Entre las notables iniciativas culturales del ucedista Jaime Velázquez al frente de la Diputación Provincial de Cáceres (1979-1983), una de las más relevantes fue la creación de la Sala de Arte “El Brocense”. Y quien la inauguró a finales de 1980 fue Jaime de Jaraiz, el pintor extremeño muerto ayer en Madrid.
A esa exposición, cuya portada ilustra estas líneas, le dediqué uno de los primeros artículos que publiqué en mi vida. Lo escribí al alimón con un compañero, también de cuarto de carrera aunque de Filología, Miguel Ángel Teijeiro, hoy profesor de la Universidad de Extremadura. Con el título de “Jaime de Jaraiz: pintor de la luz” salió en el primer número de la segunda época de la revista cacereña Residencia, de diciembre de 1980. Decíamos entonces de Jaraíz que era un pintor de un realismo subjetivo, mental, de intenciones casi cósmicas, panteistas, que crea obras llenas de una luz espiritual que transporta las figuras reales a un espacio nuevo e irreal.
Jaime de Jaraiz fue un clásico ―“un clásico del siglo XX”, fue su lema más querido. Buen pintor y buen guitarrista, creó el llamado divisionismo cromático, una técnica mediante la que lograba en sus cuadros acabados distintos mezclando los pigmentos con aceites y barnices. Tengo para mí que a su obra le faltó algo de la osadía de otro extremeño, también realista raro, Eduardo Naranjo.
Y una nota de humor, a pesar de la muerte. Siempre me hizo gracia uno de los méritos que incluía en sus notas biográficas:
A esa exposición, cuya portada ilustra estas líneas, le dediqué uno de los primeros artículos que publiqué en mi vida. Lo escribí al alimón con un compañero, también de cuarto de carrera aunque de Filología, Miguel Ángel Teijeiro, hoy profesor de la Universidad de Extremadura. Con el título de “Jaime de Jaraiz: pintor de la luz” salió en el primer número de la segunda época de la revista cacereña Residencia, de diciembre de 1980. Decíamos entonces de Jaraíz que era un pintor de un realismo subjetivo, mental, de intenciones casi cósmicas, panteistas, que crea obras llenas de una luz espiritual que transporta las figuras reales a un espacio nuevo e irreal.
Jaime de Jaraiz fue un clásico ―“un clásico del siglo XX”, fue su lema más querido. Buen pintor y buen guitarrista, creó el llamado divisionismo cromático, una técnica mediante la que lograba en sus cuadros acabados distintos mezclando los pigmentos con aceites y barnices. Tengo para mí que a su obra le faltó algo de la osadía de otro extremeño, también realista raro, Eduardo Naranjo.
Y una nota de humor, a pesar de la muerte. Siempre me hizo gracia uno de los méritos que incluía en sus notas biográficas:
1979. Roban el cuadro “Ristra de ajos” del restaurante Casa Pepe.
Yo leí el otro día en el curriculum de una chica de 20 años lo siguiente (y en primer lugar): "Asistente a un curso sobre incontinencia urinaria de la mujer".
ResponderEliminar