sábado, 24 de junio de 2006

Fernando Beltrán, poeta y nombrador


El nombre de las cosas. Así se llama la empresa del poeta Fernando Beltrán. Como apunta su propio nombre, se dedica a crear otros para productos o servicios de empresas e instituciones. Lo leí el otro día en El País y la idea –en su derivación empresarial- es insólita y atinadísima.

Beltrán tiene varios libros de poemas publicados (el último, El corazón no muere, editado hace unas semanas en Hiperión) y es creador del Aula de las Metáforas, una biblioteca especializada en poesía en Grado (Asturias). Pero sobre todo, como dice su hija, es un nombrador. Y ha descubierto un buen “yacimiento de empleo” para tanto poeta con una mano atrás y otra adelante. La web en la red de este “neólogo” merece la pena “vivirla” y escucharla hasta el final: www.elnombredelascosas.com

2 comentarios:

  1. Es aterrador: El negocio... La poesía, la poesía auténtica no sirve para nada. Ni siquiera para nombrar, cosa que compete al lenguaje en su uso de "comunicación". La poesía no vale para nada de lo que preocupa a los hombres de negocios, o a los hombres de niveles medios, o más bien mediocres, del mundo actual. Si la poesía vale algo es que no tiene valor. Claro la buena poesía. La chufla ya se sabe.

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  2. Hay que preparar el futuro y no hay que faltar a la Autoridad, sobre todo a la del cacique mayor. ¿Y tú dices que has estudiado Historia? Ya me explico que detrás de nacionalistas y dueños de cortijo hay notarios, registradores de propiedad y escribanos varios(¿arbitrista como sin rubor te llamas y dices que como Cervantes..? -va un abismo-. Sí entre esos escribientes están los que hoy se llaman historiadores... Hurgando en el pasado para justificar el presente y amarrrar el futuro. Mu Lindo, mu lindo... Lindo chiste, pues nació san Corpus Cristhe...
    (Es normal en algo que está al público -tu blog- que se opine de forma contraria, por supuesto con el mayor respeto a tu persona; pero ninguno a tus ideas, creencias y opiniones, que no son tú mismo, como debes saber. Los totalitarios confunden eso -ideas, opiniones y creencias con su ser, con ellos mismos- y matan por ello, encarcelan, castigan, no publican, "inquisitorizan". Soy un extremeño de altura intelectual, por ello pido perdón, perdón).

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