miércoles, 25 de enero de 2006

Una buena historia local


Ayer presenté el libro La otra mitad de la historia que nos contaron: Fuente de Cantos, República y Guerra, 1931-1939, de Cayetano Ibarra Barroso, editado por la Diputación de Badajoz y que obtuvo el premio “Arturo Barea” de Investigación histórica 2004 otorgado por esa institución. El acto se celebró -con asistencia de unas trescientas personas- en Fuente de Cantos, en el mismo escenario urbano donde transcurre la historia que narra. El autor es poeta, dibujante, estudioso del flamenco, cronista de la historia de su pueblo durante los siglos XIX y XX y, además de esta variopinta dedicación intelectual y artística, ha ejercido una notable actividad pública como alcalde de Fuente de Cantos, diputado provincial y, actualmente, coordinador del proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica de la Junta de Extremadura.
Es injusto que Fuente de Cantos se conozca más en la historiografía de la guerra civil en Extremadura por las doce personas asesinadas en el descontrol popular de los sucesos de la quema de la iglesia parroquial el 19 de julio de 1936 que por las 377 personas asesinadas por los militares en la sistemática represión siguiente. El valor principal del libro es que contribuye a poner las cosas en su sitio, y restituye la identidad y dignidad de todas las víctimas.
La otra mitad de la historia que nos contaron es un libro apasionado porque estos empeños de recuperación de la historia oculta de cualquier localidad extremeña durante la guerra civil adquieren caracteres casi épicos y toda épica es apasionada. Pero la pasión —que por otro lado pone el autor en todo lo que hace— no empece el detalle con que se aborda la obra, de más de seiscientas páginas y con unos numerosos apéndices y cuadros de datos que completan la historia principal. Aunque en varios apartados el torrente del relato quizá se desborde y, en general, se advierta algún desaseo en la escritura, La otra mitad de la historia que nos contaron es un buen ejercicio de historia oral asentado al tiempo en un notable acopio de documentos escritos y fotografías. Una digna muestra, en fin, de esa historia local imprescindible para rehacer la síntesis de la II República y la Guerra Civil de 1936.

6 comentarios:

  1. ¿Porqué no dejamos a los muertos en paz ?.
    Las guerras son guerras y después de 70 años no la pueden ganar los que las perdieron.
    Se acabaron los odios con la transición democrática.
    ¡Ya está bien de remover un pasado, que está salpicando a todos !

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  2. La verdad por delante!

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  3. Tienes razón anónimo. Grita esa consigna, grítala muy fuerte. Aunque creo que no te la escuché el 28 de Octubre de 2.007, cuando el Vaticano beatificó a 498 mártires de la Guerra Civil, casualidades de la vida, todos del bando nacionalista.

    Si, beatifiquemos a quien mató a mi bisabuelo, y a aquel otro que violó a mi bisabuela, a sus hermanas y cuñadas. Que ellas, si no lo disfrutaron, seguramente fue porque no se relajaron. ¡Qué frígidas mojigatas!. Y a mi bisabuelo... buah!! mejor que su cuerpo siga por ahí tirado, que pagarle un nicho sale a día de hoy muy caro, y a fin de cuentas, ni mis padres ni yo hemos heredado moneda suya alguna. Se lo quedaron todo los beatificados.

    Pero nada eh!, sin odios; un abrazo, de buen rollo.

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  4. Vale entonces....HAGAMOS OTRA GUERRA....para saldar cuentas. Yo pienso que no hay que olvidar, pero tampoco guardar rencor, hablo para los dos bandos. Lo que haga la iglesia con sus beatos me da igual, no se puede buscar ese tipo de pretexto, existen cosas mas importantes que un beato. Preguntaros que fue lo que indujo a unos y a otros a realizar ese tipo de crimenes, me da igual el numero de ellos y si son de un bando o de otro.
    Eso es lo que hay que evitar.
    cierto es que duele que te maten a alguien y a veces si motivo aparente, pero asi son las guerras. Las personas mueren sin causa justificada.
    ESPEREMOS QUE NO SE VUELVA A REPETIR Y PODAMOS VIVIR TODOS EN PAZ.
    Saludos desde Sevilla.

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  5. En Fuente de Cantos, murió el bisabuelo de mi mujer, en la iglesia, quemado. Gracias a libros como este conocemos nuestro pasado, principalmente para no repetir los errores del pasado.

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