Hace ya casi cinco años dediqué una entrada de este blog a Carlo María Cipolla. Vuelvo a él. Lo conocí en la carrera, a finales de los setenta. Era el autor de algunos
libros de obligada lectura para un futuro historiador, como Historia económica de la Europa
preindustrial. Libros adustos y llenos de datos. La sorpresa fue que diez
años después publicara una obra desenfadada y liviana que ha llegado a
convertirse en un icono de inteligencia y buen humor. Allegro
ma non troppo es el título. Tras un sabroso ensayo sobre «El papel de
las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la
Edad Media», el libro afronta «Las leyes fundamentales de la estupidez humana»,
que Cipolla resume en cinco y que recordé en mi artículo de 2008:
PRIMERA. Siempre e inevitablemente cada
uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el
mundo.
SEGUNDA. La probabilidad de que una
persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra
característica de la misma persona.
TERCERA. Una persona estúpida es una
persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al
mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
CUARTA. Las personas no estúpidas
subestiman siempre el poder nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos,
en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y
cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se
manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
QUINTA. La persona estúpida es el tipo
de persona más peligrosa que existe. El estúpido es más peligroso que el
malvado.
De forma complementaria a estas
leyes, Carlo María Cipolla establece una tipología de las personas a partir
del beneficio o perjuicio de sus acciones:
Los inteligentes
(benefician a los demás y a sí mismos).
Los incautos
(benefician a los demás y se perjudican a sí mismos).
Los malvados
(perjudican a los demás y se benefician a sí mismos).
Los estúpidos
(perjudican a los demás y a sí mismos).
Vuelvo a recordarlo porque últimamente sólo veo malvados y estúpidos; ni los
inteligentes, ni siquiera los incautos, menudean.
Me pareció absolutamente lúcido y genial.
ResponderEliminarEn la actualidad podemos hacer una catalogación bastante precisa de nuestros políticos...
Saludos.
¡Si sólo fuera de los políticos...!
ResponderEliminarAdemás, la mayoría de los políticos es más incauta que malvada. Por lo menos los de base. Lo de estúpidos es más aplicable a algunos votantes.
Sí porque hay que ser estupido para darle la mayoría absoluta al PP. Demostrado ha quedado que son igual de chorizos(por no empezar con lo de y tú más) y de inútiles que sus antecesores
ResponderEliminarah Erasmo de Rotterdam no pudo ser más cítrico en su tiempo ... lo dañino del estúpido no es ya porque crea el mal sin saberlo, es porque también lo hace sin necesidad, por lo cual el estúpido se gana el desprecio unánime de Dioses y Demonios
ResponderEliminarMe pregunto dónde se clasifica la tipología de los Mutantes, la de tipos como Lance Armstrong y algún otro que ya irá cayendo...
ResponderEliminarHasta ayer era simplemente malvado, hoy ya se encuentra en fase final evolucionada de estúpido. Buena noticia.
Porque esta última evolución, como caso excepcional, parece que ha sido para bien.
Un abrazo
eva
o sea, y en puridad, se está definiendo, perfectamente, a los votantes del PP$OE, durante estos más de 30 ominosos años, esos casi 24 millones de votambres, que cuadran perfectamente en esta definición: "Los estúpidos (perjudican a los demás y a sí mismos)", máxime con la que está cayendo..., y si esta verdad, deducida implacablemente, molesta, lo lamento, siempre la señalé y la realidad vendrá a corroborarla, por encima de cucurruchufletas seudoculturetas,
ResponderEliminarsalud