicos comentarios racistas— sino a cómo lo dice. El texto es confuso, desordenado, impreciso, repetitivo y, en fin, —¿por qué no decirlo?— está mal escrito. Creo que estos recuerdos sólo tienen el interés de ser de quien son.
Querido amigo es que Baroja escribía TODO muy mal, como es sabido por los que hemos sido lectores de todo lo suyo de antiguo, y hemos estudiado las ciencias filológicas para valorarlo. Lo de que era racista es muy discutible. También lo son los gitanos, que nunca se mezclan, y nadie lo resalta. Pero a lo que iba, el estilo de Baroja es así de mal. Como bien me hizo ver, en un precioso estudio, don Ricardo Senabre... Estudie, vea y entérese de que Baroja es desaliño. Eso de poco relamido que usted ha visto, amigo. Gracias...
ResponderEliminarQuizá sea Baroja mi más antigua lectura. Debo parte de mi afición a la literatura a un profesor que me obligó a repetir un comentario de texto tras la lectura de la trilogía "La lucha por la vida". Volví a leer "La Busca", "Mala hierba" y "Aurora Roja" y en esa segunda lectura nací como lector. Tenía 15 años. A pesar de esa veneración antigua por Baroja no me gustaron nada sus memorias de la guerra. No sé si será su estilo (o falta de él), su desaliño o su nihilismo. Quizás sea esto último: esa filosofía del "psch" a la que aludía ayer Trapiello en "El País". El "psch" en plena guerra.
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