En un cuadro muy bello de Fantin-Latour, titulado “Ángulo de mesa”,
que creo que actualmente está en Manchester,
existe un retrato de busto de Rimbaud a los dieciséis años.
Estas palabras de Paul Verlaine, en el prefacio a la primera edición (1886) de Iluminaciones de Arthur Rimbaud, aluden a un lienzo de Henri Fantin-Latour que hoy está en el Museo D’Orsay de París. Es un cuadro de poetas pintado en la primera mitad de 1872. Bonnier, Blémont, Aicard (de pie) y Verlaine, Rimbaud, Valade, y d'Hervilly. Acompañando a los dos principales simbolistas del momento, algún parnasiano y algún zutista. En la esquina derecha aparece el único que no era poeta, el periodista y político radical socialista Camille Pelletan, que llegó a ser ministro de Marina en los primeros años del siglo XX.
Según parece, otro escritor —Albert Mérat— se negó a aparecer junto a Verlaine y Rimbaud y fue sustituido por el florero de la derecha del cuadro. Luis Antonio de Villena (Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica, Madrid, 2002) cuenta que Mérat había escrito en 1869 un libro de sonetos, L’Idole, con unas composiciones bastante cursis dedicadas a distintas partes del cuerpo femenino (ojos, boca, dientes, nariz, frente, cuello…). Como reacción, los dos amantes escribieron en los primeros meses de 1872 un pornográfico soneto al ojo del culo que provocó las iras de Mérat y su negativa a posar en el famoso cuadro. Los cuartetos son de Verlaine y los tercetos de Rimbaud.
Oscuro y arrugado como un clavel violeta
entre el musgo respira humildemente oculto,
húmedo aún del amor que la pendiente sigue
de las nalgas blancas al borde de su abismo.
Hilillos parecidos a lágrimas de leche
lloraron, bajo el áfrico cruel que les empuja,
a través de coagulitos de marga rojiza,
para llegar ahí donde llama el declive.
Mi boca se acopla frecuente a su ventosa,
y mi alma, del coito material celosa,
de él hace salvaje lagrimal, nido de llanto.
Es la oliva extendida y la flauta mimosa,
es el tubo al que cae la garrapiña célica,
Canaán femenino de humedades abiertas.
Tengo un libro de Verlaine, traducido por Luis Antonio de Villena, lleno de poemas pornográficos (llamarles eróticos yo creo que es devaluarlos).
ResponderEliminarComo los Sonetos al itálico modo que creo que editó Maravedí (no recuerdo: debo de estar volviéndome vieja: antes recordaba autores, títulos y editorial y ahora sólo autores y a veces ni los títulos).
Pobre Mérat, tan cursi... y tan escandalizado.
Has puesto lo de los últimos comentarios en el blog y ahora, en el Reader, no sé qué demonios le habrá pasado a tu feed, me sale la actualización de los comentarios, no de tu blog.
ResponderEliminarMisterios de la informática.