Nunca leo La Razón. Quizás por eso ―y por despiste para seguirle el rastro en la red― me ha pasado desapercibido un interesante artículo publicado en ese periódico el 4 de junio de 2007. Se trata del resultado de una investigación que firma Víctor Fernández. A través del enlace original a La Razón no logro acceder al texto y he tenido que conocerlo completo a través del blog de Jordi Grau . El artículo se basa en la carta escrita -1937 o 1938- por un franquista granadino, Manuel Luna, conocido de Gregorio Marañón y que, por mediación de éste, lee un artículo de Melchor Fernández Almagro titulado “Genealogía de los rojos” y le escribe para felicitarle por su contenido. Aprovechando la misiva le cuenta su participación en varios fusilamientos, entre ellos el de Lorca.
El texto es espeluznante. Me quedo sin palabras, si alguien quiere saber las que les ha suscitado a otros, lean.
Carta íntega de Manuel Luna a Melchor Fernández Almagro:
El texto es espeluznante. Me quedo sin palabras, si alguien quiere saber las que les ha suscitado a otros, lean.
Carta íntega de Manuel Luna a Melchor Fernández Almagro:
Muy señor mío y correligionario: Ayer estuve en la embajada y saludé al sr. Lequerica y al sr. Zulueta. Allí encontré a mi amigo el dr. Marañón y salimos juntos. Estoy algo enfermo y quería que me reconociera. Fuimos a su casa de Passy. Yendo en el Metro, sacó un número de "La Vanguardia" del bolsillo y me dio a leer un artículo de V. -"Genealogía de los rojos"- que me ha entusiasmado. Me dijo que le había gustado muchísimo, que le servirá de base y argumento para un trabajo suyo de los que envía a "La Nación" de Buenos Aires. Agregó que tiene V. toda la razón, que todos los izquierdistas de España han sido siempre unos criminales sedientos de sangre y no otra cosa, que el liberalismo, el republicanismo, el socialismo y el acratismo en España no han tenido jamás una sola figura y solo tontos explotables y bandidos explotadores, sin que haya habido entre ellos, desde los comuneros a Negrín, nadie digno de respeto o siquiera mención. Le repito que estaba entusiasmado con su artículo de V. y creo recordar que me dijo que había hablado de él con Lequerica y que éste fue de opinión de que debía ser reproducido por la prensa madrileña.
V. quizá no se acuerde de mí. Soy Manuel Luna, de los Luna de Antequera. Yo le conocí en Granada cuando era V. de las Juventudes Católicas. He vivido todo el glorioso movimiento primero en Granada, luego en Zaragoza y algún tiempo en Oviedo, después de la llegada de la columna de socorro gallega. En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios... Y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médico), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia. Algunos días después cogimos al gran canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas!Pertenecí a la ronda depuradora de Ruiz Alonso. Pero como le digo tuve que irme por asuntos particulares a Zaragoza y después a Oviedo. En ambas poblaciones ayudé también a la depuración. En Oviedo pasé un rato muy agradable viendo fusilar al miserable de Leopoldo Alas Argüelles, el hijo del repugnante Clarín. Ahora estoy en París y me río mucho viendo el miedo que tiene esta canalla francesa a los alemanes e italianos. ¡Qué diferencia entre nuestra gloriosa España nacionalista y esta Francia corrompida, podrida hasta los tuétanos! Por algo dice Marañón que aquí se ahoga y que está deseando verse en Madrid lo más cerca posible del Caudillo...
Volveré a Madrid pronto y espero hacerle en breve una visita en «Ya». Reciba el afecto de su amigo y paisano.
Retrato de Federico García Lorca, por Aguijarro
Yo la encontré en el blog de un colega y también la puse en el mío.
ResponderEliminarAscopena.
Me he quedado alucinada, sin palabras...
ResponderEliminarMamen
La verdad es que este documento, que anda ya por todos sitios, provoca todo tipo de sospechas. Para empezar carece de fecha. Habría que ir al archivo de La Vanguardia y ver cuándo se publicó el artículo aludido. En segundo lugar ignoramos quién fue este Manuel Luna y desde luego es muy raro que no aparezca en las obras de Gibson sobre Granada y Lorca. Lo que parece claro es que el objetivo de la carta es el periodista e historiador Melchor Fernández Almagro, de quien se traza un retrato nada favorable y de quien se nos pone sobre la pista de su “Genealogía de los rojos”. En tercer lugar los datos que da sobre represión indican que el tal Luna no sabía mucho: no existió esa noche en que fueron asesinadas, entre otras, esas personas que menciona sino que unas desaparecieron un día, otras varias semanas después e incluso alguna, caso de Corro Moncho, a muchos kilómetros de allí. En fin, mi impresión es que se trata de una falsa carta firmada con seudónimo y escrita en época franquista con el objeto de desacreditar a un personaje como Fernández Almagro recordándole que no siempre fue un “liberal”. Este tipo de documentos sacados así, como ahora, en cierta prensa deben ser tomados con máxima cautela. Quizás se juega con que el terreno está abonado para creernos todo lo que venga en este sentido. Desde luego la forma en que se ha extendido, sin análisis ni comentario alguno, demuestra que la capacidad crítica anda bajo mínimos y que la credulidad casi no tiene límites.
ResponderEliminarEl último libro de Ian Gibson habla de todo esto, quizás incide más en un personaje, que ahora no recuerdo como se llama, el padre de Terela Pávez, que estuvo tamibén en el pelotón de asesinos que cometieron el crimen en Viznar.
ResponderEliminarEl comentario de Francisco Espinosa debe de ponernos en guardia sobre la credibilidad de testimonios como el que publicara, en su día La Razón. Máxime cuando, como él dice, hay datos que no concuerdan. Habría que localizar el artículo de Fernández Almagro en La Vanguardia y ver qué dice, efectivamente, en su “Genealogía de los rojos”, si alguna vez escribió un artículo con este título. Es poco verosímil que un hombre de la talla intelectual de Almagro emitiera unas opiniones tan rotundamente maniqueas acerca de los izquierdistas (“todos los izquierdistas de España han sido siempre unos criminales sedientos de sangre”…) Y muy sospechoso también que un intelectual como Marañón refrendara unos juicios tan sectarios, por más que procurara vivir con el Régimen. En cuanto a Almagro, por muy de derechas que fuese, había sido también amigo de Lorca (quien le dedicó, al menos, un poema, la “Elegía a doña Juana la Loca”, del Libro de poemas) y por amigo y por paisano debía un cierto respeto y consideración al poeta, asesinado por los secuaces del Régimen.
ResponderEliminarNo podemos, sin embargo, dejar de imaginarnos al poeta en el instante tremendo de su fusilamiento, levantando los brazos y pidiendo clemencia. Todo eso es verosímil y creíble. Y no podemos evitar que se nos revuelvan las entrañas ante esa ostentación de crueldad, verídica o falseada. Sí: nos ponemos en el caso de todos los masacrados, sean del lado que fueran. Fue injusto que les quitaran la vida, a muchos en plena juventud.
Y aberrante que se justificaran esas muertes invocando ideas como las de Dios y Patria.
Tiene razón Sánchez-Paulete. En su recién publicado libro sobre Ramón Ruiz Alonso, Gibson se refiere a la carta, escrita según él desde el Hotel Tronchet de París el 9 de mayo de 1939 y de la que se conserva una copia en la Casa de los Tiros de Granada. Gibson, aunque cree que "puede contener alguna exageración", la cree escrita por alguien que tenía "un conocimiento personal de los hechos". Además reproduce en uno de los apéndices el artículo de Fdez. Almagro, publicado en La Vanguardia el 6 de mayo de 1939, y cuenta que, según las memorias de Isabel García Lorca, cuando su hermana Concha reprochó el artículo a Fdez. Almagro en 1939, éste se desmayó. No obstante, sigo pensando que, exageraciones aparte, lo peor de la carta del tal Luna es que muestra un escaso conocimiento personal de los hechos. Es decir, no había que saber mucho de lo ocurrido en Granada para saber que, aparte de Lorca, habían sido asesinados el ingeniero Santa Cruz, el ex alcalde Fajardo o el diputado Corro (éste en Sevilla), hechos sobradamente conocidos en la ciudad, como ya expuso el mismo Gibson en su clásico trabajo sobre el asesinato de García Lorca.
ResponderEliminarBuscaré el libro de Gibson para leer el artículo de Melchor Fernández Almagro en La Vanguardia.Aunque nunca tuve excesivo aprecio por el crítico de oficio de ABC (cuando yo leía ABC porque no había otro periódico mejor, por entonces)es posible que, leído su artículo sobre los "rojos", tenga que modificar (a la baja) mi ya de por sí escasa estima de aquel escritor.
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