Veinte personas, hoy sábado por
la mañana, reunidas en Valencia del Ventoso para hablar del territorio donde
vivimos y del papel que una asociación cultural como el Colectivo Manuel Peláez debe desempeñar en el desarrollo de la
comarca. Llegamos de Zafra, de Los Santos de Maimona, de Valverde de Burguillos,
de Valencia del Ventoso… mitad funcionarios, mitad autónomos, mitad hombres,
mitad mujeres, algún parado, mucho artista, varios docentes, aunque pocos jóvenes.
Cada vez me gusta más este tipo
de encuentros. Hasta ahora se habían celebrado en Zafra, pero a partir de
ahora, en coherencia con lo que se propone, serán itinerantes por toda la zona.
Y hoy ha tocado Valencia. De anfitriones han ejercido Lorenzo, María y Miguel
Ángel. Hemos reflexionado durante dos horas y pico alrededor de una mesa y
después nos hemos tomado unos vinos y un cocido con garbanzos de aquí, de los
mejores.
Las actividades culturales en una asociación como la nuestra son
importantes, pero −aunque entendamos la cultura en un sentido integrador e integral,
no como guinda− no deben ser las únicas. También son necesarias las actividades más políticas, la
preocupación por esta polis expandida que es la comarca, en un colectivo que no
tiene adscripción partidaria alguna, pero en el que gozamos de la oportunidad
de trabajar juntas personas de distintas opciones políticas, especialmente en
el ámbito de la izquierda. Aquí hay militantes o simpatizantes del PSOE, de
Izquierda Unida, de PODEMOS, algún anarquista y no afiliados ni afiliadas a
ningún partido. Es de las pocas asociaciones que conozco en las que hacen cultura
y política, sosegadamente, gentes de distintos partidos. En un
mundo de crecientes uniformidades, solo me interesa la diversidad, los sitios
donde hay gente que opina distinto. Me aburren la unanimidad, las banderías y los
sectarismos.
Pero, además de la cultura y la
política, está la conciencia. Actividades
de concienciación, de ese radicalismo republicano civil que tanta falta hace en
España. Por eso el Colectivo está solicitando, por ejemplo, a los ayuntamientos
de la zona espacios donde se habiliten entierros civiles. Muchos se ponen de
perfil, por eso será un empeño lento y sostenido, pero lo lograremos. Tenemos
toda la vida por delante. Es de justicia y de sentido común.
Y, en definitiva, está también el
desarrollo del territorio. Gente
preocupada por cómo afrontamos el futuro de nuestros municipios, de nuestra
comarca. Cómo nos enfrentamos a la despoblación, al envejecimiento de nuestros
pueblos, a la realidad de casas sin
gentes y gentes sin casas, a una juventud que huye de la escasez de
oportunidades…
Reivindicamos la vida rural. Vivir en una pequeña ciudad o en un pueblo, en
pleno siglo XXI, no es ninguna miseria. Además de ser un orgullo, es un
privilegio. Y ahí estamos. Haciendo cultura, haciendo política, concienciando y
trabajando, modestísimamente, por el desarrollo de nuestros pueblos desde una
asociación cultural.