Son piedras que sirven para vadearlo: una conversación, los libros, una vieja idea o la opinión ante un hecho reciente. Me apoyo en ellas para ir de orilla a orilla. Gracias a ellas a veces sobrevivo y a veces juego. Sobre algunas me mantuve en equilibrio durante años como un estilita, y hay otras que -apenas piso- las abandono. Quizás sirvan para que alguien también apoye el pie y me acompañe.