Sigo con la biografía de Antonio Machado escrita por Ian Gibson (361 páginas ya, gracias a la Semana Santa). Para que no se me enfade nadie, reconozco el esfuerzo del autor al acometer una obra de este tipo. No pretendía con mi comentario de hace unos días desmerecer el trabajo de Gibson, magnífico biógrafo que nos ha dado pruebas de su pericia al descubrir vidas ajenas como las de Federico García Lorca, Salvador Dalí o José Antonio Primo de Rivera, y al que guardo especial devoción por la lectura de Queipo de Llano: Sevilla, verano de 1936 (1986) y de La noche en que mataron a Calvo Sotelo (1982).
Gibson es, sin duda, uno de los más certeros notarios de la memoria de la primera mitad del siglo XX español y mi nota del otro día sólo quería aludir a dos aspectos tan poco conocidos de la vida de Antonio Machado que uno de ellos ni siquiera había sido advertido por su biógrafo. Si me he pasado de tiquismiquis, ofrezco mis disculpas.
Gibson es, sin duda, uno de los más certeros notarios de la memoria de la primera mitad del siglo XX español y mi nota del otro día sólo quería aludir a dos aspectos tan poco conocidos de la vida de Antonio Machado que uno de ellos ni siquiera había sido advertido por su biógrafo. Si me he pasado de tiquismiquis, ofrezco mis disculpas.
De tiquismiquis, con frecuencia, os pasáis todos. Pero sigue pasándote de cosillas así, sin importancia, sólo debidas al esceso de rigor, de años, de vida...
ResponderEliminarHay que reconocer que las biografías de Gibson siempre te aportan muchísimo! Tienes un blog de lo más interesante! un saludo
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