El 24 de septiembre de 1810 un hombre maduro, de baja estatura y con ropajes eclesiásticos pidió la palabra en un local de la Isla de León, cerca de Cádiz. Allí, en el antiguo teatro de comedias de lo que hoy es San Fernando, se habían reunido en Cortes por primera vez los diputados llegados de todos los puntos de España, rebeldes a la invasión del ejército francés. Ese hombre fue el primero que tomó la palabra para proclamar los valores de la libertad, afirmar que en las Cortes residía la soberanía nacional, y que convenía dividir los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Era el diputado Diego Muñoz Torrero, extremeño de Cabeza del Buey, sacerdote, que había sido rector de la Universidad de Salamanca. Un cronista ha dicho que cuando, después de hablar, Muñoz Torrero se sentó, el siglo XVIII había concluido.
Y es que ese día comenzó el parlamentarismo en España. La obra de las Cortes terminó con la promulgación de la Constitución de Cádiz, en 1812, la primera de la historia constitucional española. A partir de entonces, hoy hace doscientos años exactos, las nociones de libertad, soberanía o constitución han formado parte del vocabulario colectivo, aun cuando los frecuentes períodos dictatoriales o de merma de las libertades hayan hecho añorarlas más que practicarlas.
El papel de Extremadura en aquellos hechos fue muy importante. Un nutrido grupo de políticos extremeños alcanzó gran protagonismo en las Cortes, integrando el núcleo director de los liberales en la cámara, de quienes Muñoz Torrero fue el líder natural. Manuel Mateo Luján, extremeño de Castuera, fue quien propuso a la cámara el primer decreto, donde se concretaban los principios que Muñoz Torrero había apuntado. Junto a ellos destacaron los también extremeños Antonio Oliveros (de Villanueva de la Sierra), Manuel María Martínez de Tejada (de Zafra), Francisco Fernández Golfín (de Almendralejo), José María Calatrava (de Mérida) y Juan María de Herrera (de Cáceres), todos ellos diputados liberales. En Cádiz, hubo extremeños en las Cortes y fuera de ellas, en otras instancias de poder: Bartolomé José Gallardo (de Campanario) fue el bibliotecario; Juan Álvarez Guerra (de Zafra) fue ministro o secretario de Estado de Gobernación; Manuel José Quintana (de Madrid, pero originario de Cabeza del Buey) fue vocal de la Junta Superior de Censura…
En el Cádiz de 1810 se inicia el período en el que mayor protagonismo político han tenido los extremeños en la política nacional. Durante los primeros decenios del sistema liberal dos decenas de extremeños integraron la élite política del país. En poco más de treinta años, tres extremeños fueron presidentes del gobierno de España; diez extremeños, ministros —hasta en veinticinco ocasiones—, y otros diez, presidentes de las Cortes, del Congreso de los Diputados o del Senado. Nunca más Extremadura ha contado tanto en España.
Ahora nos empeñamos en construir una nueva imagen de Extremadura que haga justicia a los avances logrados en los últimos decenios. Es importante que recuperemos e integremos en esa nueva imagen —y no es paradoja— los momentos y personajes más brillantes de nuestra historia, que fueron los humanistas del XVI y los políticos liberales del XIX.
El 24 de septiembre de 2010 es un día de conmemoración para Extremadura porque hace dos siglos un grupo de naturales de nuestra tierra contribuyó a cambiar la historia de España. Soy consciente de que la celebración de los hechos que aquí se glosan no forma parte de los intereses prioritarios de la sociedad extremeña, pero un pueblo no puede alimentarse sólo de lo evidente. Si no vivimos el presente conscientes de nuestro pasado poco futuro tenemos.
(Texto del artículo publicado, con el título "Se cumplen 200 años de las Cortes de Cádiz", en el diario HOY el 24 de septiembre de 2010)