Los historiadores trabajamos con fechas y pensar que algún día no haya existido nos desasosiega. Es una paradoja historiográfica imposible. Ese desajuste entre la convención del calendario y la pura realidad del tiempo fluyendo es un asunto difícil de admitir para quienes fechamos el pasado.
Pero el caso es que nunca hubo un 14 de octubre de 1582. Ni un 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12 o 13 de octubre de 1582. Diez días inexistentes para ajustar el antiguo calendario juliano hasta entonces vigente con el que desde esa fecha se llama gregoriano. Desde que Julio César instituyó en el año 46 a. C. el calendario solar de su nombre se venía produciendo una diferencia de 11 minutos y 14 segundos cada doce meses entre el año juliano y el año trópico, de tal forma que en 1582 el adelanto del calendario era ya de 10 días sobre la sucesión de las estaciones. Por eso se decidió ajustar el calendario, aunque sólo Italia, Portugal, España y Polonia lo hicieron ese año, incorporándose el resto de los países años y hasta siglos después.
La decisión provocó confusiones y situaciones insólitas. Las más conocidas están relacionadas con la muerte de Teresa de Jesús (murió el día 4 de octubre y fue enterrada el día 15, esto es, al día siguiente) y con la supuesta coincidencia en la fecha de la muerte de Cervantes y Shakespeare, el 23 de abril de 1616. El escritor español no murió el 23 sino el 22 (el 23 se enterró), pero es que además ―como en Inglaterra seguía en vigor el calendario juliano― el 23 de abril de 1616 inglés fue diez días después que el español.
Se me va la cabeza figurándome los desvaríos cotidianos que produjo la desaparición de esos días. La verdad es que estamos acostumbrados anualmente a otras minúsculas pérdidas de calendario. Con lo del adelanto de la hora se volatilizan 60 minutos cada año que después se recuperan, pero de ahí a diez días hay un trecho.
El fin, llevamos diez días sin poder conmemorar el 425 aniversario de nada ni de nadie.
Pero el caso es que nunca hubo un 14 de octubre de 1582. Ni un 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12 o 13 de octubre de 1582. Diez días inexistentes para ajustar el antiguo calendario juliano hasta entonces vigente con el que desde esa fecha se llama gregoriano. Desde que Julio César instituyó en el año 46 a. C. el calendario solar de su nombre se venía produciendo una diferencia de 11 minutos y 14 segundos cada doce meses entre el año juliano y el año trópico, de tal forma que en 1582 el adelanto del calendario era ya de 10 días sobre la sucesión de las estaciones. Por eso se decidió ajustar el calendario, aunque sólo Italia, Portugal, España y Polonia lo hicieron ese año, incorporándose el resto de los países años y hasta siglos después.
La decisión provocó confusiones y situaciones insólitas. Las más conocidas están relacionadas con la muerte de Teresa de Jesús (murió el día 4 de octubre y fue enterrada el día 15, esto es, al día siguiente) y con la supuesta coincidencia en la fecha de la muerte de Cervantes y Shakespeare, el 23 de abril de 1616. El escritor español no murió el 23 sino el 22 (el 23 se enterró), pero es que además ―como en Inglaterra seguía en vigor el calendario juliano― el 23 de abril de 1616 inglés fue diez días después que el español.
Se me va la cabeza figurándome los desvaríos cotidianos que produjo la desaparición de esos días. La verdad es que estamos acostumbrados anualmente a otras minúsculas pérdidas de calendario. Con lo del adelanto de la hora se volatilizan 60 minutos cada año que después se recuperan, pero de ahí a diez días hay un trecho.
El fin, llevamos diez días sin poder conmemorar el 425 aniversario de nada ni de nadie.
“Francia adoptó la reforma en 1583, y elimina los diez días, del 10 al 19 de diciembre. En Alemania se produce un cisma y las reginones católicas adoptan la reforma en 1584, al igual que en Bohemia, pero en las regiones protestantes la reforma se adopta en 1775, ya ven, casi doscientos años más tarde, para no hablar de Bulgaria, éste es un dato que conviene retener, que sólo la adopta en 1917. Veamos ahora Inglaterra... ¡Pasa a la reforma gregoriana en 1752! Natural, por odio a los papistas los anglicanos también resisten dos siglos.”
ResponderEliminarUmberto Eco “El péndulo de Foucault”, 71.
Si ya me lo decía yo para mis adentros: éste nos viene raro de la Gran Manzana. El triángulo Atarazanas, Plaza de los Gitanos Manhattan (Mérida,Zafra,N.York; LA RUTA DE LA BELLOTA)por aquello de las rutas famosas del mundo, como la de la avellana:Reus, París Londres), el triángulo citado no podía dar buenos resultados. Y aquí está el resultado: Reflexiones sobre EL NUEVO CALENDARIO ZARAGOZANO. Y menos mal que se ha quedado en el XVI. Porque, por poner, podía haber puesto la disputa de datación medieval: ¿en el día de la "Encarnación" o en el del "Nacimiento"·
ResponderEliminar¡¡Joder, y todavía quedan las fotos...!!
Que descanses y un abrazo.
Honorio
Excelente post, José María.
ResponderEliminarHabía escuchado hablar muchas veces de estos días perdidos en los calendarios, pero no me quedaba claro del todo hasta hoy, que me he topado con tus explicaciones.
Gracias.
Un saludo