domingo, 29 de junio de 2008

El escritor como adorno


Ayer a las 10 de la noche, al regresar de Valencia del Ventoso, Eva y yo vimos una nube negruzca en el cielo del atardecer. Después, tras llegar a Zafra, confirmamos que era ─como suponíamos─ un incendio, pero no forestal sino de una fábrica de aceite en Jerez de los Caballeros.

Volvíamos de Valencia, donde leí el pregón del IX Día de la Comarca Zafra-Río Bodión. Ya suena a guasa. Otro pregón. Y van cinco, y los tres últimos en menos de un año. Los escritores adornamos mucho en estos actos. Más todavía si somos de confianza y no cobramos. Aunque yo siempre lo haga gustosamente. Y más en esta ocasión, porque me lo había pedido un buen hombre y buen amigo, Lorenzo Suárez, alcalde de Valencia del Ventoso, y los colegas del Centro de Desarrollo de mi comarca. De todas formas, me pierde mi incapacidad de decir “no”. A este paso voy a quedar para vestir santos literarios o, lo que es lo mismo, para escribir y decir sólo estas piecitas oratorias. Estará de dios.

Ahí va el arranque del texto de ayer:

Antiguamente, mientras más cerca estaban los pueblos menos se querían. Era un desafecto relacionado con la proximidad. La historia humana se asemeja a una inseguridad generada por la existencia ajena, y ese recelo natural ante los congéneres siempre ha hecho especialmente inquietantes a los más próximos. Los pueblos y las gentes no soportaban a los vecinos. Cada cual se guarecía tras sus tapias, y vigilaba la aparición de los brutos de la otra tribu, idénticos a nosotros mismos vistos por ellos. La disputa, según el año o el siglo, la provocaba una muchacha raptada, lindes mal definidas o el aprovechamiento de tierras comunales, y se mostraba con demasiada frecuencia en riñas verbeneras y algún pleito sonado. Los jóvenes sólo lograban el reconocimiento de su mayoría de edad si acreditaban haber apedreado al menos una vez a los del otro sitio. La enemistad entre vecinos llevaba a que fueran los del pueblo de al lado los más odiados y, a falta de un buen palo para molerles las costillas, las afrentas se ventilaban en motes, chistes y chanzas sobre ellos. Ese odio antropológico al más cercano ha sido el principal argumento de la historia de las naciones y, en el interior de ellas, ha servido también para escribir muchas crónicas regionales.

La historia de Extremadura nos ofrece numerosos ejemplos de la competencia insana entre ciudades y pueblos vecinos. El primordial es el de Cáceres y Badajoz (Extremadura dos), dualidad básica de la región que ha ocasionado buena parte de sus problemas. Pero además, y ya en nuestra provincia, los enfrentamientos de Badajoz y Mérida, las peleas entre Don Benito y Villanueva de la Serena, los celos de Almendralejo y Villafranca de los Barros, las broncas de Azuaga y Llerena, la ojeriza entre Jerez de los Caballeros y Fregenal de la Sierra, la aversión mutua de Monesterio y Fuente de Cantos, los piques entre Los Santos de Maimona y Zafra… Nos hemos pasado la historia peleándonos con el de al lado.

Hemos perdido el tiempo en peleas que no eran más que la evidencia de nuestra inmadurez, las carencias de una identidad localista que sólo se definía a partir del enfrentamiento con los cercanos. Es imposible valorar exactamente la rémora para el progreso que estas actitudes han provocado, pero es innegable que si en vez de mirar tanto al de al lado hubiéramos mirado un poco más allá nos hubiera ido mejor.

Pero de un tiempo a esta parte empieza a imponerse la cordura. Desde hace algunos lustros ─pocos─ hemos empezado a emplear el “nosotros” con más generosidad. Nosotros ya no sólo somos los de nuestra casa, los de nuestro pueblo. Aunque la situación dista de ser idílica, ya no es extraño hablar de nosotros para referirnos a todos los naturales y vecinos de Extremadura ni emplear el término para unir a los de una comarca o zona. El proceso de construcción regional ha ido acompañado, al menos desde principios de los años noventa del siglo XX, por la construcción de las comarcas. Y, además de otras consideraciones, las comarcas no son más que la superación de ese odio antiguo entre pueblos vecinos.

[…]

miércoles, 25 de junio de 2008

Hacerse el zueco




La expresión me sorprende en el quinto soneto que Unamuno escribió en De Fuerteventura a París. Dice el segundo cuarteto:

Triste y agazapado está en el foco
de la podre, prestando oído al eco,
que no sirve querer hacerse el zueco
por tontería o tal vez por descoco.

No me acordaba. Leí el libro en el 89. Me lo regalaron en junio de ese año en Puerto de Cabras, la capital de Fuerteventura, a los dos días de haber presentado allí mi libro de poemas Nido de antófora. Forma parte de mi pequeño lote de libros -todos de esos años majoreros- acerca del destierro de Unamuno y de su relación con las islas. Ayer me acordé de ellos zapineando y al dar en La 2 con un documental sobre mi ínsula barataria.

Hacerse el zueco, dice don Miguel. Indago y parece que tiene razón: zueco de soccum, tipo de zapato en el teatro griego y también “zoquete”, “torpe”, “tonto”… Nada de Suecia ni de suecos o suecas. Hacerse el zueco, hacerse el tonto. Curioso.



Una opinión distinta y bien documentada en el artículo

sábado, 21 de junio de 2008

La música de Juan

Mi hijo, Juan, cumple mañana 14 años, la misma edad que yo tenía cuando se murió Franco. Me ha enseñando mucho durante su aún corta vida, pero no es sitio este de hacer recuento de esas lecciones, pues ya está bien de emociones esta semana.

Ahora me gustaría hablar sólo de música, que es una de sus pasiones. Con siete años nos daba la murga con Ska-p, un grupo formado en Vallecas el mismo año que él nació. Su obsesión era tal que teníamos que pactar los CDs que escuchábamos en los viajes largos y su petición casi única era el grupito de marras. Canciones contra las corridas de toros, coplas antimilitaristas, antirracistas, críticas a la corrupción política, a la Iglesia, a los poderes… De entonces viene mi gusto por piezas como “Planeta Eskoria”, “A la mierda”, “Alí el magrebí”, “Intifada” y, sobre todo, “Lucrecia”… Con esas coplillas el niño se ha educado solo.

Ahora le ha dado por el rap. El fenómeno es curioso y a mí me parece que recupera las letras en un panorama musical lleno de sonoridades anglosajonas, que se cantan sin entenderlas. Pero, vamos, no tengo ni idea. Me limito a escucharle cuando me recita de corrillo las letras.

Coloco aquí dos de las piezas de rap que me ha mostrado en los últimos días. La primera es “políticamente correcta”, en comparación con los mensajes incendiarios de Ska-p. Se trata de “No hay prisa” de Dawizard, un sensatísimo mensaje que vale por una teoría completa de la educación. Y la segunda es “Efectos vocales” de Nach, un virtuosismo técnico que me ha hecho gracia.




miércoles, 18 de junio de 2008

Ceremonia de despedida de Manolo


[Texto básico leído ayer en el patio del Ayuntamiento de Zafra en el entierro civil de Manuel Peláez]


Estamos aquí para despedir a Manolo Peláez. Y lo vamos a hacer como él expresamente había pedido, con una ceremonia en el patio del Ayuntamiento de Zafra, acompañando todos ─amigos, amigas, compañeros y vecinos─ a Mercedes, a sus hijas, a sus hermanos, a su familia.


Este patio es hoy un reflejo de lo que fue la vida de Manolo, porque en la memoria de cada uno de nosotros guardamos un trozo de ese camino que él recorrió. Tenía amigos y amigas de toda condición, de toda ideología, de toda creencia. Era una de esas personas que conoce a todo el mundo y a quien todo el mundo conoce. Y esa riqueza de sus afectos era el fruto de la tolerancia. La tolerancia consiste en querer al otro porque es distinto a nosotros. Hacerlo igual a nosotros para quererlo no es más que una variante del egoísmo. Esa tolerancia y el profundo respeto que Manolo profesó hacia quienes no eran iguales a él quizás sea el rasgo más relevante de su carácter y la principal lección que nos ofrece hoy a todos.


La personalidad más pública de Manolo Peláez, y en la que más pudo ejercer esa tolerancia, fue la de concejal. Aunque la política siempre le interesó, y vivió con intensidad los últimos años del franquismo y la transición, sólo en los últimos lustros se presentó a elecciones locales y acabó asumiendo responsabilidades institucionales. Concejal del Ayuntamiento de Zafra desde 1997, fue candidato a la alcaldía en 1999 y cuando hubo de retirarse debido a su enfermedad ─en marzo de 2004─ era primer teniente de alcalde de la Corporación. La vocación política de Manolo era la lógica consecuencia de su generosidad. Parecía como si ésta no estuviera completamente satisfecha si se reducía al círculo de sus afines, de amigos y familiares. Necesitaba centenares, miles de personas, los vecinos de una ciudad entera, para estar cumplida. De eso puede dar fe uno de sus amigos de la política, Manuel García Pizarro, alcalde de Zafra.


Si la política fue una de sus vocaciones, su profesión fue la docencia y la historia. Y, en ambas, sobresalió otra de sus virtudes principales, la responsabilidad, el rigor, la madurez de quien sabe que en el oficio se labran los caracteres de cada uno. Fue historiador y disfrutó investigando, siempre alrededor de la historia de Zafra y casi siempre a partir de las fuentes del Archivo Histórico Municipal. También se implicó en el fomento de la cultura de Zafra, como hizo desde la Asociación de Amigos del Museo y del Patrimonio, que presidió hasta ayer. Y sobre todo fue profesor. Ejerció la enseñanza desde el año 1978 y en los institutos de Azuaga, Barcarrota, Villafranca de los Barros, el “Zurbarán” de Badajoz, Fregenal de la Sierra y Zafra. El “Suárez de Figueroa” ─el mismo donde había estudiado─ fue su centro de trabajo durante más de veinte años. Allí le conocieron centenares de alumnos y profesores, que supieron -como Toni Amaya- de su buen hacer.


La tolerancia, la responsabilidad y la alegría. Porque Manolo era todo lo contrario a un cenizo, te alegraba la vida con sus bromas, vestido de otro en Carnavales –su disfraz de señorona era memorable– o llamándote por teléfono y pegándotela diciendo que era no sé quién. Estoy convencido que él quiere que le recordemos así, haciendo bromas y charlando, como charló con Reme durante las mañanas de los últimos años, o con Carmen Álvarez o con Luciano Feria. Un buen tipo que nos hizo a todos sus amigos y amigas ser un poco mejores por haberlo conocido.



Además hablaron Manuel García Pizarro, Toni Amaya,
Luciano Feria, Carmen Santos y Lupe García, pero aún no tengo sus textos completos.

Y Diana Vara tocó el violín.

Otros blogs con comentarios sobre la muerte de Manolo:
Pura tura y El Coro de los grillos.

lunes, 16 de junio de 2008

Manolo Peláez ha muerto


Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.

Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de algodón.

Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.

Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.

W.H. Auden

sábado, 7 de junio de 2008

Dios toreando


Una aficionada, al salir de Las Ventas y preguntarle un periodista qué le había parecido José Tomás, ha dicho: “Dios toreando”.

martes, 3 de junio de 2008

Russian Red

Soy un obsesivo. Eva se ríe porque a veces la tomo con un chiste y me dura varios meses. Lo repito y lo repito como si estuviese paladeando un manjar. Y así con todo. Repito lo que me sorprende, cuento una y otra vez historias que me interesan, escucho durante semanas una canción o leo el mismo libro varias veces. Pero no es la edad, porque siempre me ha pasado. Es como si el placer no fuera tal si no lo repitiera.

Ahora me ha dado por Russian Red, que es el nombre de guerra de Lourdes Hernández, una madrileña de 22 años que canta en inglés con una voz alucinante. Acaba de publicar su primer album, I love your glasses, y hay temas magníficos: Cigarettes, They Don´t Beleive, Kiss My Elbow… Muy recomendable. Es radicalmente distinto a lo que se oye por ahí.