domingo, 28 de mayo de 2006

¿Niños ahorcados en Badajoz durante la guerra?

El historiador Francisco Espinosa no se decide aún a abrir un blog. Mientras tanto, me pide que le aloje algunos comentarios. Ahí va el primero, relacionado con la espeluznante fotografía que reproduzco al margen.
La foto procede de un expediente militar de 1938. La censura de prensa la encontró en una carta que Toribio González Ortega, un campesino de Piña de Esgueva (Valladolid) afincado en Baracaldo, envió a su esposa, Juana Natoril, que había pasado a Francia con los hijos. La carta, antes de salir, había pasado por varios familiares y nunca se aclaró quién introdujo ese recorte, de forma que el sumario fue sobreseído. Toda fotografía, máxime las procedentes de lugares de máxima tensión, debe ser puesta en duda por principio y analizada con máximo cuidado. La foto, impactante, parece real pero hay que confirmar que refleja un hecho ocurrido en Badajoz durante la guerra civil y no de mera propaganda. Sabemos que algo así pudo ocurrir pero no podemos darla por cierta hasta que tengamos certeza. La consulta realizada a la Hemeroteca Nacional de México DF ha resultado infructuosa: no consta ningún periódico con ese título en agosto de 1937. Es posible que se trate de algo ocurrido en otro lugar, en otra época e incluso en otra guerra pero lo que parece indudable es que si el crimen que muestra la imagen ocurrió en Badajoz es imposible que se haya borrado de la memoria colectiva del lugar donde ocurrió. Quizás alguien recuerde algo.

viernes, 26 de mayo de 2006

La sorpresa del limón

Durante años me dediqué a la formación. Coordiné cursos y talleres por media España dirigidos a profesionales de la educación o de la intervención sociocomunitaria y sobre metodología de la participación social o programación de actividades culturales... De 1985 a 1993 conocí el país como una especie de predicador laico y sin carreta, pregonando participación social y dinámicas de grupo.

Ayer, en Pamplona, volví a la docencia por una hora.

Di una charla con ocasión del Día del Emprendedor que organizaba el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Navarra (CEIN), en el Baluarte, el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra. El tema acomodaba al mundo de la empresa los afanes participativos y creativos de siempre. “Cinco minutos para convencer a un financiador o el papel de la sorpresa”, era el título. Nacho Escobar me había cedido el caso de cómo un limón había servido para convencer a un empresario. No voy a contarlo ahora, pero el ejemplo me venía al pelo para hablar a un público de jóvenes emprendedores acerca del uso de la sorpresa como procedimiento de persuasión de sus financiadores o clientes. Para crear ambiente, Manolo Romero y yo -con la complicidad de Nacho desde Mérida- habíamos colocado en cada mesa un limón —ochenta compramos en El Corte Inglés ante la mirada atónita de la cajera. Cuando los asistentes entraron, vieron toda la sala llena de sorpresas amarillas.
Me sentí a gusto y disfruté de lo lindo en la charla. Después, las amigas de Pamplona nos invitaron a cenar en uno de los asadores de moda de la capital, Anttonenea: ensalada de mollejas de pato con habitas, espárragos asados, rapito al horno -todo regado con crianza navarra de Marco Real- y de postre, cómo no, sorbete de limón al cava.

domingo, 21 de mayo de 2006

El cartel de la matanza de Badajoz

Leo en ArentiA, una revista de Coria, un reportaje sobre recuperación de la memoria histórica. Está ilustrado con el cartel que reproduzco aquí. Creo que es la primera vez que se publica. Ya lo conocía. Me llegó por correo electrónico hace unos cuatro años. Tiene una historia que no parece propia de nuestra época.
Cuando se anunció la decisión de derruir la antigua plaza de toros de Badajoz para levantar en ella el nuevo Palacio de Congresos (ahora recién inaugurado) hubo quienes no estuvieron de acuerdo al creer que se perdía uno de los principales “lugares de memoria” de la guerra civil. Un grupo de estos críticos, al parecer sin vinculación orgánica con ningún partido político, y adoptando el nombre de “Mercenarios de la Idea”, diseñó este cartel con la intención de denunciar el proyecto y recordar los nombres de los responsables de la sangrienta represión de 1936 en Badajoz. El primer problema fue imprimirlo. Tuvieron que hacerlo en Portugal porque ninguna imprenta de la capital pacense quiso encargarse del trabajo. El segundo problema fue lograr que la gente lo leyera. Durante la madrugada del 14 de agosto de 2002 hicieron la pegada de carteles. Llenaron Badajoz con este singular remedo de cartel de toros, pero a la mañana siguiente casi todos los carteles habían sido arrancados. Esa misma mañana ya costó encontrar alguno de ellos debido a la eficacia de quienes los quitaban. Así, este cartel ha acabado convirtiéndose en una pieza de coleccionista, pero también en una muestra de cómo -en relación con la matanza de Badajoz- algunos apellidos siguen siendo impronunciables.

sábado, 20 de mayo de 2006

El Mensajero

acude desde la sombra del lienzo,
como la idea previa a un poema.

En el gesto, aún, las leguas del viaje;
sobre los hombros, la capa;
y el sombrero, que hubo de cubrirlo,
asido próximo a la espada y abierto
como un pozo en el centro del cuadro.

El mensajero trae en la memoria
cien mujeres de postas, los paisajes,
ciertos seres fantásticos
y ese polvo de siglos que acompaña
cada verso o visita que el artista recibe.

Se sitúa en plena luz, donde el asombro
coincida con sus ojos, en el vértice
de la emoción y los juicios:
donde una palabra iluminada.

Inclina el rostro y la mano extendida
ofrece, silenciosa, el recado
a quien no vemos pero asiste.

¿Quién recogerá el aviso? ¿qué nuevas
anuncia el emisario que traslada una letras
más allá de este cuadro de Ricci?

Elude fray Juan la respuesta
y prefiere -como ahora el poeta-
entregar a su dueño, sin abrir, la noticia

Hoy, hojeando un catálogo antiguo de la colección pictórica del Banco Hispano Americano, me he vuelto a topar con el lienzo “El mensajero” de fray Juan Ricci (1600-1681). Este poema lo escribí hace diez años y se lo dediqué a Luciano Feria pero nunca lo había publicado junto a la imagen que lo inspiró. Un antojo que me permite el blog.

viernes, 19 de mayo de 2006

Apple y Macintosh



Hay un chiste de orgullo "mackero" que siempre cuento: Si tiras un Macintosh y un PC desde un precipicio, ¿cuál se destroza antes contra el suelo? El Macintosh, por supuesto, porque el PC se queda colgado.

Mi primer contacto con el mundo de Apple fue durante la carrera, a finales de los 70 y comienzos de los 80. En Cáceres, el Seminario de Investigación del Conflicto del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, dirigido por el profesor Antonio Rodríguez de las Heras —siempre visionario—, consiguió varias computadoras Apple II, la segunda máquina en la trayectoria de Steve Wozniak y Steve Jobs. Fueron los primeros ordenadores personales de la Universidad y —supongo— de Extremadura, en unos años en que aún eran muy raros en España. Los estudiantes de Historia Contemporánea de Cáceres nos formamos sabiendo que aquello existía.

En 1984 Apple crea Macintosh, pero no manejo el primero hasta 1987: era un Macintosh Plus, del Centro de Educación de Adultos de Zafra. Trabajar con un Mac era hacerlo con una máquina creativa, intuitiva, sugeridora.

En 1989 montamos una empresa y compramos dos Macintosh, creo que un Plus y un SE, que nos costaron un pastón (entre ambos, unas 600.000 ptas. de entonces). Cuando cerramos, en 1992, nos tocó a Eva y a mí uno de ellos. Fue mi primer ordenador en propiedad. Desde entonces he utilizado, en el trabajo y en casa, siempre un Macintosh (Performa 630, G-3, iBook) hasta hace un par de años. Una conjura "doméstica" y un cambio laboral me obligaron a acostumbrarme a esa mala imitación del Mac que es el PC. La cantinela para convencerme fue la de siempre: "tiene menos capacidad de memoria" (no le hace falta), "no pueden intercambiarse archivos con un PC" (no es cierto, pero si lo fuera ¿qué falta hace?), "es más caro" (no hay que confundir valor y precio), etc. El caso es que soy un traidor y no me basta saber, como dice alguno, que la mayoría de los ordenadores personales actuales son básicamente clones del Mac aunque usen Windows, por lo que en cierto modo todos somos usuarios de Mac. No me basta. Me puede la mala conciencia. Y, como sigo prefiriendo el original, va a ser cuestión de volver a los orígenes.

Primer modelo de ordenador Macintosh, 1984

domingo, 14 de mayo de 2006

Cementerio italiano, Campillo de Llerena


Mi hermano Miguel Ángel y Álvaro Valverde comentan en sus blogs cómo el cementerio alemán de Yuste estimula el estro de los poetas. En Extremadura hay otro camposanto, extraño y descuidado, que no ha inspirado ningún poema: el cementerio de los italianos de Campillo de Llerena. Construido en 1937, en él reposan soldados —italianos y españoles— que lucharon junto a los sublevados del general Franco y cayeron en la batalla de la Sierra de los Argallanes.

Frente al mimo verde y geométrico que muestra el de Yuste —cercano al monasterio del emperador y arropado por castaños— el de Campillo delata un abandono hasta cierto punto cruel. Al filo de la antigua carretera de Castuera a la Venta del Culebrín, solitario en medio de la campiña, el cementerio está hoy destrozado, con algunas tumbas abiertas y varios esqueletos visibles. Aunque ha habido intentos de adecentar el recinto, y un grupo de nostálgicos italianos reclamó a su gobierno para reconstruirlo o trasladar los restos de sus compatriotas, al fin nada se hizo y el cementerio de Campillo de Llerena sigue su trayecto hacia el olvido.

En Yuste la belleza ha hecho olvidar el símbolo, pero en Campillo —desarbolado y enteco— se expresa mediante su propio abandono, y el desamparo ejerce de castigo.



lunes, 8 de mayo de 2006

Proteico Luis Santos

Luis Santos Gutiérrez es un hombre singular. Médico cirujano, profesor emérito de la Universidad de Salamanca, escritor, dibujante y coleccionista de arte, es un humanista inquieto, de extraordinaria vivacidad intelectual y de ingenio impar. Casado con la nieta de su admirado Miguel de Unamuno, Luis figura desde hace más de medio siglo entre los personajes insustituibles de la vida cultural salmantina, entre los que ejerce de rara avis debido a su escaso apego a los convencionalismos.

Durante su docencia descolló entre el profesorado por su cercanía a los alumnos, los extraordinarios dibujos de anatomía humana con que ilustraba sus clases —a tiza, sobre la pizarra— o sus gestos de carácter, como colocar la lista de los nombres de los alumnos “recomendados” y de sus “recomendantes” en el tablón de anuncios.

Autor de varios libros de anatomía, tiene también publicado De todo lo invisible y lo visible (Salamanca, 2004), una colección de artículos de prensa en los que desgrana reflexiones sobre el arte, la política, el lenguaje o la condición humana.

Quizá su faceta más sorprendente sea la artística, allanada por la ya comentada pericia con el dibujo y por una magnífica colección de esculturas que ha convertido su casa en un museo. Resulta que hace un tiempo, Luis, inicialmente crítico con el arte abstracto, comenzó a interesarse tanto por él que acabó practicándolo. Lo que empezó como una burla se trocó en un ejercicio artístico que ha expuesto ya en una decena de muestras públicas. Hace arte “informal”: crea composiciones (“bodrios” los llama él) en las que juega con objetos diversos sobre materiales nobles. “In-formalismo objetual” tituló su última exposición.

El otro día —uno antes de cumplir 83 años— aprovechando una de sus visitas a Zafra, a casa de su hija Mercedes, me pidió que le ayudara a editar su bitácora. La ha llamado Gnomónico que, según él, es cualquier signo que, con carácter excluyente, posibilita la identificación inequívoca de un aspecto concreto. Espero que responda a su nombre, y que ese blog sea gnomónico de la proteica personalidad de Luis Santos.

Luis Santos junto a algunas de las piezas de su colección de esculturas.


“El juguete de Galileo” de Luis Santos. El comentario con que el autor acompaña su obra es: La geometría, el paralelismo y la perpendicularidad (ortogonalidad) marcan el modo de lo co-recto. Sólo dos direcciones clave (horizontal y vertical), y sólo dos ángulos posibles entre las líneas, se enfrentan a las infinitas posibilidades de la oblicuidad. Por eso en la historia de la ciencia (y en la del convivir) el sesgo le gana la partida a lo recto. El sesgo como fundamento del plano inclinado (de que se valió Galileo), de la cuña, de la rampa helicoidal —madre del tornillo— y de los artilugios más eficaces de la física y de la estrategia.

jueves, 4 de mayo de 2006

Extremadura en "El Laberinto español"

Mañana viernes, día 5, a las 23.30 horas se estrena en el programa "El Laberinto Español" de La 2 de Televisión Española un nuevo documental sobre la guerra civil en Extremadura. Se trata de Extremadura amarga, un reportaje dirigido para Televisión Española por el cineasta y escritor Alfonso Domingo, de Argonauta Producciones, con guión del también escritor Justo Vila.

Este documental forma parte de la serie “La Memoria Recobrada”, de cinco capítulos, que trata la guerra civil, la posguerra y la represión franquista en cinco puntos de España (Galicia, El Bierzo y los Picos de Europa, Extremadura, Málaga y Canarias). La serie cuenta en cada una de sus entregas con un personaje que hace de hilo conductor. En el caso del capítulo que se estrena mañana por la noche, el primero y sobre Extremadura, el conductor es el cantante Luis Pastor.

Hay imágenes y entrevistas realizadas en Badajoz, Mérida, Castuera... En Zafra grabaron a finales de noviembre del año pasado. Entrevistaron a Libertad González —hija del alcalde socialista durante la República, José Gonzalez, asesinado en 1939—, a Justo Calderón —hijo del concejal Luis Calderón, asesinado en 1936— y a mi. Hablamos de la “guerra inexistente” de Zafra: pura represión fascista.

Espero que saquen unas imágenes que tomaron durante la entrega del Premio Dulce Chacón de Novela, en las que Luis Pastor hizo una estremecedora interpretación de su canción dedicada a Dulce.
Por cierto, lo de Extremadura amarga creo que lo han cogido de una canción de Pablo Guerrero.

lunes, 1 de mayo de 2006

Puñeteros libros

1
2
3

Llevo dos semanas con obras en casa. Cubrimos con un plástico los libros del estudio y así evitamos vaciar las baldas (foto 1). Pero después de los albañiles ha llegado el pintor y ya no ha habido manera de eludir el trajín. Todos los libros han saltado al suelo como ratones. Al estar la casa llena de muebles descolocados algunos de estos bichos inquietos han alcanzado la escalera (foto 2). Menos mal que vivo en un ático y que a partir de mi casa los peldaños sólo suben a la garita del ascensor. Sabía que por ahí no podían escapar y los he dejado —en castigo— toda la noche al relente (aunque me he levantado varias veces para vigilarlos: estaban acurrucados unos junto a otros, con una mezcla de frío y arrepentimiento).

Siempre he creído que las bibliotecas son animales silenciosos aunque no estáticos, sometidos a un movimiento continuo que obliga a cambiar la disposición de los volúmenes cada cierto tiempo para acomodar esa vivacidad a la rigidez de los estantes. Pero en esta ocasión se han pasado. Casi logran huir de mí.


Al final he vencido —no sin esfuerzo— y han vuelto al redil. Fijaos: parece que no han roto un plato, tan quietecitos (foto 3).