miércoles, 28 de febrero de 2007

Solidaridad con Dionisio Pereira


Dionisio Pereira es un historiador de Cerdedo (Pontevedra). El año pasado publicó un libro en el que relataba algunos casos de la represión franquista en esa localidad. En uno de los párrafos aludía a varios individuos ya fallecidos del municipio y decía que eran personas señaladas por su presunta participación en diversas manifestaciones de represión. La familia de uno de los citados ha presentado hace unos días una demanda en el Juzgado de Cerdedo, pero el historiador no ha accedido a retirar lo que considera que es una evidencia corroborada por numerosos testimonios orales.

No es la primera vez en España que ocurre algo parecido. El caso más señalado fue el de Fernando Ruiz Vergara, autor del documental Rocío, de finales de los años 70, en el que se relacionaba a una persona con algunos asesinatos franquistas durante la guerra civil en Almonte (Huelva). La película fue censurada, el autor condenado a dos años y medio de prisión y a pagar a la familia del aludido diez millones de pesetas de entonces.

En Europa los problemas de los historiadores son de otra índole. El revisionista David Irving fue condenado el año pasado en Austria a tres años de prisión por negar el holocausto judío.

Hay quien dice que la diferencia es que en Europa los partidarios del fascismo perdieron la guerra, y en España no. Puede ser.

viernes, 23 de febrero de 2007

RTVE, "políticamente correcta"


La decisión de la dirección de TVE de no emitir íntegra la entrevista de Jesús Quintero con José María García es una censura, sí, pero un poco rara.

En primer lugar porque la ejerce el propio editor, y no el poder político externo, como suele ocurrir en las censuras más convencionales. Un editor que ya no es elegido por el gobierno, sino consensuado en el Parlamento entre los principales partidos, progubernamentales y de oposición. Podría pensarse, por tanto, que es una muestra del lógico derecho de cada medio de publicar lo que le venga en gana. Pero aunque la censura no provenga de fuera, desde el punto de vista de Jesús Quintero ―el responsable del programa― sí lo es, porque se ha aplicado frente a su criterio. En este sentido, sería ―o no sería― la misma censura que aplica el director de un periódico al suprimir el artículo de uno de sus periodistas.

Es posible que algunos no crean -como segunda posibilidad- en la independencia del presidente de RTVE, el editor, con respecto al gobierno, pero aun en ese caso también es rara la censura. Tras ver la entrevista es evidente que los agraviados por las declaraciones de García son José María Aznar, Mariano Rajoy, el Partido Popular, Federico Jiménez Losantos, Ernesto Sáenz de Buroaga, Florentino Pérez… y no el PSOE ni el gobierno de Zapatero, por lo que parece romperse de esta forma un principio básico de la censura convencional: que obedezca al deseo de favorecer a quien la comete o de evitarle un perjuicio.

Por todo lo anterior llego a la conclusión que el presidente de RTVE Luís Fernández ha decidido no emitirla para no incomodar, sobre todo, al Partido Popular. Sus declaraciones al asumir el cargo, destacando el consenso como principal filosofía de su gestión explican que haya evitado publicar en el medio que preside (¿desde dónde, por cierto, se ha filtrado la grabación que publica elmundo.es?) una entrevista en la que se vierten duras descalificaciones contra el principal partido de la oposición.


Es rara pero es censura, porque al fin y al cabo se hace para no perjudicar a esa parte del poder político que es la oposición. Hoy en RTVE el director ya no sólo se debe al gobierno, sino también al Partido Popular, y eso obliga a tener a ambos contentos, a hacer equilibrios y a practicar lo “políticamente correcto”.

sábado, 17 de febrero de 2007

Católicos antifranquistas


En el soberbio libro La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española (1936-1939) el monje benedictino e historiador Hilari Raguer cita a unos pocos renombrados católicos que durante la contienda se mantuvieron fieles a la República (García Bacca, Semprún, Ossorio y Gallardo, Bergamín…) y entre ellos menciona a José Manuel Gallegos Rocafull (1895-1965), canónigo lectoral de la catedral de Córdoba.

De este sacerdote y filósofo acaba de publicar Ediciones Península La pequeña grey. Testimonio religioso sobre la Guerra Civil española, unas memorias que ya habían sido editadas en México por la editorial Jus hace dos años pero que ahora lo son por primera vez en España.

Gallegos Rocafull fue sacerdote y filósofo. Tras la sublevación se mantuvo en territorio republicano y llevó a cabo una intensa labor de crítica a la idea de guerra santa que propagaron los sublevados y la mayoría de la Iglesia católica española. Hasta 1939 realizó varios viajes a Francia y Bélgica donde visitó a personalidades católicas contrarias a Franco. En 1937, con la excusa de sus palabras en contra de la tesis eclesiástica oficial, fue suspedido a divinis por el obispo de Córdoba. Exiliado en México, no recobró sus licencias ministeriales hasta 1950. Escribió unos 20 libros de filosofía entre los que destacan El hombre y el mundo de los teólogos españoles de los siglos de oro, El pensamiento mexicano en los siglos XVI y XVII, Personas y masas. La crisis de occidente o La visión cristiana del mundo económico.

La pequeña grey son unas memorias intelectuales, teológicas, de gran interés para saber más allá del evidente apoyo eclesial a Franco. Echo en falta en ellas más referencias de índole política y personal, que sitúen la peripecia humana de Gallego Rocafull durante la guerra y no sólo sus ideas. Y el texto pide una introducción que explique su significado, así como notas informativas sobre personajes y hechos. La ausencia de estos apoyos hacen que la lectura sea a veces sólo para iniciados, especialistas en la Guerra Civil o expertos en matices teológicos. Y debería ser un libro con más lectores, porque ayuda a erradicar una simplificación: el unánime apoyo católico a Franco durante la guerra.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Alejandro Finisterre, recién conocido


La muerte es paradójica. Cuando comienza ese silencio, esa oscuridad extrema, provoca casi siempre un destello, un estampido de último cohete.

Hasta ayer desconocía la existencia de Alejandro Finisterre, aunque al parecer no era ningún desconocido. Nunca supe que, realmente, se llamaba Alejandro Campos Ramírez y que había nacido en Finisterra el 6 de mayo de 1919. No sabía que durante la República había pertenecido a la Asociación de Idealistas Prácticos (¡qué nombre!), ni que la Guerra Civil le había convertido en un joven de 17 años herido bajo las bombas nazis. Al parecer lo sacaron de los escombros en Madrid y lo llevaron al Hospital de Sangre de la Colonia de Puig, cerca de Montserrat, donde convaleció de sus heridas. Por lo visto allí inventó el futbolín, que patentó en enero de 1937, para que otros niños y jóvenes como él olvidaran un poco lo que ocurría afuera. Ignoraba que, cuando atravesó los Pirineos, entre sus escasas pertenencias llevara el papel de la patente de su invento y que lo perdiera, convertido por la lluvia en un amasijo grumoso.

Leo que fue poeta y que escribió Cantos quintos, Cantos Esclavos. Versos de buen y mal humor y, entre otras obras, la antología Cantos Rodados, y que inventó más cosas (el primer pasahojas de partituras accionado con el pie). Dicen que vivió exiliado en Francia, en Ecuador, en Guatemala, en México…, que editó la revista de poesía Ecuador 0º 0’ 0’’ y fundó la Editora Finisterre Impresora desde la que publicó obras de escritores trasterrados como Juan Larrea o León Felipe. De este último, según me cuentan, fue albacea, litigando con el ayuntamiento zamorano de Tábara por su legado documental. Tampoco sabía que el grupo gallego Os Diplomáticos de Monte Alto interpretó una canción dedicada al futbolín en la que aparece citado: Ano 37 guerra civil / Alexandre de Fisterra inventa o futbolin.

No sabía que estuviera casado con la cantante lírica María Herrero y que viviera en Aranda de Duero mientras yo paseaba tantas veces por sus calles. Ayer me enteré que murió en Zamora el 9 de febrero de 2007. Sólo la muerte me lo ha mostrado.

Una lectura sobre Alejandro Finisterre: Los peligros, de Manuel Ruiz Torres

domingo, 11 de febrero de 2007

Don Manuel


Hoy hace cuatro años que murió, a los 86 de edad, Manuel Peláez Castuera, coronel del Ejército y ex combatiente en las tropas de Franco. Fue uno de mis mejores informantes sobre la Guerra Civil en Zafra y un buen amigo, con el que disfrutaba hablando y comentando chascarrillos de la época. Y eso a pesar de nuestras diferencias ideológicas que, como ya he dicho en otra ocasión, eran absolutamente prescindibles frente a nuestras afinidades personales.

Casi siempre hablábamos en el campo, en la finca Las Golondrinas, de Burguillos del Cerro, rodeados de niños y amigos, acostumbrados ya a nuestras peroratas.

La amargura de la memoria es, en buena parte, obra suya y de decenas de hombres y mujeres que, como él, me legaron su memoria para rehacer yo la mía.

viernes, 9 de febrero de 2007

Un sindicalista histórico


Conozco a Cecilio Gordillo Giraldo desde hace poco más de seis años. Exactamente desde el 14 de septiembre de 2001. Él antes solía pasar unos días del verano en el balneario de El Raposo. Y una tarde quedamos en Zafra, en un velador del Salón Romero, para tomar un café. Sé qué día era porque lo apunté en las primeras páginas de un libro que me entregó en esa ocasión: un ejemplar de Mis memorias del médico libertario Pedro Vallina (Guadalcanal, 1879-1970), uno de los libros de historia más interesantes que he leído.

Anarquista como el doctor Vallina, Cecilio Gordillo es extremeño, de Medina de las Torres, aunque desde pequeño vive en Andalucía. Militó en JOC, CCOO y CNT-AIT y abandonó el sindicato anarquista en el famoso V Congreso celebrado en la Casa de Campo de Madrid. Se mantuvo en una escisión (la llamada CNT Congreso de Valencia o CNT renovada) durante diez años, hasta que en 1989 una decisión judicial les obligó a cambiar el nombre por el de Confederación General del Trabajo (CGT).

Su labor como dirigente sindical se transformó a partir de finales de los años 90 en una preocupación por la historia inusitada en un sindicalista. Creó el grupo “Recuperando la memoria de la Historia Social de Andalucía” y desde él ha emprendido numerosas actividades para recobrar la historia oculta de anarquistas señalados (Pedro Valllina, José Sánchez Rosa), de conquistas sociales (el convenio de las 36 horas en la Sevilla del año 1936) y de la lucha social y la represión durante el franquismo. Su penúltimo empeño ha consistido en sacar a la luz los veinte años de trabajos forzados a los que se vieron sometidos millares de represaliados políticos en el Canal del Bajo Guadalquivir. La investigación de esos hechos, que él coordinó, culminó en un libro editado por la Editorial Crítica en 2004: El canal de los presos (1940-1962). Trabajos forzados: de la represión política a la explotación económica.

Ahora está inmerso en otro proyecto, colosal y benéfico como todo lo que hace: TODOS LOS NOMBRES, una iniciativa para la recuperación de la memoria histórica que pretende construir una base de datos de represaliados por el franquismo para su consulta por Internet. Ya van por 20.000 fichas, 6.000 de ellas de Badajoz.

Por su ascendencia entre los anarcosindicalistas y trabajadores andaluces y por su preocupación por la memoria Cecilio es un sindicalista "histórico", y una de esas personas excepcionales que ojalá no fueran una excepción.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Prem vuelve a Malasia


Prem, el chico malayo que ha vivido con nosotros dos meses, vuelve a Malasia. Esta mañana lo hemos despedido en la estación de autobuses de Zafra, camino de Madrid, donde tomará un avión que le llevará a Kuala Lumpur.
Dos meses de convivencia muy satisfactoria, practicando -tanto él como nosotros- el humanísimo ejercicio de acostumbrarnos a lo extraño.

martes, 6 de febrero de 2007

Pasó San Blas


El otro día fue San Blas. Nunca lo olvido, porque cierra cuatro hitos destacadísimos del santoral de Zafra. Le preceden San Ciro (31 de enero), Santa Brígida (1 de febrero) y La Candelaria (2 de febrero). Si Brígida es la patrona de la localidad y La Candelaria la advocación de la principal parroquia, a Ciro está dedicado el retablo central de ese templo, donde se supone que están sus reliquias.

No, no sufro ningún ataque de beatitud. El caso me interesa porque, a partir de la labor evangelizadora de santa Brígida en Irlanda, y de otras concomitancias con el resto de los santos citados, Fernando Serrano Mangas (Salvaleón, 1954) considera que esos cuatro días son el reducto de la relación entre hibernios y zafrenses, entre Irlanda y Zafra; el escondite de siglos para la Zafra prerromana de la Beturia Céltica.

Lo contaba ―y lo cuenta― un libro sorprendente que leí en su momento y que fue publicado por ese profesor de la Universidad de Extremadura hace unos años: La segura travesía del Agnus Dei. Ignorancia y malevolencia en torno a la figura de Benito Arias Montano “El Menor” (Badajoz, Diputación-Editora Regional de Extremadura,1999). Aunque algo confuso y a veces disparatado, el libro de Fernando Serrano es una lectura sugerente, de innegable desparpajo intelectual, y que deja estupefacto con ideas como que Zafra y la casa de Feria sean algunos de los principales leitmotiv de la obra poética de ¡¡Francisco de Quevedo!!

El libro fue además motivo de polémica con el profesor de Latín Juan García Gutiérrez (Aceuchal, 1936), porque el de Salvaleón refutaba alguna de las tesis del latinista sobre la Asafrae Descriptio de Enrique Cock.

El caso es que yo me acuerdo de san Blas gracias a mi amigo Juan García, a Fernando Serrano y a don Francisco de Quevedo:

A que me tocase fui,
como si fuera instrumento,
y fue para mi garganta
San Blas, con sus cinco dedos.