(Notas de la intervención en FETUREX, I Feria del Turismo de Extremadura. Mesa redonda sobre Turismo, Cultura y Patrimonio. Mérida, 8 de mayo de 2011)
Estoy convencido de que la crisis económica global que estamos sufriendo supone un antes y un después en el modelo de sociedad occidental. La trascendencia y profundidad de la crisis afectará a todas las facetas de nuestra vida. Esto, lejos de ser una previsión catastrofista, no es sino la constatación de una realidad de la que ya hay evidencias y que conviene que asumamos con normalidad. Que todo cambie no tiene gravedad alguna. Es lo más natural. Y el cambio va a llegar también ―está llegando― al concepto de turismo, y a sus relaciones con la cultura y el patrimonio, los tres términos que encabezan esta mesa redonda.
Quiero destacar algunos cambios de tendencia acerca de estos tres ámbitos que quizá debamos tener en cuenta para perfilar lo que será el futuro del sector. Y aclaro que la mayoría de estos cambios viene dada por la transformación de las condiciones materiales, económicas y sociales, provocada por la crisis. Se trataría de hacer de la necesidad virtud y aprovechar los cambios provocados por la crisis convirtiéndolos en cambios beneficiosos para el sector. No pretendo ser exhaustivo y sí sólo incorporar elementos de debate a esta mesa.
1.º El primero de los cambios de tendencia a los que quiero referirme atañe a la política turística. Consiste en un cambio, obligado pero necesario, desde el equipamiento a la actividad. Al igual que las políticas culturales deben transitar desde el interés por la creación de continentes ―que ha predominado en estos últimos años― al diseño de contenidos, las políticas turísticas deben comenzar a insistir más que en el equipamiento (plazas hoteleras, palacios de congresos, vías de comunicación, señalizaciones…) en la actividad, en la creación de contenidos. Durante muchos años la política turística en regiones como Extremadura se ha centrado, y con razón, en la dotación de equipamientos e infraestructuras. Partíamos de una situación con déficits básicos y era necesario paliarla. Las necesidades de equipamiento turístico hoy son muy inferiores a las de hace veinte o, incluso, diez años. Es el momento de poner todo nuestro interés en el “qué” y el “cómo” frente al “dónde”. Tenemos que llenar los equipamientos con usuarios y para eso son necesarias propuestas, actividades.
2.º El segundo cambio de tendencia lo sitúo en el objeto/sujeto turístico. Y ahí creo que vamos a tener que transitar del patrimonio al turista. En el turismo cultural el foco de la atención ha estado puesto en el patrimonio. Se han rehabilitado edificios, se ha recuperado patrimonio inmaterial, se han abierto museos y centros de interpretación. Ahora debemos centrarnos en los usuarios, en los visitantes, en los turistas. Debemos transitar del objeto al sujeto turístico. Debemos insistir en el diseño de propuestas de uso del patrimonio por parte del turista. Pero la relación de los turistas y visitantes con el patrimonio no debe ser de contemplación sino de interacción. La generación de experiencias culturales debe convertirse en el principal producto turístico. El turista quiere diseñar su propio itinerario turístico. Cada vez se admiten menos los paquetes turísticos cerrados que impiden la intervención del propio turista modelando su viaje. El turismo de playa, masificado, tiende a unificar a los turistas. Todos somos un poco iguales tostándonos al sol. El turismo cultural individualiza y singulariza al turista, lo convierte en alguien único, que necesita tener una experiencia turística propia. Singularidad y experiencia. Esas son las dos palabras clave para el turista cultural. Sentirse único e interaccionar, actuar, experimentar, vivir.
Por eso, también, centrados en estos cambios que atañen al turista, va a ser, es inevitable que haya, un cambio del turista cultural de masas y grandes atracciones, al viajero cultural de "barrio", de experiencias masificadas a experiencias más auténticas y personalizadas, donde lo "local" cobra un especial protagonismo. El viajero quiere ser "local" por unas horas y la propuesta cultural no debe imitar a la superproducción urbana. Lo mejor para el turista cultural es que no se sienta tal. Que no sea turista, que sea un natural más, un vecino más, un ciudadano más.
3.º En relación con esto, debe de haber también un cambio en el concepto de agente turístico. Del especialista a la ciudadanía. La propia ciudadanía debe desempeñar funciones de agente turístico mediante procesos de turismo de participación. Porque la participación en turismo no es sólo que el turista se implique en las experiencias que se le ofrecen, sino que en esas experiencias participe también la ciudadanía. Hay que insistir en fórmulas de voluntariado alrededor del turismo cultural. La ciudadanía debe convertirse en el principal agente turístico de una ciudad.
4.º Finalmente, el cuarto cambio de tendencia hace referencia a la iniciativa turística. Y se trata del cambio desde el protagonismo público al impulso social y privado. La preocupación por el continente estuvo pareja al protagonismo institucional que, a través de diversas vías, financió en parte los equipamientos. Las instituciones han acompañado el proceso de dotación de equipamientos. Ahora ya no es tanto un problema de dinero, sino de iniciativa, de iniciativa imaginativa. Y ahí es importante que sea la propia iniciativa privada y social la que cobre protagonismo. Las empresas, los agentes turísticos, deben tomar la iniciativa: FETUREX es un ejemplo de ello.
Fotografía del Teatro Romano de Mérida de Las cien puertas de Eulate.